Los ensayos clínicos, la gran esperanza en la lucha contra el cáncer de mama
LAS PROVINCIAS organiza un debate para hablar sobre la investigación, la medicina más humana, personalizada y con mayor supervivencia
Sandra Paniagua
Domingo, 19 de octubre 2025, 00:59
Con motivo de Día Mundial del Cáncer de Mama, las palabras se tiñeron de emoción y ciencia en La Rotativa de LAS PROVINCIAS. Médicos y pacientes compartieron una misma certeza: la investigación salva vidas, pero son las mujeres quienes sostienen la esperanza. Cada ensayo clínico es una promesa de futuro, un paso más en la lucha por transformar el miedo en fuerza, la enfermedad en aprendizaje y la supervivencia en vida plena. «El ensayo clínico es lo que va a mejorar el pronóstico de las pacientes y del cáncer, tanto en términos de eficacia como de calidad de vida», aseguró el doctor Joaquín Gavilá, jefe del Servicio de Oncología Médica del Instituto Valenciano de Oncología (IVO), recordando que España es uno de los países líderes en investigación, gracias al compromiso de quienes se ofrecen de forma altruista a participar. «La ciencia avanza porque ellas confían», añadía, en una mañana donde se habló tanto de tecnología y tratamientos como de humanidad y esperanza. Junto al doctor Gavilá estuvieron en la mesa la doctora Begoña Bermejo, oncóloga del INCLIVA-Hospital Clínico; la doctora Elvira Buch, jefa clínica de Cirugía del Hospital Clínico; Cristina Flor, psicóloga de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), y Esther Ochoa, paciente oncológica.
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Los cinco participantes en la mesa de expertos coincidieron en que el objetivo actual no es solo sobrevivir al cáncer de mama, sino vivir más y mejor. «Cada vez damos más peso a la nutrición, al ejercicio físico y al abordaje psicológico. La esfera sexual, la reincorporación laboral o la autoestima forman parte del tratamiento, tanto como la cirugía o la quimioterapia», explicó el doctor Gavilá. La doctora Bermejo subrayó que «la calidad de vida es hoy una prioridad, incluso por encima de la eficacia en algunos casos. Hay pacientes que prefieren tratamientos menos agresivos para mantener su bienestar físico y mental».
Desde la cirugía, la doctora Elvira Buch habló de la «desescalada quirúrgica», una tendencia que busca intervenir lo mínimo posible sin comprometer la eficacia: «Intentamos hacer las mínimas mastectomías posibles y, cuando las hacemos, con reconstrucción inmediata. Hemos pasado del 10% al 60% de reconstrucciones inmediatas en el Clínico, y eso les da mucha calidad de vida».
Esa mirada más humana también atraviesa la comunicación médica. «Ya no informamos igual a todos los pacientes. Hemos aprendido a adaptar el mensaje según su forma de ser de cada uno de ellos. Hay quien necesita agua y hay quien necesita tierra», dijo el doctor Gavilá con una metáfora que arrancó sonrisas entre sus colegas. La doctora Buch coincidió al decir que «éramos los padres que decían lo que había que hacer. Ahora la paciente tiene voz y voto, pero esa libertad también genera vértigo. Decidir qué hacer con su cuerpo no siempre es fácil».
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Impacto emocional
Para Cristina Flor, el verdadero desafío empieza el día después del diagnóstico. «Entre el 'tengo cáncer' y el inicio del tratamiento hay una etapa de incertidumbre enorme, de miedo y ansiedad. En ese momento actuamos para normalizar esas emociones y evitar que se sientan culpables por tener miedo o tristeza. Es una reacción adaptativa, necesaria para empezar a afrontar el proceso», explicó.
Durante el tratamiento, el foco está en «hacer» —quimio, cirugía, radioterapia—, pero cuando todo termina, llega el vacío. «El día cero, el del diagnóstico, marca un antes y un después. Las pacientes creen que su vida volverá a ser la de antes, pero nada más lejos de la realidad», añadió Flor. Por su parte, la doctora Bermejo, coincidió al indicar que «cuando acaban el tratamiento, muchas se enfrentan a un nuevo calvario. La sociedad las da por curadas, pero siguen con cansancio, secuelas físicas, hormonales y emocionales. No son las mismas mujeres que el día que empezó su enfermedad».
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La doctora Buch apuntó otro momento crítico: cuando la paciente deja la medicación. «Ahí muchas me dicen: '¿Y ahora qué?'. Se sienten solas, sin control, sin revisiones. Por eso necesitamos más seguimiento y recursos humanos. No podemos ofrecer continuidad si faltan profesionales».
El papel de la paciente
En esa búsqueda de equilibrio entre ciencia y humanidad, la voz de Esther Ochoa resonó con fuerza. «La ciencia salva vidas, pero la actitud también. He tenido la suerte de contar con un equipo de alto rendimiento en mi tratamiento y lucha contra el cáncer y creo que ahí está la clave: confianza mutua entre paciente y profesionales». Ochoa, que fue tratada en el Hospital Clínico, defendió un enfoque integral: «El cáncer te cambia no 360 grados, sino 720 grados. No se trata solo de curarse, sino de aprender a convivir con él».
