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Residentes y parte del equipo de Ballesol Patacona. N.Roca.

Sol y playa, terapia para combatir la soledad

Usuarios de la residencia Ballesol en Alboraya disfrutan de un modelo de convivencia que apuesta por sesiones de aquagym y baños de mar que refuerzan la salud física, la autonomía y la convivencia ·

Nacho Roca

Alboraya

Jueves, 4 de septiembre 2025, 17:00

En Ballesol Patacona, la playa no es solo un paisaje frente a la ventana: es parte activa de la vida de los residentes. Cada semana, grupos de mayores acompañados por el equipo del centro salen a la arena para pasear, bañarse en aguas adaptadas o practicar actividades acuáticas como el aquagym. «Son experiencias que les aportan beneficios físicos, emocionales y sociales muy valiosos», explica la directora del centro, María Luisa Vivas. La residencia ha convertido el contacto con el mar en una herramienta de salud y bienestar. Las actividades acuáticas no solo mejoran la movilidad y la circulación, también fomentan la autonomía y el estado de ánimo. «El mar mejora el ánimo y crea vínculos entre ellos», subraya Vivas. La soledad no deseada es una de las principales preocupaciones entre las personas mayores: nueve de cada diez consideran que se trata de un problema social grave que puede derivar en enfermedades físicas y mentales. Este modelo implantado por el centro situado en Alboraya apuesta por actividades en el agua (que incluye sesiones de Aquagym, Taichí y gimnasia acuática) como alternativa al ocio convencional: una terapia para mejorar en salud y bienestar.

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De hecho, las propias instalaciones del centro ya están diseñadas para eliminar barreras: accesos adaptados, espacios amplios, ascensores y ayudas técnicas que garantizan la participación de todos. La fisioterapeuta Andrea, el TASOC Javi y la terapeuta ocupacional Celia coordinan las sesiones, adaptadas a cada residente. «El agua protege las articulaciones, fortalece músculos y mejora la circulación. Es un ejercicio completo y sin riesgo de lesiones», señalan. Los propios mayores avalan la experiencia. Consuelo Rúa, de 90 años y fallera mayor del centro en 2024, asegura que cada salida a la playa le transporta a su juventud. «Me encanta tomar el sol, pasear… Me recuerda cuando iba al balneario de las Arenas o cuando disfrutaba con mis hijos. Además, aquí he hecho nuevas amistades y me siento muy acompañada». Jesús, de 78 años, destaca la recuperación física: «Pensaba que nunca más podría disfrutar del mar. Gracias al aquagym camino mejor, tengo más flexibilidad y me siento contento».

La regularidad de estas actividades refuerza rutinas positivas, motiva y genera un fuerte sentido de pertenencia. Y no todo se queda en el verano: el centro mantiene un calendario activo todo el año, con propuestas como visitas al mercado, talleres de teatro, el coro o la preparación de la falla y el árbol de Navidad. En el caso de las actividades al borde del mar, se organizan mediante grupos donde participan ocho residentes, con edades comprendidas entre los 75 y los 90 años, aunque algunos superan incluso esa franja. Las sesiones se desarrollan entre la piscina adaptada de la residencia y la playa de Alboraya, donde los mayores practican ejercicios de flotabilidad con material auxiliar, movimientos laterales, flexiones de brazos y rutinas de yoga acuático.

«Las actividades grupales como el aquagym, la natación o el baile acuático ayudan a reducir el riesgo de soledad al generar apoyo social y sentido de pertenencia», explican Andrea y Javi. «Les permite superar barreras físicas y sociales, evita el aislamiento y favorece la creación de redes de apoyo», añaden. Una opinión que corrobora uno de los residentes, Jesús, que ha redescubierto su afición a la pesca en los atardeceres de la Patacona, y para Consuelo, que decidió quedarse a vivir tras un verano de prueba. Ambos coinciden en que Ballesol es mucho más que una residencia: es un lugar donde seguir disfrutando de la vida en comunidad, frente al mar.

También Rosario, una residente de de 84 años de edad, se suma a la cálida acogida que reciben estas actividades. Ella es una de las participantes más activas. Llegó a Ballesol Patacona con una movilidad muy reducida y un estado de ánimo bajo, pero tras un periodo de rehabilitación en el gimnasio, el equipo le animó a sumarse a las actividades acuáticas. «Al principio no me convencía, pero ahora no me pierdo una sesión», reconoce. Rosario participa en clases de aquaeróbic en la piscina adaptada y lleva su 'noodle' y su andador a la playa para ejercitarse en el mar. «Si no hubiera estado aquí me habría quedado postrada en la silla de ruedas. Es un esfuerzo, pero la recompensa es enorme: tener salud y sentirme acompañada», asegura.

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El caso de Rosario ilustra el verdadero objetivo de este programa: utilizar el agua como herramienta de bienestar físico, emocional y social para que las personas mayores puedan vivir con mayor calidad de vida y menos soledad. La evidencia científica respalda los beneficios del ejercicio en el agua para las personas mayores. Se trata de actividades de bajo impacto articular, ideales para quienes tienen movilidad reducida o problemas musculoesqueléticos. También mejoran el estado de ánimo y reducen el estrés gracias al efecto relajante del agua y a la liberación de endorfinas. Además, fortalecen el sistema cardiovascular y la musculatura, contribuyendo a mantener la autonomía de los mayores. Otro de los grandes beneficios es el social. Las sesiones grupales facilitan la interacción, crean vínculos y reducen el aislamiento. «Participar de forma regular en estas actividades genera un sentimiento de utilidad y pertenencia. La autoestima y la motivación de los residentes mejoran de manera significativa», destacan los profesionales de la residencia.

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