JESÚS SIGNES

Obras inexplicablemente largas

Nos hemos acostumbrado a unos ritmos en los trabajos de las administraciones públicas que no son racionales y tienen un efecto negativo en la vida de los ciudadanos

Pablo Salazar

Valencia

Miércoles, 26 de noviembre 2025, 23:30

Yo lo entiendo todo. Que es una forma como otra cualquiera de decir que no entiendo nada. El caso es que nos hemos acostumbrado a ... prácticas, procedimientos y sistemas de trabajo que tienen de todo menos racionalidad. Los tiempos de las obras públicas, por ejemplo. Entiendo, o trato al menos de hacerlo, las razones de las administraciones públicas y de las empresas contratistas. Pero no entiendo que no tengan en cuenta las de los ciudadanos, sean vecinos, comerciantes, trabajadores, visitantes esporádicos... Me viene la idea al pasar por la calle Colón y ver que siguen trabajando en la poda del arbolado. Veo entonces la noticia publicada en este periódico el 31 de octubre, en la que se anuncia que los trabajos durarán un mes y medio. ¡Un mes y medio para podar unos cuantos árboles en una calle que no es la avenida del Puerto! No mide casi tres kilómetros sino apenas 800 metros. En este caso, no sé si es un problema de falta de personal especializado o se ha decidido así para no afectar aún más al tráfico de una vía céntrica, la más comercial de Valencia. Lo que sí sé es que un mes y medio es un exceso. Tan exceso como el plazo que se maneja en obras que ahora mismo están en marcha: la reurbanización de Pérez Galdós y el carril bici de Tres Forques. Que son los habituales en este tipo de proyectos. Pero que tienen una afección muy negativa en los comercios del barrio y en el día a día de las personas. En Pérez Galdós, lo que se está ejecutando es una reforma integral, no un lavado de cara. Pero en Tres Forques hablamos de un simple carril bici. Y sin embargo, los trabajos se eternizan. Las firmas contratistas prefieren estirar los plazos y no concentrar la actividad en un único proyecto. Y las administraciones públicas aceptan este sistema. En la empresa privada se funciona de otra forma. Si se puede hacer en tres meses, mejor que en cuatro. La celeridad se valora. No digo que lleguemos a funcionar como los chinos, que durante la pandemia demostraron que se puede construir un hospital en diez días. Ni siquiera que nos remontemos a los tiempos de la Exposición Regional de 1909, cuando el Palacio diseñado por el arquitecto Francisco Mora fue levantado en apenas 70 días. Pero entre este frenesí constructor y el piano-piano que caracteriza la ejecución de las obras y trabajos públicos en la actualidad debe de existir un término medio. Lamentablemente, de todas ellas se ha apoderado el espíritu denunciado magistralmente por Larra, el «vuelva usted mañana». Que para lo que nos ocupa vendría a ser algo así como «sin prisa y con pausa, mucha pausa».

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