¿Por qué nos despertamos a las 3 o 4 de la madrugada cada día?
Pese a que mucha gente considera que se trata de un problema con el sueño, expertos subrayan que, bien gestionado, puede tener beneficios
Es una situación muy habitual para muchas personas cada día. En plena madrugada, abren los ojos y se desvelan. Sienten que el sueño ha sido interrumpido y temen que sea imposible volver a dormirse. Este hecho puede generar frustración y preocupación y la situación, muchas veces molesta, se atribuye a menudo al estrés o la ansiedad. Sin embargo, la ciencia ha identificado diversos factores fisiológicos y psicológicos que pueden explicar este patrón de vigilia nocturna y, lejos de ser únicamente un problema, este despertar en mitad de la noche, sobre las 3 o las 4 de la mañana, puede tener ciertos beneficios según la forma en la que se gestione.
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Tal y como explican algunos expertos, el sueño humano se organiza en ciclos de aproximadamente 90 minutos, que alternan entre el sueño ligero, profundo y la fase REM. A medida que avanza la noche, los periodos de sueño profundo se acortan y predominan los de sueño ligero y REM. Esto hace que, hacia las 3 o 4 de la madrugada, el cuerpo esté en una fase más susceptible a despertares espontáneos.
La melatonina es la hormona encargada de regular el sueño, y su producción alcanza su punto máximo en torno a la medianoche. Hacia la madrugada, su nivel comienza a descender, preparando al cuerpo para el despertar. En algunas personas, este descenso puede ser más abrupto, favoreciendo estos despertares prematuros.
Asimismo, los altos niveles de cortisol, la hormona del estrés, pueden contribuir a un sueño fragmentado. Si una persona se duerme con preocupaciones o pensamientos intrusivos, es más probable que su cuerpo active mecanismos de alerta durante la madrugada, llevándola a despertarse y dificultando la conciliación del sueño nuevamente.
¿Es perjudicial despertarse a estas horas?
No necesariamente. En la antigüedad, el sueño bipartito (dos fases de sueño separadas por un período de vigilia) era una práctica común en muchas culturas. Las personas dormían unas cuatro horas, se despertaban durante un rato para leer, rezar o reflexionar, y luego volvían a dormirse hasta el amanecer. No obstante, cuando empieza a generar insomnio crónico o afecta la calidad de vida, conviene tomar medidas.
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Mantener horarios regulares de sueño, evitar pantallas antes de acostarse, reducir la cafeína y practicar la relajación pueden ayudar a minimizar los despertares nocturnos.
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