Urgente El Cuponazo de la ONCE deja 6.000.000 euros a un único afortunado este viernes
Geles, en el lugar donde se originó el fuego que calcinó su piso. JESÚS SIGNES

«Me salvé porque cuando empezó el incendio había bajado a pasear a mi perro»

«He estado un mes en shock», afirma Geles, cuya vivienda en Campanar quedó arrasada por un cortocircuito en un enchufe | Una amiga ha iniciado una colecta por Bizum para ayudarla a reconstruir su casa

Lunes, 4 de agosto 2025, 00:32

Geles viste una camiseta oscura, pero lo que realmente tiene ensombrecido es el rostro, que es un espejo del alma. «Recuerdo que subí corriendo para ... intentar abrir, y gritando: '¡Mis gatos, mis gatos!'. No pude, empecé a escuchar explosiones y ya me bajé, inconsciente de mí, en ascensor. Cuando llegué de nuevo a la calle miré hacia arriba y vi caer cosas desde mi balcón, que ya estaba en llamas. Y que salía humo negro. A partir de ahí no recuerdo nada». Es el relato del horror de la propietaria de un piso del barrio de Campanar que ardió el pasado 8 de junio, obligando a desalojar a unas 40 personas de la finca de 14 alturas donde se ubica el inmueble. En el siniestro perdió a uno de sus cuatro gatos, los otros tres tuvieron que recibir atención veterinaria… pero es que ella pudo correr la misma suerte que el felino que falleció. Minutos antes, la afectada estaba en su habitación, al fondo de la vivienda, mientras el fuego se originó en la más cercana a la puerta de acceso. «Me salvé porque bajé a pasear al perro. De hecho noté un olor raro y pensé: 'A alguien se le está quemando el café'», relata.

Publicidad

Pedro lo que estaba a punto de arder era su casa. Apenas había bajado a la calle, cuando recibió la llamada de su vecino Ángel, que precisamente estaba tomando café en el balcón de su piso: «¿Estás en casa? Sale cada vez más humo de tu piso, es humo negro y sube por las celosías». «Llama al 112, pero que ya», respondió ella. Y entonces fue cuando regresó a toda prisa al edificio y trató de abrir sin éxito una vivienda que ya era una recreación del mismísimo averno.

Aquel olor que había percibido minutos antes era el los cables ya achicharrados de un enchufe en el que se originó el cortocircuito que desató, de nuevo, la psicosis en Campanar. «¿Qué pasa por este barrio que se quema todo?», escuchó y leyó Geles por redes sociales en los días siguientes. Como sucedió en febrero de 2024 en el edificio de Maestro Rodrígo, en este piso con vistas al Jardí del Túria se dio la tormenta perfecta. Primero, por el enchufe, montado vete a saber los años atrás. Y después, porque Geles estaba reformando la cocina.

Por ese motivo, había destinado la primera habitación del inmueble para guardar trastos (además de productos de limpieza y edredones para llevar a lavar) y se lo cedió también a los obreros almacenasen ahí material y herramientas. En esa estancia había maquinaria con combustible, mantas y otros objetos que contribuyeron a avivar el fuego. Y uno de los gatos se puso a dormir debajo de una de las mantas, hecho que acabaría costando la vida: «Estaba enfadado conmigo porque lo había llevado al veterinario, se había escondido ahí», explica Geles, que no sabe cómo escaparon los otros tres felinos. Lo que sí cuenta es que todos tuvieron que recibir atención, y que en un principio en un hospital le presupuestaron 3.500 euros sólo por uno de los animales: «Esa es otra de las cosas que quiero destacar, que me conoce todo el barrio y la gente se portó muy bien conmigo».

