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Maquinaria en el acceso al parking del centro comercial Bonaire. IRENE MARSILLA

Los bulos de la dana: tres de cada cuatro fueron intencionados para engañar

Un estudio de la UPV y VIU analiza la crisis informativa que condicionó la percepción de la tragedia y pone en evidencia lo que se difundió sobre el centro comercial de Bonaire, las presas construidas en el franquismo y las supuestas mentiras de la AEMET

Rosana Ferrando

Valencia

Jueves, 28 de agosto 2025, 12:11

La dana que sacudió la provincia de Valencia el pasado octubre trajo consigo una crisis informativa que distorsionó la emergencia climática. La proliferación de los ... bulos, teorías conspirativas y noticias falsas por las redes sociales socavaron la confianza en las instituciones y jugaron con los sentimientos de quienes las creyeron.

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Según la investigación realizada por la Universitat Politècnica de València en colaboración con la Universidad Internacional de Valencia, tres de cada cuatro bulos se diseñaron de forma intencionada para engañar a los consumidores de redes sociales. El 75% de 'fake news' se difundieron por X, Instagram o WhatsApp y tenían una importante carga emocional para generar indignación, miedo o rechazo a las autoridades encargadas de la gestión de la situación.

El estudio ha sido realizado por Germán Llorca-Abad, profesor titular del departamento de Comunicación Audiovisual, Documentación e Historia del Arte de la UPV, junto con Alberto E. López Carrión de la Universidad Internacional y ha sido publicado en la Revista Mediterránea de Comunicación.

Consistió en un análisis de un total de 185 noticias publicadas entre el 28 de octubre y el 17 de noviembre de 2024 en los diarios locales y nacionales con más audiencia. En la observación identificaron 192 bulos que circularon durante el período crítico de la catástrofe, entre ellos, destacaron las informaciones sobre el centro comercial de Bonaire, las supuestas destrucciones de las presas construidas en el franquismo y las presuntas mentiras que propició la AEMET para ocultar la llegada de las lluvias.

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La conspiración más extendida fue la relacionada con el aparcamiento del centro comercial de Bonaire, en Aldaia. Se propagó la afirmación falsa de que había cientos de cadáveres en los vehículos que yacían sumergidos. El análisis demuestra que esta desinformación fue impulsada por 'influencers' y personajes mediáticos en plataformas como Instagram y Tik Tok.

En algunos casos, estas falsedades procedieron incluso de periodistas o colaboraciones en programas de televisión. Los investigadores demuestran que el 28% de las noticias falsas se originaron o difundieron en entornos periodísticos profesionales, lo que, según ellos, plantea serias dudas sobre los filtros editoriales en contextos de crisis. Pese a esto, los autores también destacan el papel de algunos medios que contribuyeron a desmentir falsedades, así como el trabajo de plataformas de verificación.

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El 'diagonalismo'

Uno de los aportes más innovadores del estudio es la aplicación del concepto de 'diagonalismo', una estrategia comunicativa que, según los expertos, fue especialmente visible en la crisis. Es una corriente que combina discursos de extrema derecha con mensajes tradicionalmente vinculados a la izquierda, como la crítica del poder institucional o a las élites. El objetivo del uso de esta estrategia era conectar con el malestar del ciudadano desde múltiples ángulos ideológicos y aprovechar la incertidumbre para reforzar narrativas de desconfianza. De esta forma, se consiguió atacar al Gobierno, a organismos científicos y a ONG como Cáritas o Cruz Roja. «En situaciones de catástrofe, el descrédito de las instituciones es aprovechado para sembrar el caos informativo y movilizar políticamente a ciertos sectores», sentencia López-Carrión.

A esta táctica desconcertante, se le suma el funcionamiento de los algoritmos de las redes sociales, que priorizan los contenidos más virales, que no son necesariamente los más veraces. Ello conllevó que las informaciones fraudulentas se amplificaran. «Las emociones extremas, como la indignación o el miedo, son las que más interacción generan y los bulos apelan precisamente a esas emociones», exponen los autores.

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Responsabilidad institucional y digital

El estudio concluye con un mensaje contundente: «Es urgente la alfabetización mediática de la ciudadanía, mejorar los mecanismos institucionales de respuesta informativa y exigir una mayor transparencia y responsabilidad a las plataformas digitales». Por ello, Llorca-Abad y López-Carrión destacan la iniciativa del Gobierno, que activó unos perfiles en redes sociales para combatir la desinformación. No obstante, para ellos, llegaron tarde y tuvieron un alcance limitado.

Los investigadores recomiendan protocolos ágiles de comunicación en emergencias, así como más alianzas efectivas entre instituciones públicas, medios de comunicación y organismos de verificación. «Combatir las noticias falsas no es solo es una cuestión de verdad, es también una cuestión de salud pública y cohesión social», sostienen. Y advierten: «Si no se actúa con decisión, la próxima emergencia no será solo climática, sino también informativa».

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