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Jaque mate al alzheimer: el deporte como terapia para envejecer mejor

Diversos estudios avalan que el juego del ajedrez ayuda a combatir las enfermedades neurodegenerativas: un estudio del Clínico de Valencia demostró las propiedades de esta clase de terapias

Jorge Alacid

Valencia

Domingo, 27 de julio 2025, 00:22

Alma Bueno es una neuropsicóloga valenciana que imparte su docencia en el campus de la Católica. Especializada en diversas áreas de conocimiento, lleva largo tiempo ... indagando al respecto de un ámbito científico muy interesante: las terapias que ayudan a detener el deterioro cognitivo que sufren pacientes de edad avanzada. Fruto de sus pesquisas, dirigió en el año 2008 un curioso estudio avalado por el Hospital Clínico: una investigación sobre cómo el ajedrez ayuda a prevenir los síntomas de enfermedades neurodegenerativas y contribuye por lo tanto a un propósito de fondo de orden superior: servir como garantía de un proceso de envejecimiento más saludable. Jugar y ganar esa batalla. Darle jaque mate a los fantasmas que acompañan esa clase de enfermedades. «Mi campo de especialización», señala, «ha estado siempre centrado en las enfermedades neurodegenerativas, especialmente en las demencias como el alzheimer, la esclerosis múltiple y otras patologías neurológicas en las que puede haber afectación cognitiva». Cita entre ellos los casos de accidentes cerebrovasculares, los traumatismos craneoencefálicos o la epilepsia: un campo de investigación que ya en el año 2000 encaminó sus indagaciones al ámbito concreto del ajedrez.

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Bueno recuerda que fue entonces cuando la Conselleria de Sanidad encargó al Servicio de Neurología del Clínico, dirigido por el Dr. José Miguel Láinez, un estudio epidemiológico sobre el envejecimiento de la población y la prevalencia e incidencia de la demencia en la ciudad. «A partir de ese proyecto inicial, desarrollamos diversas investigaciones centradas en la enfermedad de alzheimer, entre ellas el estudio vinculado a la práctica del ajedrez, relata. La Conselleria facilitó la colaboración con varios Centros Especiales de Atención al Mayor, cuyos usuarios participaron en el estudio. »Seleccionamos centros con perfiles sociodemográficos diversos, como los de Torrent, el Cabañal y el de las Islas Canarias, añade. Con un objetivo central: «Explorar si la práctica regular del ajedrez podía actuar como una herramienta de intervención no farmacológica, capaz de frenar o ralentizar el avance del deterioro cognitivo en personas diagnosticadas de alzheimer».

Dicho y hecho. Bajo la dirección de Láinez, Bueno se encargó del diseño metodológico y del protocolo de evaluación neuropsicológica, con el concurso para la aplicación de las pruebas de la psicóloga Isabel de la Fuente. El equipo diseñó un estudio con dos grupos en cada centro: uno control (sin deterioro cognitivo) y otro experimental (diagnosticados de alzheimer). «Ambos grupos», explica, «fueron evaluados en sus funciones cognitivas al inicio del estudio, y de nuevo a los 3, 6 y 9 meses». «Mientras tanto», prosigue, «los participantes del grupo experimental recibieron clases de ajedrez». Una práctica consistente en 1,5 horas semanales, en una o dos sesiones) impartidas por el profesor de ajedrez Mauricio Vasallo. «Ninguno de los participantes sabía jugar previamente: todos debían aprender desde cero», apunta. En paralelo, el denominado grupo control se ocupaba de actividades distintas no relacionadas con el ajedrez.

