Ante el centenario del músico Manuel Berná
Desde muy pequeño inicia sus estudios musicales en la banda de su localidad, contra el criterio de su madre, que no quiere que sea músico y con la complicidad de su padre, que le da clases de manera secreta
MARÍA TERESA PERTUSA
Lunes, 24 de agosto 2015, 00:39
El 21 de agosto de 1915, hace ahora cien años, nacía en Albatera Manuel Berná García. Músico, compositor, director, hijo del director de la banda de su pueblo, su vida y nombre están indisolublemente unidos a la música.
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Desde muy pequeño inicia sus estudios musicales en la banda de su localidad, contra el criterio de su madre, que no quiere que sea músico y con la complicidad de su padre, que le da clases de manera secreta. A los 8 años participa por primera vez en una procesión con la banda. A los catorce ingresa como educando en el Regimiento Princesa de Alicante. Con 16 compone su primera obra, el pasodoble 'Albatera prospera'. Después de varios destinos militares, embarca en el Juan Sebastián Elcano como director de la banda del buque-escuela, en el que está más de cinco años, dando la vuelta al mundo. En 1942 compone el inmortal pasodoble 'Albatera', que habría de ser, años más tarde, el himno de su pueblo. Como músico militar, después de haber pasado por varios destinos, obtiene el grado de comandante director músico.
Entre otros muchos premios recibe el premio de composición Maestro Villa con su obra 'Imágenes'. Pasa a la situación de retirado del Ejército en 1975, se viene a vivir a Albatera y dedica todo su tiempo a la enseñanza y a la composición. En 1981 funda y dirige el conservatorio de Orihuela. Impulsa y desarrolla el Encuentro de Auroros, luchando por conservar la pureza de sus cantos. Es socio de honor de la Federación de Sociedades Musicales y miembro de honor del Instituto de Estudios Alicantinos Juan Gil Albert. Hijo Predilecto de Albatera en 1983. . También fue director honorario de varias bandas de la Comunidad Valenciana. Son innumerables los homenajes y reconocimientos recibidos en toda España por Berná debido a su unión a la música.
Y las bandas... esas asociaciones culturales populares que son el alma de tantos pueblos y ciudades de nuestra Comunidad y que merecen toda la atención de Manuel Berná. Lucha por ellas, trabaja por ellas, acoge y prepara a sus músicos, organiza certámenes... Bastaría su trabajo en favor de las bandas de música para que se le reconociera como una de nuestras grandes personalidades. Es uno de nuestros más grandes artistas españoles del siglo. Las opiniones sobre la personalidad y la obra de Manuel Berná, de críticos y expertos musicales, recogidas en distintos medios, bastan para darse cuenta de la gran huella que ha dejado en la composición de una extensa obra que abarca todas las modalidades de la música. Como director, su estilo vibrante, enérgico, apasionado, será siempre un referente seguido por tantos alumnos que tuvieron el gran privilegio de disfrutar de sus clases.
En las innumerables ocasiones en las que lo he visto dirigir, me parecía que sus manos eran capaces de modelar los sonidos. Y así se lo decía muchas veces. Sus manos dibujaban en el aire los sonidos, los compases, el color de la música. Era un trabajador incansable. Su mente siempre la tenía puesta en la música, en la composición. El papel pautado formaba parte de su propia vida. Se preocupó siempre por el reconocimiento de la enseñanza musical, por el futuro de los que formaban parte de ese mundo tan nuestro, como son las bandas de la Comunidad Valenciana, por las que sentía verdadera pasión, de mantener en toda su pureza las tradiciones, como los Auroros.
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Celebramos ahora el centenario de su nacimiento. Gregorio Nieto escribía con motivo de un homenaje que se le hizo en Albatera: «Albatera ¿tomarás conciencia de que probablemente no tendrás jamás otro hijo nacido en este pueblo como Manuel Berná?». Yo creo que sí, que Albatera se lo ha reconocido, que su pueblo se lo ha reconocido siempre y que todos cuantos lo conocimos lo llevamos en el corazón. Él ha representado el espíritu de una tierra y así permanece su recuerdo entre nosotros.
Me enseñó a comprender la Música, a descifrar los caminos de la vida, a mirar con ojos de comprensión y serenidad los azares de las personas. Los músicos, la gran familia de los que dedican su vida a la música, recibieron del Maestro Berná, durante toda su larga vida, patentes y evidentes muestras de su interés, de su cariño, de su encendida defensa por que se reconocieran los méritos de esta profesión, tan sacrificada, tan entregada calladamente a la cultura. Luchó por los músicos, por las bandas y asociaciones relacionadas con la música. Se entregó a la enseñanza con pasión, recogiendo los frutos del triunfo de tantos discípulos suyos de los que se sentía orgulloso. De su aportación a la música y a la cultura alicantina dan idea su participación como Jurado en innumerables certámenes y concursos patrocinados por la Diputación y municipios alicantinos. Una personalidad como la suya no puede morir, no puede desaparecer porque ha dejado una estela llena de luz en el firmamento de la música.
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De los numerosos testimonios de reconocimiento de la grandeza de su obra y de su personalidad, recogidos por mí en su biografía, citaré a dos grandes músicos valencianos:
Bernardo Adam Ferrero dijo de él que «su personalidad artística recibe las influencias propias de los diversos compositores españoles de su tiempo. Aborda unas formulaciones tonales en sus obras...con unas armonías llenas de vitalidad... marca su propia calidad a través de los distintos géneros musicales que compone... es uno de los mejores grandes compositores valencianos». Por otro lado Luis Blanes Arques afirmó que «Manuel Berná es un músico que ha enriquecido el patrimonio artístico valenciano, con una producción creativa y llena de fantasía y calidad, desarrollando una importante obra musical, de brillante y delicada inspiración melódica». Asimismo el inolvidable José Marín Guerrero decía: «Manuel Berná es una de las glorias de la cultura alicantina... su música está marcada por el sello de su talento».
Espero que, con motivo de la celebración de su centenario haya un movimiento impulsado por su pueblo y sus alumnos para grabar sus piezas más importantes, dispersas en grabaciones sin calidad y para recopilar en papel pautado esas obras, dispersas también en tantas agrupaciones, para que puedan ser estudiadas e interpretadas por las futuras generaciones de músicos. Sería un homenaje que, sin duda, se merece este gran artista.
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