'Tron: Ares', una entrega estimulante y divertida
«Los magnates de la tecnología dan más miedo que la inteligencia artificial», dicen Gillian Anderson y Evan Peters, protagonistas de la cinta que llega este viernes a las salas de cine
Cuando 'Tron', la película escrita y dirigida por Steven Lisberger, se estrenó en 1982, no pasó a formar parte de la lista de joyas que atesora Disney. Al revés. Pese a la originalidad de su planteamiento y su vibrante aspecto artístico, la cinta, que plasmaba lo que ocurría en el interior de un ordenador, tuvo una recepción tibia en taquilla, si bien con el tiempo el largometraje fue alcanzando estatus de culto. Quizá por eso, la compañía vuelve, de cuando en cuando, a la franquicia. Lo hizo en 2010, con 'Tron: Legacy', que recaudó 400 millones de dólares en las salas de cine de todo el planeta y regresa este mismo viernes con 'Tron: Ares'.
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Dirigida por Joachim Rønning y protagonizada por Jared Leto, Greta Lee y Evan Peters, la película se articula en torno a la competencia entre Encom International y Dillinger, dos grandes empresas que trabajan por llevar al mundo real los diseños que elaboran en el interior de los ordenadores. Julian, el arrogante CEO de Dillinger al que da vida Evan Peters, ha creado a Ares (Jared Leto), un eficaz programa entrenado para asaltar las redes y contrarrestar cualquier amenaza real. Su intención es ofrecérselo al Ministerio de Defensa, pero aún tiene un importante escollo que sortear: lograr la persistencia. Y es que cuando Ares sale de las redes de Dillinger se enfrenta al mundo real no logra sobrevivir más de 29 minutos. Precisamente, en lograr esa persistencia, pero con objetivos mucho más loables, está trabajando Eva Kim (Greta Lee), la brillante programadora y CEO de Encom International. Julian enviará a Ares a robar sus diseños, pero en el periplo este programa acabará tomando conciencia de sí mismo.
Es el punto de partida de una película de acción y aventuras estimulante y divertida, con un apartado visual rabiosamente original y magnífico, con bastante menos CGI del que uno pudiera pensar, y una banda sonora potente, obra de Nine Inch Nails. Pese al aspecto futurista del filme, sus actores aseguran que la cinta dialoga con nuestro presente. «Filmamos esto en febrero de 2024 y ciertamente nos ha alcanzado, lo cual da miedo», asegura Evan Peters en una mesa redonda virtual con una docena de periodistas europeos. «Es que mira qué ironía que una actriz de IA haya hecho su aparición justo cuando esta película se estrena. Esto refuerza el punto de que todo lo que se discute en ella y sus posibles consecuencias están muy presentes en nuestro ahora», señala a su lado Gillian Anderson, la mítica Scully de 'Expediente X', que encarna a Elisabeth, la madre de este CEO dispuesto a cruzar cualquier línea roja para conseguir lo que quiere -¿alguien ha dicho Elon Musk?-.
En efecto, la inteligencia artificial es uno de los temas que se pone sobre la mesa. La actriz se posiciona a favor de la tecnología, pero no oculta sus miedos. «Estoy entusiasmada con lo que la IA hace en los mundos de la ciencia y la medicina, pero también me pone nerviosa. Espero que en algun momento, haya charlas serias sobre regulaciones y protección», afirma. ¿Y qué opina de Tilly Norwood, la actriz generada por IA que debutó hace unos días en un cortometraje? «Espero que siga habiendo un deseo de tener a seres humanos como actores, si no, ya encontraré otra cosa que hacer», zanja la actriz entre risas.
En cualquier caso a ambos les asusta más un magnate de la tecnología, como los que en estos tiempos sombríos dominan el mundo, que la inteligencia artificial: «Es que la tecnología en las manos equivocadas... Es la advertencia que plantea la película. La tecnología puede usarse para el bien o para el mal, pero aquí está en manos del doctor Frankenstein», señala Peters, a quien identificamos por papeles de corte oscuro como los que ha interpretado en 'American Horror Story' o el Jeffrey Dahmer de la serie antológica de psicópatas, 'Monstruo', ambas de Ryan Murphy.
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Los dos debutan «emocionados» en una franquicia de la que se consideran fans y que, curiosamente, en su traslación al mundo real ha apostado por evitar en la medida de lo posible los entornos y los efectos especiales diseñados por ordenador, llevando incluso las emblemáticas motos de la ficción a las calles de Vancouver. «Fue un poco abrumador presentarme el primer día de trabajo y hacer una escena en un set del tamaño de un hangar de avión, donde éramos solo dos personajes diminutos al fondo, sin poder ver qué había más allá de nosotros o qué había detrás», relata Anderson. «Pero, al mismo tiempo, la oficina era un set práctico. Había un escritorio fantástico con muchas cosas relacionadas con ordenadores, para que Evan pudiera usarlo y escribir en él. Se sentía muy de ciencia ficción, muy avanzado, como futurista, pero funcional», continúa la actriz.
En este sentido, Peters destaca la «increíble» atención al detalle y el «espectacular» diseño de producción que, a su juicio, da buena cuenta de la «importancia y el alcance de la franquicia». «Es -dice- bastante aterrador e intimidante, pero también muy emocionante». Anderson, a su lado, lo corrobora: «He trabajado en sets de ciencia ficción y en películas con presupuestos altos, pero creo que nunca en algo de esta magnitud. Tenían estas pantallas semicirculares que cuestan como 30 millones de dólares, con computadoras detrás, que servían como fondos tridimensionales que se movían en tiempo real. Nunca había visto algo así, y me sentí como una niña en una tienda de golosinas».
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«No echo de menos a Scully»
Confiesa la actriz que no tuvieron mucho tiempo para construir la relación madre-hijo que se plasma en la pantalla. «Tuvimos una conversación telefónica de dos horas antes del rodaje, y eso fue todo lo que pudimos coordinar. Luego, cada uno hizo su trabajo individual por su cuenta para llenar los vacíos», apunta Anderson que encarna a una mujer sobrepasada por la soberbia y los excesos de su hijo, obsesionado con llevar a la compañía a la construcción de armamento militar. «No es la dirección que ella habría elegido para la compañía, pero cuando uno tiene hijos, tiene que dejar que exploren sus sueños a pesar del miedo que una pueda tener», dice trazando un paralelismo con su propia experiencia como madre. En todo caso, asegura Peters, «Rønning nos permitió jugar con distintos niveles, tonos e ideas. Muchas de esas ideas acabaron en la sala de montaje, pero al menos pudimos experimentarlas y jugar con ellas, y eso es todo lo que uno puede desear como actor».
Cabe preguntar a la actriz si echa de menos a Scully. «No, y creo que en parte es porque la he interpretado durante tanto tiempo, que creo que ya he dicho todo lo que necesitaba decir sobre ella. No estoy segura de que me quede nada algo que añadir a esa conversación», concluye.
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