La frase

«Actividades como el ajedrez contribuyen a preservar la reserva cognitiva»

Alma Bueno

Neuropsicóloga

La frase

«Al cerebro le viene bien en cualquier edad resolver tareas complejas»

Juan Antonio Montero

Psicólogo y ajedrecista

¿Resultado? Muy relevante. Bueno concluyó que los resultados de su experimento «mostraron diferencias significativas entre ambos grupos: mientras que el grupo control mantenía un rendimiento estable, en el grupo experimental se observaron mejoras en diversas funciones cognitivas». En concreto, alrededor del 65 % de los participantes con alzheimer mejoraron su rendimiento en áreas como la atención sostenida, la memoria de trabajo, la memoria visoespacial, la velocidad de procesamiento de la información y la flexibilidad cognitiva«. Siguiente fase, pasar del ensayo a la introducción de mecanismos de mejora a la vista de un desenlace tan halagüeño: un propósito que no prosperó. Bueno recalca que »como científicos, nuestro papel consiste en diseñar estudios rigurosos, analizar los datos y difundir los resultados dentro de la comunidad científica«. Es decir, que se limitan a »aportar evidencia«. La aplicación específica de medidas sanitarias y sociales »depende de las instituciones competentes«. ¿Qué hicieron al respecto esas instituciones? Bueno responde que su equipo comunicó los resultados »a las autoridades pertinentes« pero ignora si como consecuencia se activaron protocolos concretos de actuación.

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La especialista de la Universidad Católica sí que esgrime una evidencia, basada en su convencimiento de que la práctica de esta clase de disciplinas es también conveniente en la fase de prevención: no hay que esperar a que la enfermedad cuaje para mejorar la manera de enfrentarse a ella. Entender el ajedrez como una vía para mejorar la calidad del envejecimiento, puesto que según su autorizado juicio «la prevención comienza mucho antes de que aparezcan los primeros síntomas». «La clave está en fortalecer lo que denominamos reserva cognitiva, un concepto que hace referencia a la capacidad del cerebro para resistir el deterioro», sugiere. Y agrega: «Esta reserva se construye y mantiene mediante actividades intelectualmente estimulantes realizadas de forma constante a lo largo de la vida». Bueno recalca que «numerosos estudios han demostrado que las personas con alta reserva cognitiva muestran patrones cerebrales más eficaces y tardan más en manifestar síntomas clínicos de deterioro. Actividades como jugar al ajedrez, leer, resolver problemas de lógica, aprender nuevos idiomas o usar tecnología, pueden contribuir significativamente a desarrollar y preservar esta reserva».

Su recomendación central se dirige hacia esa línea argumental: «No se trata de buscar una solución mágica cuando ya existe un diagnóstico, sino de incorporar desde edades tempranas hábitos de vida intelectualmente activos que promuevan un envejecimiento saludable y autónomo». Un dictamen que hace suyo, con otras palabras pero parecidas tesis, un especialista en el ámbito del ajedrez igualmente reputado. El extremeño Juan Antonio Montero, experto en este juego y psicólogo de profesión, ha dedicado tiempo, recursos y energía a explorar esa misma relación entre esta clase de actividades y el proceso de envejecimiento y deterioro cognitivo. Sus opiniones apuntan en la mima dirección que el estudio que Bueno protagonizó en el Clínico hace diecisiete años: «Al cerebro, en cualquier momento y edad le va muy bien la realización de tareas complejas», sostiene Montero. Alude en concreto a practicar rutinas que impliquen participación social, interactuación... Actividades de dificultad creciente que aumenten la conectividad neuronal, según sus consejos. El ajedrez, por ejemplo.

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Para este especialista, el ajedrez permite trabajar a quienes lo practican como un «entrenamiento cognitivo». «Es especialmente recomendable para los mayores», asegura. En esa franja de edad, está comprobado que se registra «una disminución en la velocidad del procesamiento cognitivo». De ahí que la práctica de este deporte sea en su opinión tan aconsejable: se trata, para Montero, de una actividad con beneficios tanto sociales como terapéuticos, que ayudan a quienes se entregan a ella a fijar «el equilibrio óptimo entre lo complejo y lo simple». Una búsqueda que no segrega en función de su edad a quienes se sitúen a ambos lados del tablero. «El ajedrez está muy bien adaptado a los límites de la cognición humana», concluye.

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