Esperanza Aguirre: «Feijóo lo está haciendo muy bien. Su plan con la inmigración me parece muy liberal»
La exspresidenta madrileña y antigua ministra de Educación con Aznar insta al PP a cumplir «inmediatamente» su programa cuando gane las elecciones
Expresidenta madrileña, expresidenta del Senado, exministra de Educación... Y, sin embargo, nada en Esperanza Aguirre, (Madrid, 1952) ni en su lenguaje verbal ni en el ... gestual, delata que esté poseída por el síndrome de quien estuvo pero ya se fue. De visita en Valencia para presentar en el CEU un libro donde recoge su pensamiento político, el liberalismo al que se confiesa adscrita desde que entró en política, pasea su mirada por la presente coyuntura, anima al PP a dar la batalla en el campo ideológico, abomina del 'wokismo' y cubre de elogios a su líder. Alberto Núñez Feijóo, dice Aguirre, lo está haciendo muy bien y acierta con su plan de inmigración.
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– Su libro se titula 'Una liberal en política. ¿Qué es ser liberal?.
– Muy sencillo. Ser liberal para mí significa en Europa, porque luego diré lo que significa en los Estados Unidos, creer que los principios importantes que hay que defender en política son, en mi caso, además de la unidad de España, la libertad, la propiedad, la vida y el imperio de la ley.
–Se lo pregunto porque es un término muy manoseado, con diferentes acepciones, incluso más allá de la política. Usted misma acaba de mencionar que en Estados Unidos...
– (Interrumpe) En Estados Unidos, liberal significa todo lo contrario. Se considera que eres un socialista.
– ¿Y se puede ser socialista y liberal?
– No. Aunque hay quien dijo 'Soy liberal a fuer de socialista', yo creo que no, porque si eres socialista no defiendes la propiedad privada. Si eres un buen socialista puedes defender el imperio de la ley y de la vida, pero la propiedad te cuesta trabajo. Y lo de la libertad, tampoco, porque a los socialistas les encanta prohibir. Están todo el día prohibiendo cosas.
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– Me refería no tanto a su acepción política, como a ser liberal en el sentido literal de la palabra.
– Liberal es una palabra que inventamos en España, en la Constitución de Cádiz. Y ser liberal, según la definición que yo le copié la definición en otro libro a Pedro Schwartz, es una manera de ser, de vivir y de pensar, caracterizada por la tolerancia y por la ausencia de dogmatismo. Y significa conocer las condiciones necesarias para que el progreso llegue a las sociedades.
– ¿Y dónde están hoy los liberales en política? ¿Milei es liberal?
– No. Milei es libertario porque él no cree en el Estado. Yo sí creo que el Estado tiene que cumplir con la misión que tiene encomendada, no meterse en la vida de los demás ni hacer aquello que una empresa privada puede hacer mejor que él. Lo estamos viendo ahora mismo en Renfe, que es una catástrofe. Debería ser objeto de estudio por parte de las empresas especializadas y seguro que la gestionarían mejor.
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– ¿Y Trump es liberal?
– A mí me gusta Trump. No sé si es liberal, yo creo que no es demasiado. Pero me gusta porque quiere acabar con el 'wokismo'. Y en eso estoy muy a favor de Trump. Digo que creo que no es liberal porque le gustan los aranceles, pero yo tengo un libro de Trump del año 1984 que se llama 'El arte de la negociación'. Y yo sostengo que Trump, lo de los aranceles lo hace para negociar.
– Vuelvo entonces a preguntarle. ¿Quién defiende hoy el liberalismo en el mundo? ¿Macron?
– Uf. No. Macron, no. Meloni. Meloni es liberal aunque ella no lo sabe.
– ¿Es más fácil identificarse con los líderes liberales del pasado? Me refiero a Reagan o Thatcher, pero también a Isaiah Berlin.
