Colorido en la calle Escalante del Cabanyal, en plena «zona cero» de la prolongación de Blasco Ibáñez. JESÚS SIGNES
Exposición: 'La transformación de Valencia 1866-2026'

El Cabanyal, el barrio deseado de Valencia

El litoral del Cap i Casal es algo así como meter en una coctelera varios siglos de historia, un rico patrimonio arquitectónico, el conflicto urbanístico más famoso y la aspiración de muchos por vivir en sus casas, lo que dispara los precios. Todo eso y bien agitado

Paco Moreno

Valencia

Viernes, 5 de diciembre 2025, 00:48

Si hay un barrio de Valencia rabiosamente orgulloso de sus señas de identidad, costumbres y tradiciones religiosas, gastronomía y hasta de su trama urbana, ese es el Cabanyal. Y esto no es ninguna tontería, dado que fue el conflicto urbanístico por excelencia en el Cap i Casal, sólo igualado en solera y popularidad por el solar de Jesuitas o la ZAL de La Punta.

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LAS PROVINCIAS prepara la celebración de sus primeros 160 años de historia y cuando salió el primer número, el Cabanyal era todavía un municipio independiente, para que se entienda la importancia de las señas de identidad del Distrito Marítimo.

La primera mención que se hace en un documento del topónimo «Cabanyal» fue en 1422, en un documento que hace mención al lugar de la reparación de un puente. Todavía quedaban 443 años para el derribo de las murallas que rodeaban la Valencia medieval y ya había un villorrio a orillas de la playa con ese nombre, un pueblo que siempre vivió del mar y de la pesca. Esto último ha desaparecido por completo, incluso los talleres.

La trama urbana que a finales del siglo XX se convirtió en lugar de conflicto tiene su origen en las barracas y chozas de los pescadores que se alineaban mirando hacia el este para lograr una mejor ventilación y formando una cuadrícula que sigue hasta nuestros días a excepción de alguna avenida que se abrió en una época más reciente. Las acequias suponían los límites de los barrios, algo que permanece todavía en el callejero municipal.

De ese conjunto de barracas frágiles no queda nada, salvo el ejercicio de algún arquitecto que desea rememorar un estilo de vida ya perdido. Es el caso de un grupo de casas construidas por el Ayuntamiento en la calle Luis Despuig, destinadas a un centro cívico y cultural todavía sin inaugurar. Sorprenden al viandante por la forma, sin duda.

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Protestta vecinal contra la prolongación de Blasco Ibáñez en 1999. DAMIÁN TORRES

Las barracas desaparecieron como tal después de sendos incendios que acabaron con todo el pueblo. La abundancia de paja y madera, unido a la proximidad de las viviendas fue una combinación letal y los siniestros de 1796 y 1875 obligaron a cambiar la configuración de unas calles cuyas líneas aún perduran.

De la pesca, como se ha dicho, ya no queda nada. El Ayuntamiento trabaja en la recuperación de la Casa dels Bous, donde se guardaba el ganado que servía para arrastrar las barcas en la playa. Todos los valencianos tienen en la memoria los cuadros de Joaquín Sorolla que inmortalizaron esa actividad. El inmueble que también custodiaba artes de pesca abrirá como un museo.

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Poble Nou de la Mar, que así se llamaba cuando era un municipio independiente, estaba formado por el Cabanyal, el Canyamelar y Cap de França. Este periodo transcurrió de 1836 a 1897, cuando la burguesía ya había tomado sus calles para convertir la zona en lugar de veraneo.

La llegada de estos veraneantes impulsó un estilo arquitectónico único: el modernismo popular. Las antiguas barracas y casas de pescadores se transformaron en edificios de una o dos alturas con fachadas coloridas, azulejos, motivos florales y ricas balaustradas, creando un patrimonio visual muy singular. Por esos inmuebles, muchos de los cuales aún se conservan, los enamorados de esta parte de Valencia están dispuestos a pagar pequeñas fortunas. El boom inmobiliario se ha notado en toda la ciudad, pero particularmente en el frente litoral, donde además se ha agudizado el fenómeno de los apartamentos turísticos.

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Pero antes de llegar a ese momento de la historia del barrio, hay que referirse a la prolongación de la avenida Blasco Ibáñez. La idea no es reciente ni mucho menos, dado que el arquitecto Manuel Sorní propuso en 1865 el primer intento de ensanche lineal de la ciudad, desde el jardín de Viveros hasta la misma playa, aunque nunca se llegó a concretar en un plan urbanístico.

