El álbum de la infancia de José Soto
El artista pasó su infancia en una pequeña aldea de Badajoz rodeado de campos y ovejas que cuidaba su padre. «Allí no había niños, así que siempre estaba con adultos; aun así disfrutaba pescando en arroyos y descubriendo nidos de pájaros»
El artista José Soto Fernández nació en Táliga, una pequeña aldea de Olivenza, en Badajoz, muy cerca de la frontera con Portugal. «Mi ... padre era pastor y cuidaba un gran rebaño de ovejas en una de las muchas dehesas que tenía el terrateniente para el que trabajaba. Por eso mis primeros recuerdos son de los campos y sus soledades: hermosos amaneceres y cielos cuajados de estrellas. Por las noches se escuchaba un coro maravilloso de grillos, ranas, búhos y toda clase de sonidos misteriosos para mí.
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También recuerdo con qué alegría íbamos al pueblo cada diez o quince días; el camino lo recorríamos en burros por caminos solitarios. Cuando divisaba el pueblo a lo lejos, sentía una alegría muy grande, ahí estaba mi querida abuela y el resto de mi familia».
Soto es el menor de siete hermanos, cinco chicos y dos chicas. Su escuela fue el campo. «Sólo pude ir al colegio dos cursos. El primer día estuve muy torpe, pues tenía diez años, pero pronto espabilé y tuve muchos amigos, a los que echaba de menos cuando volvía al campo. Aun así disfrutaba mucho pescando en los arroyos y viendo los nidos de pájaros, nunca me aburría».
De sus padres recuerda que pasaba mucho tiempo con ellos. «La relación con mis padres era muy buena. De jovencito estuve ayudándole con las ovejas algún tiempo, me pagaban tres duros al mes. Como yo era el pequeño, mis hermanos ya estaban trabajando en el cortijo, en toda clase de labores del campo, agricultura o ganadería, así que mis hermanas me mimaron bastante. Mi padre no tanto, era bastante parco en palabras bonitas, aunque supongo que era lo normal en esa época. A mis hermanas las adoraba, eran mi vida, todavía vive una a la que quiero muchísimo».
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El artista vino a Valencia hace más de treinta años, después de pasar 28 años en Castellón. Empezó a dedicarse a las bellas artes en la década de los noventa. «Hice algunos cursos de restauración de lienzos y marcos y el bonito oficio de dorador de oro fino y plata y por eso mis primeros trabajos pictóricos son policromías con pigmentos naturales aglutinados al huevo con oro fino y plata. El arte me gusta en cada una de sus manifestaciones».
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