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Bóveda estrellada de la iglesia de Jesuitas, junto al Jrdín Botánico. Irene Marsilla

2.880 gomas de borrar para salvar la bóveda celeste de Jesuitas

El templo neobizantino próximo al Jardín Botánico encara el reto de recuperar sus colores tras restaurar sus 77 vidrieras

Lola Soriano Pons

Valencia

Jueves, 21 de agosto 2025, 23:59

A la iglesia de los Jesuitas (consagrada el 12 de octubre de 1887) le van a salir los colores. Y es que el templo, ... ubicado al final de la Gran Vía Fernando el Católico, junto al Jardín Botánico, está inmerso ya en la tercera fase de restauración integral.

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En una primera etapa se intervino para eliminar humedades y goteras y evitar el desplome de la cubierta; en una segunda se recuperó el órgano del templo y restauraron y repararon con expertos artesanos de la firma Ximo Roca las 77 vidrieras que consiguen crear un verdadero arcoíris en las tres naves cuando inciden los rayos de sol.

En este caso, ya se ha conseguido poner en valor el conjunto policromado más grande de Valencia y, ahora, es el momento de dar protagonismo a los colores de las pinturas, de eliminar barnices y suciedad con el fin de potenciar la rica gama cromática de este templo de estilo neobizantino con toques neorrománicos.

Antes de reintegrar faltantes o de retirar barnices, la fase de limpieza juega un papel vital para el resultado final. A la limpieza de tipo industrial para eliminar el polvo por aspiración, se sumará también la limpieza mecánica, por ejemplo en la imponente bóveda estrellada.

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En este caso, el método manual que se va a emplear es la retirada de la suciedad con la aplicación de gomas de borrar, las que usan los estudiantes en los colegios, como explican Xavier Laumain, del estudio de arquitectura Arae Patrimonio y Restauración, que lleva la dirección facultativa, y Sofía Martínez Hurtado, gerente de Noema Restauradores y responsable de la dirección técnica del proyecto.

«En este caso la zona que se limpiará aplicando manualmente la goma de borrar es la bóveda estrellada que tiene 40 metros de largo y 10 metros de ancho y servirá para retirar el polvo acumulado y los restos de humo de las antiguas velas», detallan.

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El trabajo se realizará a doce metros de altura y con dos plataformas en altura que se van trasladando según la zona donde se interviene.

Para hacerlo posible tienen previsto emplear al menos 120 cajas de gomas de borrar «y como van 24 en cada una, sumarán 2.880 gomas», añade Sofía Martínez.

Otras tareas para sacar los colores a la iglesia serán las de consolidación de diferentes capas pictóricas, la extracción de sales o la eliminación de barnices. Una buena prueba es «que en muchas pinturas del templo se emplearon barnices de protección que eran resinas, tipo goma laca, y con el tiempo se oxidan y no dejan ver el color real de las decoraciones», argumenta Sofía.

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Fachada de Jesuitas, trabajos de restauración de la pintura y cata para buscar los colores originales. Irene Marsilla

Esta oxidación se puede ver en puntos como las columnas decorativas marmolinas que rodean el altar. «Ahora mismo tienen un tono oscuro, verde amarillento, y con las catas que hemos hecho se ha comprobado que tiene un tono azul precioso», describen.

En el coro, por ejemplo, «la pintura mural está amarillenta, y cuando se limpie saldrán los tonos rosas, azules, blancos y destacará la imagen de la Virgen Inmaculada», añaden.

El templo fue construido por Joaquín María Belda, «el mismo autor de la iglesia que hay en la Beneficencia», según detalla Laumain, y está repleto de elementos decorativos «con motivos vegetales de inspiración egipcia», como recuerda Sofía Martínez.

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Explican que ya están trabajando en las labores de devolver el esplendor a los capiteles. «Tienen una policromía muy viva con tonos azules, verdes, rojo bermellón y blancos». Y añaden que para eliminar toda la suciedad y sacar a la luz los tonos brillantes «en cada capitel pueden necesitarse perfectamente dos semanas de trabajo».

Una mención especial merece la cantidad de matices dorados que llevan las pinturas y los estucos de esta iglesia.

Cielo con estrellas

Como anécdota, la bóveda primero tuvo una trama de cuatro crujías y el altar, y el fondo azul prusia del fondo que imita el cielo está repleto de estrellas, tanto en tono azul claro como de oro, pero con futuras ampliaciones de la bóveda, se añadieron tres crujías y la bóveda ya era sólo con estrellas de oro, sin las azules.

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Resplandor de la vidriera, altar dedicado a la Inmaculada y una de las lámparas del templo. Irene Marsilla

A la hora de analizar los dorados de todo el templo «hemos comprobado que en las partes altas se ha conservado el oro fino de técnica al agua, pero con el tiempo hubo alguna intervención y desde la cornisa al suelo se doró con técnica grasa, con barniz, y no se podía bruñir para darle el brillo», describe Sofía.

En el caso de las partes bajas del edificio, como añaden Sofía y Xavier, en algunos puntos «se aplicó en las restauraciones purpurina y se ha oxidado y tiene un aspecto verde pardo y hay que eliminarlo y recuperar el dorado original».

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Otra zona del templo de Jesuitas donde habrá mucho trabajo que hacer es en las naves laterales, donde hay un techo artesonado. Eso sí, «es un artesonado que no se hizo de madera sino de escayola y luego todo pintado con la apariencia de madera y los dorados. En realidad es un trampantojo de la época», asegura la restauradora.

Ahora tendrán que recuperar los matices de la pintura durante la rehabilitación.

Durante estos trabajos también han tenido que actuar en los lunetos de la bóveda, ya que a causa de las escorrentías de agua las cenefas decorativas se habían dañado y se han tenido que sacar calcos y se han reproducido. «También se han hecho cosidos y microcosidos de las grietas de la bóveda y en algún paramento», añaden.

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En el suelo del templo se han levantado las baldosas hidráulicas para poner suelo radiante, para que en un futuro los asistentes a las celebraciones no pasen frío.

Cabe destacar que no sólo se va a intervenir en la pintura y en las grietas o faltantes, además, ya se están restaurando las majestuosas lámparas de la iglesia. «Hay un total de 18, además de candelabros de pared», indican. Esta tarea laboriosa, según Laumain, «la están realizando los orfebres Hermanos Piró y parte de ellas Juan Orts, descendiente del orfebre que hizo las originales de los años 40, en las obras de reforma».

Más tarde se actuará en las fachadas, con la restauración de enlucidos, molduras, cornisas y en las cúpulas de los torreones de la fachada principal y también en la espadaña y se pintará del color original: el siena (dorado).

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Una campana con historia

Las campanas de la iglesia también tienen su historia, «ya que una de ellas la cedió un jesuita a un ermitaño de Benigànim», se trataba de Salvador Romaguera, más conocido por su participación en la década de los 90 en el conocido programa 'Crónicas marcianas' de Sardá. Tras su muerte y gracias a la colla de campaners de l'Olleria, se indagó en el origen y ya se encuentra en el templo jesuita a la espera de que esta campana, de nombre 'San José' vuelva a tañer.

Para documentar todo este trabajo se usará en septiembre un dron, para captar en 3D todo el edificio, y en diciembre de 2026 se hará una segunda toma de datos.

No hay que olvidar que esta última fase del proyecto comenzó en mayo de 2025 y se ha buscado una fecha muy significativa, como es la Nochebuena de 2026, para hacer la inauguración.

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Cuando reabra el templo se dedicará al culto y también acogerá celebración de bodas y durante el proceso de la restauración también ha servido para impulsar proyectos como talleres de vidrieras.

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