Nada más sano que reírse. Estamos necesitados de buenas comedias. En las últimas semanas se han estrenado unas cuantas españolas que aseguran buenas carcajadas. ¿En ... qué se parecen todas ellas? En que los protagonistas son gente corriente. Tradicionalmente ha habido una máxima respecto a la ficción que se ha repetido hasta la saciedad: que la gente normal no interesa, que el público recurre a la pantalla para escapar de su realidad y que no necesita ver a personajes que viven en casas como las suyas y tienen idénticos problemas. Y por eso los protagonistas de muchas series y películas son extraordinarios, extravagantes, excepcionales.
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'Poquita fe' contradice todo lo anterior. Y 'Animal' también. Ninguna de las dos narra historias singulares, vidas fuera de lo común o aventuras trepidantes. Nada de eso. Una y otra hablan de trabajos aburridos, de relaciones estancadas, de jornadas tediosas en las que nada invita a escapar de la rutina. Se desarrollan en escenarios que reconocemos como nuestros y con intérpretes cuyos físicos no se salen de la norma. Las dos nos invitan a reírnos de nosotros mismos, un ejercicio sanísimo, que nos libera de complejos y prejuicios.
La de Movistar acaba de estrenar su segunda temporada, donde la pareja sobre la que gira la trama principal pierde el piso en el que estaban alquilados y tratan de encontrar otro lugar que alcance su bolsillo. La de Netflix gira en torno a un veterinario que se ve obligado a trabajar en una cadena comercial dedicada a los animales en la que se concede una enorme importancia a las reseñas y a las evaluaciones de los clientes y en la que se va a topar con diagnósticos para él infrecuentes asociados a las mascotas como la ansiedad o la depresión. Humor mordaz, ironía y ternura para hablar de nosotros mismos.
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