Rita Barberá contempla la zona de la prolongación de Blasco Ibáñez en abril de 2010. EFE

Después llegó la propuesta de Casimiro Meseguer en 1883, un ingeniero que trazó sobre el mapa lo que luego sería la avenida Blasco Ibáñez. En su caso, terminaba en el límite de Poble Nou de la Mar. Un año antes de llegar al siglo XX, en 1899, se incorporó a los proyectos municipales con un plano del arquitecto Cortina.

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En una etapa más reciente, cuando se aprobó el Plan General en 1989, el Ayuntamiento dejó esta parte en diferido, es decir, sin tomar ninguna decisión al respecto, a pesar de que en algún documento apuntaba a que la avenida debía atravesar el Cabanyal y llegar al mar. Eso se hizo con el Plan Especial de Protección y Reforma Interior), aprobado en 1998, que recogía la prolongación de la avenida para unirla directamente con la playa.

Este plan generó un gran conflicto social y legal que llevó a la creación de la plataforma «Salvem El Cabanyal» y que, finalmente, fue paralizado por los tribunales. En 2023 se aprueba de manera definitiva el actual.

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El motivo de la paralización de la apertura de la avenida fue hacer valer los argumentos de que la Generalitat había declarado la parte central del Cabanyal, su almendra como Bien de Interés Cultural. Esto ocurrió en 1993 y fue la base para frenar la demolición de numerosas viviendas, así como los cambios en la trama urbana.

Y así se llega a una etapa en la que el Cabanyal se ha convertido en un barrio de moda de Valencia, quizás el primero al languidecer Ciutat Vella y Ruzafa. La protección patrimonial del barrio no ha servido para evitar la temida por algunos gentrificación (sustitución de la población original de clase baja o trabajadora por residentes de clase media o alta, lo que provoca un aumento en el coste de la vida). Se nota en todo, desde el precio de las viviendas hasta en el tipo de hostelería que se está asentando en una parte de la ciudad orgullosa de su gastronomía local. En los últimos años se ha abierto el debate acerca de este asunto y de las limitaciones que deben ponerse a las viviendas turísticas, para permitir así que el mercado tenga la suficiente oferta para los residentes.

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No es suficiente, a tenor de lo que está ocurriendo en todos los apartados. Las subastas de inmuebles del Consistorio, que se compraron en su día para ser derribados con motivo de la prolongación de la avenida, se saldan con precios muy elevados a pesar de que la mayoría están en una completa ruina.

El plan urbanístico actual dejó una serie de actuaciones públicas previstas más allá de los equipamientos, léase aparcamientos en altura y viviendas de promoción municipal, de las que nada se sabe. La lentitud en la tramitación ahoga en parte las inversiones privadas y las aspiraciones vecinales del barrio.

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No se puede hablar del Cabanyal sin hacerlo de su playa y del paseo marítimo que llega hasta la Malvarrosa. Esto último también fue un proyecto complicado y debatido en un periodo de doce años antes del inicio de las obras en 1991. Dos años más tarde se conectaron todos los tramos y se pudo decir que todo el litoral de Valencia estaba unido.

Aquello acabó con el cordón de dunas y numerosos talleres de reparación de barcas, amén de unos merenderos en la arena que se trasladaron al mismo paseo, ya con edificios permanentes. Ahora precisamente están en pleno derribo los primeros que serán sustituidos por otras construcciones, más acordes a estos tiempos y sobre todo más del gusto de los concesionarios.

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Pero el mismo paseo marítimo está cuestionado, no sólo los restaurantes. La falta de mantenimiento y el uso intensivo hizo que el Consistorio incluyera un anexo en el Plan del Cabanyal con una reforma de este espacio, aunque a modo de recomendación.

Como se ve, el debate urbanístico sobre el frente litoral sigue igual abierto que cuando se quería hacer la prolongación de Blasco Ibáñez. La abundancia de solares, muchos municipales, amplía también las críticas acerca de la lentitud en la recuperación del antiguo Poble Nou de la Mar.

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La exposición

Con motivo del 160 aniversario de LAS PROVINCIAS, la muestra recorre el cambio urbanístico de la ciudad donde nació y tiene su sede.

- Dónde. Centre del Carme Cultura Contemporània.

- Sala. Sala Dormitorio, en el piso 2.

- Fechas. Del 11 de diciembre a mediados de febrero.

- Horario. De martes a domingo, de 10 a 20 horas

- Acceso gratuito.

La ilustración

Para cada hito hemos seleccionado a un artista plástico.

Laura Castelló - Castelló 1983

Los textos

Sobre cada hito reflexiona un escritor, periodista, arquitecto o profesor.

Sara Portelai Valls - Directora de Open House Valencia

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