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El escándalo y la hipocresía

VICENTE GARRIDO

Jueves, 27 de noviembre 2025, 23:36

Según una encuesta que se ha dado a conocer esta semana, un tercio de los jóvenes españoles considera la venta de contenido sexual como una ... forma legítima de generar ingresos. Las autoridades del ramo han mostrado su gran consternación y alarma. Sin embargo, esos datos no resultan para nada sorprendentes si consideramos diversos aspectos que pueden influir poderosamente en esta actitud. El primero es que los videos sexuales no son una novedad para la inmensa mayoría de los chicos de ambos sexos, ya que muchos de ellos se inician en los contenidos pornográficos a los 12 años. El segundo es que hay ya, en efecto, mucha gente que está ganando un buen sueldo al mes a través de aplicaciones como OnlyFans, es decir, que es un modo atractivo y factible de adquirir una solvencia económica y la independencia que ello supone dentro de un mercado sumamente escaso de oportunidades, y hay que comprender que es muy humano querer dejar al fin la casa de tus padres y vivir una vida autónoma. Además, esa y otras aplicaciones están rodeadas de un aura de empoderamiento; los jóvenes exhiben lo que quieren hasta donde quieren, depende de cada uno, ese es el principio que dicen que asumen. Sabemos que esto no es tan fácil, pero varios ejemplos muy publicitados de chicas que afirman ganar dinero y controlar su vida en estas aplicaciones son muy llamativos para los que nada tienen y ven ahí una posibilidad.

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Y yo me pregunto cómo podemos, por una parte, tener a los jóvenes en una situación tan precaria y, por otra recriminarles que incurran en comportamientos que nos parecen negativos para su desarrollo personal. Por desgracia, la hipocresía del discurso político no tiene límites. Entendería esta alarma quejosa si la juventud tuviera amplias posibilidades para tener un empleo decente y poder emanciparse a una edad razonable. Estoy seguro de que la opinión que tanto ha escandalizado acerca de esa visión positiva del beneficio económico asociado al sexo sería diferente. Qué quieren que les diga; yo lo comprendo, pues les obligamos a que se desesperen, y cuando uno no ve salidas rebaja el nivel de exigencia ética, sobre todo cuando no resulta fácil encontrar un dolor o un perjuicio directo, inmediato y evidente en quienes participan estas actividades, como proveedores o consumidores. Todos estamos de acuerdo en que hay mil cosas mejores a los que los jóvenes se podrían dedicar, pero es tarea de los que gobiernan ofrecerlas, y de eso desgraciadamente no podemos presumir, a pesar de que España, según el gobierno de Sánchez, va como un tiro. ¡Ay esa macroeconomía que se pega de bruces con todos los que no pueden llegar a comer o a calentarse dignamente! Menos hipocresía, por favor.

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