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Urgente Largas colas en la V-30 entre Mislata y Vara de Quart en la mañana de este viernes
Acceso al local clandestino de la calle Finlandia, ya precintado por la Policía Local. Irene Marsilla

El infierno del hostal clandestino de Mestalla: «Nuestra propia calle nos daba miedo»

Vecinos de la vía Finlandia y alrededores relatan los peores episodios del establecimiento que operaba sin licencia y que ha precintado la Policía Local

Gonzalo Bosch

Valencia

Viernes, 10 de octubre 2025, 00:40

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«Mis hijos han visto gente tirada en el suelo, drogándose. Nuestra propia calle nos daba miedo», relatan los vecinos de la calle Finlandia y alrededores, en el barrio de Mestalla. Un sector de la ciudad de Valencia aparentemente tranquilo y familiar que perdió su calma con la llegada en 2023 de un hostal que ha operado hasta ahora sin la licencia de actividad aprobada. Lo que aparentemente llegó como un local de huéspedes con precios bajos se acabó convirtiendo en un lugar de encuentro de personas que no respetaban el descanso de los vecinos, que en ocasiones peleaban entre ellos y que incomodaban la convivencia de los residentes.

«La mayoría de ocasiones que han causado problemas no han sido violentos, pero también hemos vivido episodios complicados» relata uno de los vecinos cercanos al hostal. «Sobre todo hemos vivido episodios complicados con el consumo en la calle. Los huéspedes se pasaban la noche tomando cerveza en la calle y armando escándalo. Nosotros pedíamos a los responsables del local que controlaran a los huéspedes y les indicasen las normas de convivencia, pero luego nunca cambiaba nada», añaden.

Sin embargo, los peores episodios llegaban cuando el consumo no era sólo de alcohol. «Bajas con tus hijos de casa y los ves fumando porros, metiéndose cocaína o fumando en pipa. Les hemos avisado muchas veces de que llamaríamos a la Policía y les acababan registrando, multando y requisando lo que llevaban», relatan. «En una ocasión una mujer se quedó dormida sobre el capó de un coche con música en altavoz a todo volumen. Se intentó despertarla y no hubo forma. Acabamos llamando a la Policía», cuentan.

A pesar de que «la mayoría» de sucesos no eran violentos, los vecinos han lamentado momentos de angustia: «Alguna pelea entre ellos, se ha generado. De hecho, recuerdo una en la que todo empezó porque uno de los huéspedes trataba de robar al resto y le pillaron. Acabaron a golpes en la calle y de nuevo las autoridades tuvieron que acudir para frenar los incidente».

Uno de los vecinos asegura que un día, al salir de casa, «mi hijo pequeño se adelantó al salir y pasó por delante de varias de estas personas sentadas en una repisa. Cuando me di la vuelta me estaba esperando al final de la calle. Llegué hasta él y me dijo que un señor le había golpeado con la muleta. Me giré y uno de ellos, muleta en mano, nos miraba y se reía con cara desafiante».

Todos estos hechos vividos durante dos años han provocado que los vecinos cambien la forma de ver su barrio. Muchos aseguran que para cruzar la calle cambiaban de acerca para no pasar por delante de los huéspedes que bebían en la calle. «Nunca le he dicho a mi mujer que me avise cuando llegue cada vez que sale. Desde que vivimos estas cosas le pido que me diga algo», explica otro.

Y no sólo los vecinos pasaban temor ante estas situaciones. «Algunas mujeres turistas que han pasado una noche en el local han aparecido la mañana siguiente en el bar de al lado llorando y preguntando sitios cerca del barrio donde poder hospedarse. Decían que no pudieron dormir en toda la noche porque no se fiaban del resto de huéspedes», explican. El hostal está conformado de manera que son habitaciones compartidas y que la única barrera de intimidad se concreta en una cortinilla en cada litera.

De hecho, tan sólo basta acudir a las reseñas de una web que oferta el lugar para ver los comentarios de varios de los huéspedes. «Mujeres viajeras ¡NO VAYAN ALLÍ! Es barato pero la mayoría de la gente vive allí a tiempo completo (un empleado nos dijo que hay alrededor de 100 de las 140 camas disponibles). La mayoría son hombres de aspecto sospechoso que deambulan por ahí. No había cerraduras en las puertas, está sucio, hace un calor increíble y huele desagradable. No hay luz solar», muestra uno de los mensajes de una usuaria.

«El albergue tiene un ambiente extraño, no hay muchos viajeros, hay mucha gente viviendo allí o simplemente durmiendo allí, y mucha gente simplemente pasando el rato. No tuve una sensación de seguridad, no lo recomendaría para chicas, pero no tuve ningún problema. La habitación no tenía cerradura, por lo que la puerta simplemente estaba abierta, pero había casilleros afuera de la habitación, por lo que si no dejas cosas en la habitación, tus pertenencias están seguras», explica otro viajero.

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