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– Yo de quien me considero seguidora es de Hayek y de Von Misses. Y de Milton Friedman, de su libro 'Libertad de elegir'. Y lo he demostrado en mi trayectoria política. Cuando he sido presidenta de la Comunidad de Madrid, he puesto la libertad de elegir en el hospital al que quieres ir, el médico que te va a atender, el colegio al que quieres llevar a tus hijos... O el horario comercial, que es otra cosa que no sé porque en el resto de las comunidades gobernadas por el PP los domingos tienen que cerrar. Quieras o no. Y yo digo que ese horario lo tienen que elegir el dueño del comercio y el cliente, pero no el Gobierno: por qué tiene que decidir el Gobierno cuándo hay que abrir y cuándo hay que cerrar. Y eso no les gusta a los socialistas, porque a ellos les gusta la clientela cautiva.
– ¿Y es más fácil aplicar políticas liberales en España en el ámbito local o el autonómico, a pequeña escala? Se lo pregunto porque a su paso por el Gobierno de José María Aznar...
– (Interrumpe) Éramos un Gobierno en minoría. No obstante, yo, que era ministra de Educación, estaba convencida de la necesidad de mejorar lo que se llamaban entonces los planes de estudio. Humanidades, historia, literatura, geografía, lenguas clásicas, filosofía, etcétera. E hice una propuesta para mejorar la enseñanza de humanidades, que no la hizo el Ministerio, la hizo la Fundación Ortega y Gasset con los mejores catedráticos de España. Ahí cometí el peor error de mi carrera política.
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«No hay dudas sobre su liderazgo. No creo que se considere liberal, pero es más de lo que parece. ¿Ayuso? No tiene conciencia de ser liberal pero lo es por instinto. Pero ahora tiene que ganar Feijóo»
– ¿Porque transigió?
– (Duda unos segundos) Demasiado joven e inexperta. (Un silencio prolongado). La LOGSE decía en el artículo cuatro: 'El Gobierno por decreto establecerá las enseñanzas mínimas comunes que todos los españoles tienen que conocer cualquiera que sea el lugar del territorio donde viva'. O sea, que yo tenía un mandato de la ley de hacerlo. Pero como la minoría catalana, apoyada por los socialistas, votó que retirase ese proyecto de real decreto, yo, como liberal, pensé que en una democracia parlamentaria, si te votan en contra, debes retirarlo. A pesar de que José María Aznar me dijo 'Pero si lo hemos ganado en el Senado'. Que era verdad, pero se perdió en el Congreso. Y yo cometí el error de retirar la propuesta, aunque como muy bien me dijo el secretario de Estado, en la Asamblea francesa, nunca se habría admitido esa proposición: si usted quiere que el Gobierno no haga aquello que la ley le dice que tiene que hacer, cambie usted la ley.
– Entonces, me da la razón. Es más difícil ejercer de liberal en la política nacional española.
– No, yo no lo creo. Lo que creo, y a ver si Dios quiere que lleguemos al Gobierno después de los siete años del desastre de Pedro Sánchez, es que espero que copiemos a los socialistas en una cosa, en hacer como hizo Zapatero, cuando gana las elecciones de 2004: antes de sentarse en la Moncloa, inmediatamente después de jurar ante el Rey pero antes incluso de nombrar a los ministros, toma tres decisiones, porque las tenía preparadas. Retirar las tropas de Irak, suspender la entrada en vigor de la Ley de Calidad de la Educación para que le diera tiempo a él a hacer otra y derogar el Plan Hidrológico Nacional, con las consecuencias que ha tenido esto en Valencia. Y eso lo llevaba preparado. Y nosotros, cuando lleguemos al Gobierno tenemos que tener preparada la derogación de la Ley de Memoria Histórica, de la ley Trans, que permite que un hombre simplemente con ir al registro pueda declararse mujer, y la Ley de la Vivienda, que es un disparate, porque ha conseguido que disminuya el número de de dueños que quieren alquilar. ¡Pero cómo van a alquilar si cuando el inquilino te deja de pagar no le puedes echar! ¡Pero si es un okupa y no le puedes echar!
