Los campamentos de verano se tematizan: de 'swifties' a futuras estrellas del rock o promesas del golf
La falta de conciliación por las vacaciones escolares, combinado con los valores pedagógicos que se transmiten en estas actividades han multiplicado la oferta en los últimos años
España es el segundo país europeo con las vacaciones escolares más largas, sólo por detrás de Grecia. Al parecer, ha sido un proceso gradual consolidado ... durante el siglo XX, y que tiene su origen en que en una sociedad rural, cualquier mano, también la de los niños, era fundamental para las tareas agrícolas estivales. En el resto de Europa, los alumnos disfrutan de descansos repartidos a lo largo del año, que en el caso de España se acumulan durante los meses más calurosos, una circunstancia que para los padres supone un verdadero quebradero de cabeza. Encajar este periodo vacacional con el suyo propio, sobre todo para aquellos que viven en las ciudades, es como un puzzle con piezas sueltas, así que los campamentos, diversificados y tematizados hasta el infinito, han llegado al rescate de las familias.
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No es un fenómeno nuevo, ni mucho menos. De hecho, los campamentos nacieron asociados a la necesidad de que los niños que vivían en las ciudades pudieran entrar en contacto con la naturaleza. El primero del que se tiene constancia se organizó en Suiza a finales del siglo XIX, y junto a esa inmersión en un entorno natural había otros objetivos, relacionados con la disciplina y el esfuerzo físico, una concepción pedagógica que allanó el camino al movimiento scout, surgido a principios del siglo XX. Más de un siglo después, los scouts y los juniors, el movimiento católico circunscrito a la diócesis de Valencia que surgió en los años ochenta, tienen serios competidores.
En la Comunitat Valenciana existen decenas de propuestas, que se mueven entre las escuelas de verano que organizan clubes deportivos y concejalías, campamentos multiaventura, aquellos que combinan el aprendizaje de idiomas con otro tipo de actividades y los urbanos. Y es aquí donde la tematización ha llegado a niveles insospechados. Por ejemplo, el 'Swifties Camp 2025', que se publicita como el primer campamento en España inspirado en la cantante Taylor Swift, dirigido a niñas de entre nueve y doce años que quieran «explorar su creatividad, desarrollar habilidades musicales y fortalecer su confianza», unas actividades que se organizan en el barrio de Russafa. Para un poco más mayores, y sin salir de Valencia, se puede explorar el mundo del rock en una experiencia que se alarga durante quince días para «sacar el máximo partido a tu instrumento, crear tus propios temas, gestionar tu banda…» y donde incluso ofrecen la posibilidad de tocar «en directo con un público entregado». Si el talento del joven es deportivo, hay opciones que van desde practicar el golf hasta compartir entrenador con Carlos Alcaraz en la escuela de tenis de Juan Carlos Ferrero en Villena. O asistir a un campus de fútbol en las instalaciones del Valencia CF. Existe además la opción de enrolarse en un barco escuela en Oropesa del Mar. «Es la combinación perfecta de inmersión en inglés con actividades, juegos y talleres en la playa y un programa de deportes acuáticos, como vela, windsurf, piragüismo…». Los hay que, además de combinar inglés y actividades deportivas se suman talleres de inteligencia emocional y técnicas de relajación, como el que organiza Torrenostra Camp en el parque natural de Prat de Cabanes, también en Castellón. De vuelta a la ciudad, el colegio mayor Galileo Galilei acoge un campus con estancia aprovechando que los estudiantes universitarios vuelven a sus casas, mientras que en EDEM organizan cursos de verano para estudiantes de entre 14 y 17 años para cultivar su vena más emprendedora, o sus habilidades tecnológicas.
Enrique Castillejo, presidente del Colegio de Pedagogos y Psicopedagogos de la Comunidad Valenciana, cree que los campamentos de verano son «una oportunidad maravillosa» para que los niños y los jóvenes puedan salir de su zona de confort, para socializar y también para someterse a una disciplina de grupo que durante el año es mucho más complicado de aplicar. Según Castillejo, es una forma de aprender adaptarse a diferentes contextos fuera del mundo digital, y de hecho cree que España se ahorraría muchos millones de euros en salud mental y fracaso escolar si se fomentaran más este tipo de iniciativas, a nivel público, ya que permiten desarrollar dos conceptos fundamentales en los adolescentes, que es básicamente aprender a cuidar de sí mismo y la relación con el otro.
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El pedagogo sin embargo advierte de que este tipo de iniciativas nunca puede estar reñido con tiempo en familia, y tener claras las expectativas. Es decir, un niño nunca podrá aprender a tocar la guitarra como Paco de Lucía en un campamento de verano, por muy intensivo que sea. O convertirse en un Carlos Alcaraz.
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