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Papá, no vengas en tren

Vicente Lladró

Valencia

Sábado, 6 de septiembre 2025, 00:02

Renfe exhibió en los años 70/80 un eslogan publicitario de gran éxito, porque estaba acertadísimo. «Papá, ven en tren», rezaban los anuncios en televisión, ... radio y grandes carteles en las entradas y salidas de las ciudades. Frente a las malas y saturadas carreteras, con enormes atascos diarios en horas punta y más aún en fechas señaladas de operación salida o regreso vacacional, la compañía ferroviaria ofrecía la seguridad y comodidad del tren, que no era rápido, pero llegaba seguro, con pocos retrasos ya entonces, y también con la comodidad de viajar relajados, todos juntos, sin sobresaltos ni tensiones al volante, incluso con economía. Y daba igual que se tardase más en ocasiones: hasta daba gozo aprovechar rutas nocturnas para dormir, bajar en estaciones señaladas donde había paradas más largas, se confraternizaba con otros viajeros...

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Ir de Valencia a Madrid podía tardar entonces siete u ocho horas, pero con el Talgo por Cuenca se llegaba en cinco. Total, como en coche si había circulación fluida. De Madrid a Vigo o A Coruña eran 11 o 12 horas, con toda la noche en medio, más el atractivo de bajar a tomar café en Venta de Baños, por ejemplo, histórico nudo ferroviario, o disfrutar con las maniobras de cambio de locomotora en Monforte de Lemos. Pasadas las 12 de la noche podías coger en Valencia el 'Sevillano' que venía de Barcelona, luego tenía larga parada en Albacete y pasadas nueve o diez horas te dejaba en la estación de Linares-Baeza, donde enlazabas con un autobús para llegar hasta la feria del paseo Linarejos. En el convoy dejabas un enjambre de amistades recién trabadas, entre fiambreras de tortillas, botas de vino e historias de emigrantes que volvían a su pueblo andaluz a pasar unas semanas de descanso. De Barcelona a Sevilla debía tardar casi veinte horas, pero nadie se quejaba por eso, todos íbamos felices, y la mayoría, bien pertrechados de víveres para recrear el trayecto..

Con aquel ambiente de alegría viajera, quedaba bien patente la intención de una campaña publicitaria que hizo historia para captar más clientes del ferrocarril: «Papá, ven en tren». No vengas en coche, se sobreentendía.

Renfe hizo historia con un mítico eslogan: «Papá, ven en tren». El caos actual anima justo a lo contrario

Hoy, en cambio, con las continuas averías e interrupciones en el sistema ferroviario español, tan moderno y veloz, no hacen falta campañas; queda claro en el ambiente justo el mensaje contrario: papá, no vengas en tren. Ni papá ni nadie. Porque no es seguro, nadie sabe cuándo llegarás y te dejarán tirado sin explicarte el porqué de este caos. Mejor ven en coche, y si hay atasco, paras donde sea, das un rodeo, pero no dependes de roturas absurdas, robos de cables o fallos informáticos que son el cajón de sastre de toda incompetencia.

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