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– ¿Y quien adopte esas medidas será Alberto Núñez Feijóo?
– Yo creo que sí.
– ¿No hay dudas sobre su liderazgo?
– No hay duda.
– ¿Y Feijóo es liberal?
– No creo que él quiera ser liberal ni que se considere liberal, pero es más liberal de lo que parece. Mire lo que ahora ha hecho con lo de la inmigración. A mí me ha parecido muy liberal.
– Se lo menciono porque en el PP siempre han coexistido distintas almas. Una liberal, otra más democristiana, otra directamente conservadora...
– En el PP... En el PP, José María Aznar consiguió lo que no había conseguido nadie: que todos los que estábamos a la derecha del Partido Socialista, todos, es decir, conservadores, democristianos, liberales y hasta socialdemócratas, estuviéramos en el PP unidos y cómodos. Y así conseguimos la primera mayoría en el 96, pelada, sólo por 300.000 votos, y la absoluta en el 2000. Y así le legó el partido a Mariano Rajoy. Pero Rajoy, aunque en el año 2011 nos dieron 186 escaños los españoles, deja el partido porque resulta que cuando gobernamos incumplimos todo lo que estaba en el programa electoral. Todo.
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– ¿Y por qué?
– Porque creo que consideraba que lo importante era la economía, que es verdad. Pero es que esos 186 escaños nos los dieron porque Zapatero fue una catástrofe gestionando la crisis. Y resulta que nosotros dijimos que íbamos a bajar los impuestos y los subimos de manera escandalosa. Dijimos que íbamos a hacer una nueva ley electoral y no la hicimos, que íbamos a derogar la Ley de Memoria Histórica y no lo hicimos. Que íbamos a cambiar la ley del aborto y no lo hicimos. No hicimos nada de lo que nos habíamos comprometido a hacer, excepto evitar que vinieran los hombres de negro. (En alusión a los responsables del FMI). Y mira por dónde los hombres de negro fueron a Irlanda, a Portugal y a Grecia. Y ahora están los tres países muchísimo mejor, porque los hombres de negro lo que hacían era justificar los recortes que había que hacer en aquel momento.
– ¿Moraleja?
– Moraleja, que hay que llevar el programa electoral preparado para cumplirlo inmediatamente. Porque después de que los españoles nos dieran esa mayoría tan impresionante de 186 escaños como no hicimos nada, perdimos 5 millones de votantes y Rajoy le legó a Pablo Casado el partido dividido en tres. Estábamos Ciudadanos, nosotros y Vox. Y ahora mismo estamos divididos en dos y se está haciendo caso en llamarle ultraderecha a Vox, que yo no digo que no lo sea. Lo que digo es que si Vox es ultraderecha, Pedro Sánchez es ultraultraizquierda, porque ha asumido todos los postulados de los independentistas catalanes, de los filoterroristas vascos, de los comunistas, que ahora se llaman socialistas del siglo 21. (Sonríe) Pero son lo que son, excomunistas de toda la vida.
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– Después de escucharle, la pregunta de fondo que me hago es si el PP es liberal. Si yo fuera liberal, ¿por qué tendría que votar al PP? Porque no observo en el PP ese pretendida ideología liberal muchas veces.
– (Duda un segundo) Yo creo que algunos liberales estamos en el PP. Luchamos y cuando llegamos al Gobierno, aplicamos esa doctrina. Pero el PP es un partido que quiere tener un espectro más amplio que el liberalismo y lo que más le gusta es ser moderado.
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– ¿Error?
– (Nueva sonrisa) Yo no soy moderada. Yo creo que hay que tener unos principios claros que son los que he dicho: la idea de España, defensa de la propiedad, de la vida, de la libertad y del imperio de la ley.
– ¿Y es liberal tener un Gobierno autonómico con televisión autonómica? O dos en el caso de Madrid. ¿No se fían de los medios privados en el PP?
