La presidenta de la Comunidad de Madrid ha dejado, una vez más, una frase para la polémica. «Alguien tendrá que limpiar sus casas y recoger ... las cosechas», ha dicho Isabel Díaz Ayuso, en respuesta a la postura de Vox de cerrar las puertas a la inmigración. Ayuso está a favor de que vengan inmigrantes, pero con tal discurso parece asignarles una misión jerarquizada en niveles bajos: que vengan para hacer lo que nosotros no queremos hacer, ni deseamos que nuestros hijos se dediquen a eso; mejor que venga gente de fuera y se ocupe en ello. De modo que ante quienes defienden lo de Santiago y cierra España, la presidenta regional de Madrid argumenta por el lado pragmático: si no vienen de fuera a servirnos, muchas cosas básicas se quedarán por hacer.
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Como era de esperar, a Ayuso le están lloviendo duras críticas, incluso la acusan de racismo y menosprecio, porque de su planteamiento cabe deducir rasgos de minusvaloración hacia los inmigrantes. Los necesitamos para que nos resuelvan tareas de segunda o desagradables. Y de paso, a coste bajos, porque si no, no salen las cuentas. A ver, si alguien necesita a otra persona para que le limpie la casa es porque hoy trabaja en tareas digamos más elevadas, sea por la parte vocacional o por la distinción social, y desde luego porque gana más. Le han de salir los números. Si ha de gastar su jornal en pagar a quienes le resuelven tareas que antes hacía él y ahora no puede, a estas alturas, no cuadra; ha de sobrarle, tiene que ahorrar; luego ha de ser a un coste inferior.
Lo que ha dicho al respecto la señora Ayuso puede que no sea muy correcto, dentro de los cánones y miramientos sociopolíticos actuales, pero desde luego sí que concuerda con lo que piensan y dicen -y hacen- infinidad de españoles, al igual que ocurre en todos los países digamos de nuestro entorno, es decir, el ámbito europeo y occidental. El peligro viene del norte, la mano de obra, del sur.
Vienen trabajadores de fuera, delanteros que meten goles y quizá futuros alcaldes, como en Nueva York
Es verdad que hay algo que rechina en ese discurso, que no es así del todo lo que quisiéramos, que quizás... Pero pregunten por ahí, abran bien los oídos en los bares, en las colas de lo que sea y en cualquier sala de espera. Se habla de eso a diario, de a cómo te sale ese albañil que te hace la reforma de la cocina, o la muchacha que cuida de tu padre, o qué cobra la cuadrilla de Fulano para recoger la almendra. ¿Los hijos autóctonos? Están estudiando, preparando oposiciones o se han empleado muy bien, con sueldo que les dé de sobra para pagar a inmigrantes. También necesitamos un buen delantero centro que meta goles en la selección, y quizá, pasado el tiempo, renovación en alcaldías, como en Nueva York.
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