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También reclamó reconocimiento para quienes están al otro lado: «Los médicos y enfermeras lo dan todo, pero necesitan más apoyo. No solo el 19 de octubre, sino cada día». El doctor Gavilá coincidió en esa afirmación, ya que «tenemos que cuidar al que cuida. Los oncólogos somos una de las profesiones con más 'burnout'». Esta afirmación fue confirmada por Cristina Flor al señalar que desde la psicología «somos pocos profesionales para atender a muchos pacientes. Faltan recursos humanos tanto en salud mental como en oncología. Es una realidad que debemos visibilizar».
En el ámbito científico, los ponentes subrayaron la fortaleza del sistema español de investigación, especialmente en la Comunitat Valenciana. «El INCLIVA y el IVO trabajan en red, compartiendo conocimiento y diseñando ensayos clínicos cooperativos, junto con otros hospitales. Sin las pacientes, nada de esto sería posible», recalcó la doctora Bermejo. Y añadió que «muchas participan de manera altruista, sabiendo que tal vez no se beneficien ellas, pero sí sus hijas o las mujeres que vengan detrás».
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La doctora Elvira Buch recordó que también en cirugía se investiga de forma silenciosa: «Hacemos ensayos sin apoyo de la industria farmacéutica, en horas que nadie nos paga. Y aun así seguimos, porque creemos en lo que hacemos». El doctor Gavilá defendió que los ensayos clínicos «no convierten a nadie en conejillo de Indias», sino que son el camino hacia nuevos tratamientos más eficaces y menos invasivos. «La ciencia avanza gracias a la colaboración de las pacientes y a la confianza que depositan en los equipos médicos. España puede presumir de una investigación clínica de primer nivel», concluyó.
Pero no solo en la investigación está la clave, sino que los especialistas coincidieron también en la importancia de la prevención. «Una vida saludable no es una moda, es la mejor herramienta en la lucha», dijo la doctora Bermejo. La oncóloga abogó por actualizar los programas de cribado e incorporar inteligencia artificial para personalizar las revisiones. «No todas las mujeres necesitan la misma frecuencia ni el mismo tipo de pruebas. El cribado actual se ha quedado obsoleto».
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La doctora Buch, por su parte, reivindicó la dieta mediterránea «de verdad, la de toda la vida, la de nuestras abuelas, con legumbres, frutas y pescado». Y añadió con humor: «Si un día te apetece tarta, cómetela, pero no bebas todos los días un litro de vino. Todo tiene que hacerse con equilibrio».
En ello insistía Cristina Flor al comentar que «debemos educar en hábitos saludables desde la infancia y recuperar el valor de cocinar, moverse y cuidarse». Por lo que el doctor Gavilá recordó que «la obesidad es ya el segundo factor de riesgo de cáncer tras el tabaco» y que incluso en pacientes diagnosticadas «mantener una vida activa reduce hasta un 30% el riesgo de recaída».
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Los avances en tecnología también tuvieron su momento, puesto que también está cambiando la medicina. «La inteligencia artificial nos ayudará a ver lo que el ojo humano no ve, pero aún falta una base de datos común entre hospitales. Cada centro usa un sistema distinto y eso nos limita», explicó el doctor Joaquín Gavilá y la doctora Bermejo coincidió en la afirmación para apuntar que «la mayoría de las historias clínicas son textos libres. No podemos extraer estadísticas ni comparar resultados. Necesitamos interoperabilidad real».
Sin embargo, los expertos alertaron del mal uso de la IA por parte de algunos pacientes. «He tenido casos de mujeres que han rechazado una cirugía curativa porque leyeron en Internet una supuesta terapia milagrosa. A veces vuelven dos años después con un tumor avanzado», lamentó la doctora Buch. Cristina Flor añadió: «No se trata de demonizar la tecnología, sino de aprender a usarla. ChatGPT o Copilot no son médicos. Hay que reforzar la educación digital sanitaria y la confianza en los equipos profesionales».
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No obstante, como conclusión y nota positiva, todos los participantes coincidieron en que la lucha contra el cáncer de mama avanza hacia una medicina más personalizada, empática y tecnológica, donde la paciente es protagonista de su propio proceso. Pero también subrayaron la necesidad de reforzar el sistema sanitario. «No se trata solo de fármacos o quirófanos, sino de personas», resumió Esther Ochoa.
El doctor Gavilá cerró el encuentro con un mensaje de esperanza: «Hemos pasado de dos fármacos a disponer de veinte, de las mastectomías radicales a cirugías conservadoras, de hablar de supervivencia a hablar de calidad de vida. El cáncer de mama hoy se cura en la mayoría de los casos, pero la batalla real está en acompañar, escuchar y cuidar. En eso, todavía tenemos camino por recorrer».
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