Ambos son orgullosos ingleses, rozan la cincuentena, son padres de cuatro hijos, superfamosos y tienen cada uno una miniserie de cuatro capítulos en Netflix. En ... apenas un mes, la plataforma ha estrenado sendos documentales sobre Robbie Williams y David Beckham. Ambos repasan sus carreras analizando qué hicieron bien o mal. Son bastante sinceros, sobre todo el cantante, pero lo hacen desde una fórmula diferente. El futbolista cuenta con su mujer, amigos, antiguos compañeros, exentrenadores como sir Alex Ferguson y Carlos Queiroz para aportar datos sobre su vida.
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Williams está solo. Adrede. Desde la época de Take That ha vivido con una cámara suya o de sus amigos grabando todas sus vivencias. Treinta años recogidos en cientos de cintas y tarjetas de memoria que él no ha visto. El equipo le propuso que ellos las analizarían y harían un montaje para que las comentara. El artista accedió y las ve tumbado en su cama y vestido solo con calzoncillos y camiseta de tirantes negra. No rehúye de nada. Habla de su inmadurez para digerir a los 16 años el éxito de la 'boyband', su ingreso en una clínica de desintoxicación con apenas 22 años, la salvación a su carrera en solitario que supuso 'Angels', su recaída en las drogas legales o los problemas de salud mental que ha tenido.
Beckham también habla de estos problemas y los que ha tenido con la prensa sensacionalista. Williams acabó tan harto que desde hace años reside en Los Ángeles. Su obsesión llegó a tal punto que rompió con Geri Halliwell, la ex Spice Girls, porque creía que le ponía paparazzis a la puerta de su casa. El cantante reconoce todos sus errores en un ejercicio de limpieza espiritual de cuya necesidad él mismo duda, pero que los espectadores agradecemos.
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