Publicidad

Entre ellas, su amiga Isabel, que se ha tenido que ir a Canadá, pero antes de viajar puso en marcha una colecta por Bizum para que Geles empiece a recuperar su vida. Porque con la indemnización del seguro no tiene ni para acabar de costear la obra, va a tener un desfase de entre 8.000 y 9.000 euros, según estima Javi. «Es que de un momento a otro me vi con lo puesto, tres gatos y el perro», señala: «Al día siguiente unas amigas me llevaron a rastras al centro comercial a comprar ropa. La eligieron ellas y yo le di la tarjeta, no estaba para nada». Dos de los gatos pasaron la noche en casa de otra vecina que también tiene felinos, un tercero necesitó atención médica, y ella y el perro permanecieron tres días alojados en casa de otra mujer de Campanar.

Y a partir de ahí, volver a empezar después de unos meses que tampoco habían sido sencillos para Geles. Trabaja como agente inmobiliario, es autónoma, y sufrió un accidente por el que estuvo un tiempo sin trabajar. Ahora ha permanecido un mes de nuevo parada y, aunque ha arrancado, tiene que someterse a una operación para que le retiren unos clavos del radio. Suerte que tuvo como pilares a estas vecinas… y a Javi, uno de sus hermanos. «Me extrañó que me llamase, porque hablamos poco por teléfono, somos más de whatsapp. Yo resido en Massamagrell. Cuando me dijo lo que había sucedido, me vine corriendo», comenta él.

Publicidad

Y en estas semanas se ha convertido en un pilar para todos los trámites burocráticos que arrancan una vez sofocado el fuego. «La vivienda fue declarada inhabitable», indica Javi: «Ahí no podía vivir. Tras las tres primeras noches, estuvo unos días en una casa que tiene una amiga en Real. Pero ella tiene la vida en Campanar». Él buscó un apartamento que cubre, durante seis meses, el seguro. Pero claro, hasta que le abonen el dinero garantizado por la póliza, Geles no puede permanecer de brazos cruzados.

La reforma del piso apenas se cubre con el dinero del continente, y el contenido ya es otra historia. Que son bienes materiales, pero para poder volver a entrar en el piso a finales de año queda mucho por hacer y dinero por desembolsar. Y suerte que los vecinos se han mostrado comprensivos. «El de arriba resultó afectado y tuvo que estar un tiempo fuera de su casa. Me dijo: 'No te preocupes, que lo cubre todo el seguro'», destaca Geles. De los restos encendidos que se desprendieron también quedaron afectados varios toldos aunque, milagrosamente, ninguno de ellos fue pasto del fuego. Entonces, quizás el siniestro hubiera adquirido mayores dimensiones.

Publicidad

Pero no sucedió. «Todos me dicen que he tenido suerte», admite Geles, a quien le cuesta sonreír, aunque sea con una mueca forzada. Piensa en el gato por el que no pudo hacer nada, y en el trabajo de reconstrucción: «Suerte que tengo a Javi, que si no… porque otro problema fue encontrar albañiles, que las empresas de reformas van desbordadas», señala. Otra consecuencia de la dana. «Al final ha sido a través de otro amigo», precisa. En el piso aún se pueden percibir las severas cicatrices del incendio. De hecho, desde la calle, sólo con alzar la vista, es imposible percibir dónde sucedió el siniestro que casi le cuesta la vida a Geles.

Y el inmueble aún es casi diáfano, como quedó después de los trabajos de desescombro, que se prolongaron varios días. «Lo que no sé es cómo se salvaron las escrituras del piso», observa Geles. «Y unas fotos de nuestros padres, que me llevé yo a casa», apunta Javi. En una pared hay colgada una bufanda del Valencia manchada de ceniza. «Es de las pocas cosas que pudimos salvar. La compramos un día que fuimos los tres hermanos a ver un partido a Mestalla. La voy a enmarcar y la pondré en el salón», comenta la mujer, a quien le cuesta forzar una mueca de algo parecido a la alegría: «La gente me dice que he estado un mes ida. Ahora estoy poco a poco recuperando la sonrisa y las ganas de hablar. Tengo llamadas y whatsapps que ni he contestado, lo iré haciendo». El piso estará reconstruido en octubre o en noviembre, pero también debe apuntalarse aún a sí misma.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias al mejor precio

Publicidad