– Eso no tiene ningún sentido. Y yo tuve Telemadrid, me dirá usted. Ahí estaban... Cuando hacían huelgas y me fundían a negro, no me importaba. Hice un ERE porque tenían en la televisión autonómica había más trabajadores que en Antena 3 y Telecinco, pero mi sucesora, Cristina Cifuentes... Luego lo cambió. Pero mi opinión es que el Estado, y las comunidades autónomas son Estado, tiene que dedicarse a aquellas cuestiones que le han encargado. Reagan decía que el Gobierno es un vehículo que circula hacia donde dice el conductor y que el conductor es el pueblo. Y que solo puede hacer aquello que el pueblo le dijo, en vez de meterse en nuestras vidas como hace nuestro actual Gobierno.
– El prólogo de su libro lo escribe Isabel Díaz Ayuso. ¿Ella sí es liberal?
– Ella no tiene conciencia de ser liberal, pero lo es. Lo es por instinto. Su instinto es liberal.
– ¿Y ese instinto tiene recorrido? ¿Apunta a la Moncloa?
– Por supuesto que sí. Pero no ahora. Ahora tiene que ganar Feijóo. Estamos en el momento más delicado y más duro que he conocido en los 40 años que llevo en el Partido Popular. Y Feijóo lo está haciendo muy bien. Ahora lo que tenemos que hacer es aplicar el lema que yo tenía cuando era presidenta de la Comunidad de Madrid.
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– ¿Que era?
– Pico y pala. Hay que trabajar, moverse, venir a Valencia como hago yo, hablar con LAS PROVINCIAS. Hay que someterse a las críticas pero sobre todo hay que trabajar. Pico y pala.
De Elche a Valencia: cómo aparece la Comunitat en su libro 'Una liberal en política'
El libro que Esperanza Aguirre presentó en Valencia (editado por Deusto, con prólogo de Isabel Díaz Ayuso) contiene capítulos muy llamativos, desde el mismo encabezamiento. 'El gran error de mi vida política' reza en la página 49, en alusión a su fallida intentona de modificar el paisaje educativo cuando fue ministra del ramo. O el bautizado como 'Occidente está en peligro', ya en las páginas finales. La enumerada como 142 encierra una lectura en clave muy valenciana. En ese apartado, Aguirre detalla el protagonismo que tuvo la Comunitat en su fallida aspiración al trono de Génova, cuando ella se resistió a avalar el proceso de sucesión de José María Aznar al frente del PP, y su relevo por Mariano Rajoy. Ese capítulo titulado 'El discurso de Elche: Liberales y conservadores que se vayan' alude precisamente a una intervención de Rajoy en la localidad alicantina, previa al congreso programado en Valencia en junio de 2008, cuando el luego nuevo líder de su partido proclamó: «Si alguien se quiere ir al partido liberal o al partido conservador, que se vaya». Esas palabras, a juicio de la expresidenta madrileña, socavaron la unidad entre las distintas familias del PP que había distinguido el liderazgo de Aznar. De ahí que sostenga que sus pretensiones de movilizar apoyos que discutieran la tan cantada ascensión de Rajoy a la presidencia del partido no se basan tanto en un ataque de personalismo como en su intención de movilizar lo que denomina «batalla de las ideas». Un pulso alumbrado a la luz de un texto titulado 'No me resigno', depositario de su pensamiento político, que había presentado ante la opinión pública española ese mismo año. Pero no hubo tal. El PP aceptó mansamente quedar en manos de Rajoy, el congreso se liquidó sin grandes discusiones de fondo y Valencia quedará para siempre en la memoria de Aguirre como el sitio donde algo pudo cambiar en su partido pero donde sin embargo nada ocurrió. Y ella fracasó. «No salió ninguna propuesta ideológica de carácter combativo», se queja. El resto es historia. Del PP, de España y tal vez de ella misma.
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