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Chipi Chacón, en su actuación en el Palau de la Música. LP

Chipi Chacón: «Tengo mis claves para encontrar la calma en medio del caos»

El trompetista venezolano afincado en Valencia repasa los momentos de infancia que le han dejado un recuerdo imborrable y confiesa lo que ha ido aprendiendo con los años: «Soy más feliz con menos de lo que alguna vez pensé que necesitaba»

Elena Meléndez

Valencia

Domingo, 3 de agosto 2025, 00:12

Único músico latinoamericano integrante del European Brass, el trompetista se crió en Caracas en una familia de músicos y desde temprana edad comenzó una carrera ... musical que le ha llevado al jazz. Actuó hace unos días como solista junto a la Orquesta Sinfónica de Valencia en el Palau de la Música. «Sentí una conexión muy profunda con el público y con cada persona en el escenario. Una noche que guardaré para siempre en el corazón».

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-Un verano de tu vida especialmente feliz y dónde fue.

-Sin duda, uno de los veranos más felices de mi vida lo viví en Caracas, la ciudad donde me crié. Recuerdo con especial cariño aquellos domingos en los que, si mi padre no tenía concierto, aprovechábamos para ir en familia a la playa. Nuestro destino habitual era La Guaira, que quedaba apenas a 18 minutos en coche. En Venezuela no tenemos las cuatro estaciones como aquí; allá el clima se divide en dos periodos: uno seco, que es considerado verano, y otro lluvioso, que se conoce como invierno. Así que nuestro verano duraba literalmente la mitad del año, ¡una verdadera maravilla! Disfrutar del mar con tanta frecuencia, el sol, la brisa y la alegría familiar convirtió esos días en recuerdos imborrables.

-Creciste en una familia de músicos. ¿A qué sonaba tu casa?

-Mi casa siempre sonó a música. Mi abuelo, mi padre y mi hermano eran músicos de profesión. Mi madre, aunque era médico, tenía una sensibilidad musical muy especial: amaba los boleros y la música en inglés, y de niña estudió piano clásico. Cada rincón de la casa tenía su propia banda sonora. Mi padre ponía discos de Bill Evans, Miles Davis, Weather Report; mi madre, a Armando Manzanero, Tito Rodríguez, los Bee Gees, Luis Miguel… Y mi hermano llenaba el ambiente con Brahms, Mozart, Beethoven. Vivir ahí era como estar en una estación de radio que solo transmitía buena música. Siempre.

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-La canción que te traslada directamente al tiempo libre, la ropa ligera, el pelo revuelto…

-'Pé na Areia' de Diogo Nogueira.

-Receta de verano favorita de la infancia y dónde y con quién te gusta tomarla.

-Las empanadas venezolanas rellenas de cazón —un tiburón pequeño de carne blanca, sin espinas— eran y siguen siendo mi receta favorita del verano. El cazón se prepara con un guiso de vegetales que tiene un sabor profundo, reconfortante, y si le agregas un toque de picante, aún mejor. Nada se compara con comerlas recién fritas, crujientes por fuera y suaves por dentro, sentado en la playa con la brisa del mar, rodeado de familia y amigos. Ese es, sin duda, el mejor plan de todos.

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-Descubrimiento importante que hayas hecho de adulto.

-Todos los días descubro algo nuevo —algunas cosas más importantes que otras (LOL)—, pero creo que el hallazgo más valioso ha sido aprender a apreciar de verdad las cosas más simples de la vida. Siento que cada vez me alejo más de lo superficial, de lo que no es auténtico. Y, curiosamente, soy más feliz con mucho menos de lo que alguna vez pensé que necesitaba.

-Viaje que recuerdes con más cariño y por qué.

-Cuando cumplí 7 años, mi madre me regaló un viaje a la Isla de Margarita. Fuimos los dos solos, y fue una experiencia inolvidable. Yo soñaba con conocer ese lugar, y estar ahí superó todas mis expectativas: playas de arena blanca, agua turquesa, sol radiante… un verdadero paraíso en nuestro mar Caribe. Me la pasé increíble y, más allá del paisaje, lo que más atesoro es haber compartido ese momento tan especial solo con ella. Es un recuerdo que guardo con muchísimo cariño.

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-Si el verano en Valencia fuera una sinfonía, ¿cómo sonaría?

-Sería una sinfonía llena de matices: comenzaría con la brisa suave del amanecer, ligera y fresca como un susurro. Luego entrarían los metales brillantes del mediodía, intensos, casi incendiarios. Al caer la tarde, las cuerdas pintarían el cielo con tonos cálidos y nostálgicos, y finalmente, la noche llegaría como un movimiento lento y sereno, con un cielo despejado, en paz, agradecido y en descanso. Una sinfonía de contrastes, pero en perfecta armonía.

-Ese lugar de Valencia al que siempre quieres volver.

-A la Ciudad de las Artes y las Ciencias.

-Último momento memorable que hayas vivido sobre un escenario.

-El pasado domingo 13 de julio viví un momento realmente especial: toqué como solista junto a la Orquesta Sinfónica de València en el Palau de la Música, dentro del Festival Internacional de Jazz de la ciudad. Fue un concierto precioso, cargado de emoción, con el teatro completamente lleno. Sentí una conexión muy profunda con el público, con la música y con cada persona en el escenario. Sin duda, una noche que guardaré para siempre en el corazón.

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-¿Cuál es el músico o compositor que más te ha marcado en tu carrera?

-Son varios los músicos que me han influenciado a lo largo de mi carrera, pero si tengo que elegir uno, sin duda diría que Wynton Marsalis ha sido una de mis mayores inspiraciones. Su virtuosismo, pasión y dedicación a la música me han marcado profundamente y han moldeado mi forma de entender y vivir el jazz.

-Tienes un estilo muy cuidado y singular. ¿En qué o quien te inspiras a la hora de vestirte?

-Me gusta vestir bien porque para mí la moda es una forma de arte. Además, sé que la primera impresión que genera el público es visual, antes incluso de escuchar la música, por eso creo que es importante cuidar toda la estética que representa quién soy como artista. Desde niño he sido así con mi forma de vestir, y creo que ese amor por la ropa lo heredé completamente de mi madre, Xiomara.

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-Lo mejor para desconectar es…

-Apagar el móvil, dedicar tiempo a hacer ejercicio y meditar. Esos momentos me ayudan a reconectar conmigo mismo, liberar la mente y encontrar calma en medio del caos.

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