Mazón vuelve a encadenar a Feijóo a Vox
Tras el pacto en 2023, que fue letal para sus aspiraciones, el líder del PP depende de Abascal para no perder la Generalitat valenciana y lastrar de nuevo el camino hacia la Moncloa
Ni para marcharse Carlos Mazón se lo ha puesto sencillo a Alberto Núñez Feijóo. La dimisión en diferido del político alicantino, que seguirá en ... funciones hasta que llegue su relevo al frente de la Generalitat Valenciana, ha situado al líder nacional del PP en un escenario complejo al encadenarlo nuevamente a Vox en plena precampaña electoral en Extremadura, donde María Guardiola convocó las elecciones denunciando una «pinza» del PSOE y el partido de Santiago Abascal antes incluso de que se tramitaran los presupuestos autonómicos.
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Para evitar un anticipo electoral que pillaría al PP descabezado en la autonomía, sin liderazgo definido y con una importante fractura interna como se evidenció con el movimiento de los barones provinciales para promover al presidente de la Diputación de Valencia, Vicente Mompó, como candidato en caso de comicios frente a la alcaldesa María José Catalá, favorita de la dirección nacional, los populares deberán recabar otra vez el respaldo de los 13 diputados de la extrema derecha en las Cortes valencianas a un nuevo aspirante con sus siglas.
Consciente de que Vox tiene la sartén por el mango, Feijóo levantó el martes el teléfono para retomar la comunicación con Abascal y activar así los contactos para el relevo de Mazón tras meses de distanciamiento y duros ataques. Ambos dirigentes son partidarios de cerrar un acuerdo que «dé estabilidad» a la Comunidad Valenciana en plena reconstrucción un año después de la dana, pero las negociaciones no parece que vayan a ser sencillas.
Pérez Llorca, el favorito
El PP sigue sin enseñar abiertamente la carta de la persona que prefiere para ocupar la presidencia de la Generalitat lo que queda de legislatura –con todas las miradas puestas en Juanfran Pérez Llorca– y Abascal ha encarecido su apoyo advirtiendo a Génova de que exigirá que se asuman sus políticas, especialmente en el rechazo al Pacto Verde europeo y a la inmigración irregular. Este sábado, ambas formaciones reconocían «avances», al tiempo que aseguraban que las conversaciones se prolongarán durante varios días más.
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Nada que ver con el acuerdo que sellaron a toda velocidad en junio de 2023 y que acabó siendo letal para las aspiraciones de Feijóo de alcanzar La Moncloa, después de que Pedro Sánchez se la jugara precipitando las generales al 23-J en paralelo a la conformación de los gobiernos autonómicos resultantes del 28-M. La celeridad con la que Mazón amarró su presidencia cogió por sorpresa a la dirección nacional, a las estructuras territoriales y también a dirigentes regionales y provinciales.
Apenas en 24 horas se había pasado de vetar desde Génova al candidato de Vox, condenado por maltrato, a su sacrificio y posterior inclusión como cabeza de lista de la formación para el Congreso y al cierre exprés, en un primer encuentro entre los equipos negociadores, de una alianza que ponía la primera piedra del futuro Gobierno de coalición que presidiría Mazón. Una urgencia para nada compartida por algunos barones.
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Asumir el argumentario
Para asegurarse el sillón presidencial, Mazón entregó a Vox la vicepresidencia con la competencia de Cultura que ostentó el torero Vicente Barrera, además de sumar la consejería de Agricultura y la de Justicia, Interior y Gobernación, asumiendo en la práctica, y por ende el propio Feijóo, parte del argumentario de la extrema derecha, sobre todo en lo relativo a cuestiones como el pin parental o la violencia intrafamiliar en lugar de machista.
Con el apoyo de los de Abascal, Mazón logró sacar adelante los Presupuestos de la Generalitat para 2024 y algunas propuestas de impacto, como la ley de Libertad Educativa y especialmente la de Concordia, que supuso una enmienda de totalidad a la de Memoria Democrática y que posteriormente fue recurrida por el Ejecutivo de Pedro Sánchez.
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Un año después, y con Vox fuera ya del Gobierno valenciano, Mazón ató de nuevo su apoyo para sacar adelante las Cuentas autonómicas que le permitieron ganar tiempo en el Palau de la Generalitat. Necesitaba oxígeno. El paso de la gota fría el 29 de octubre se había llevado por delante la vida de 229 personas y la Comunidad Valenciana afrontaba la reconstrucción de la región, con un president cuestionado por su gestión de la tragedia –el propio Feijóo reconoció que «no estuvo a la altura»– y sus continuos cambios de versión, y al que se le reclamaba continuamente en la calle su dimisión.
Inmigración y Pacto Verde
En esta ocasión, el líder del PP monitorizó el acuerdo por el que su barón asumía los postulados de Vox en inmigración y contra el Pacto Verde europeo, y que sirvió de modelo para Murcia pero no para Extremadura, que apretó el botón ante la falta de Cuentas por segundo año consecutivo, ni para Aragón, que sigue sin las suyas pero con Jorge Azcón resistiéndose a poner las urnas. Génova argumentaba entonces que en su electorado estas posiciones «no provocan ningún desgaste» frente a los detractores dentro del partido conservador del acuerdo presupuestario porque resucitaba el marco de los acuerdos con la extrema derecha.
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La misma derecha radical a la que Feijóo se ha comprometido a dejar fuera de un Gobierno de España que presida, pero de la que pende para conservar el poder en la Generalitat tras la salida de Mazón, que aun con su adiós sigue siendo la persistente china en su zapato.
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