Leo la información de Álex Serrano ('La nueva calle Colón: cambio de aceras y adiós a las motos') y veo las figuraciones virtuales de la ... reforma que se emprenderá después de las Fallas de 2026 y me acuerdo una vez más del gran Josep Pla. Escribir, decía, es buscar el adjetivo preciso. ¿Nueva? Hummm... A ver, distinta a la actual va a ser. Y mejorada, desde luego. Más diáfana y menos caótica. Más ordenada, más limpia. Pero... ¿nueva? No quisiera perder las pocas amistades que me quedan en el Ayuntamiento de Valencia, la que durante tantos años fue mi segunda casa, pero esperaba algo más. Algo que me llevara a proclamar y casi a gritar, ¡por fin, la nueva calle Colón! Ahora que entramos en tiempo de compras navideñas, invito a quien le apetezca acompañarme a un paseo (poco tranquilo) por la calle Colón cualquier día, no hace falta que sea un sábado por la tarde. Por momentos, las aceras se colapsan, no dan para más. Me dirán que también hay problemas con la calzada, que igualmente sufre atascos. Y es cierto. Pero ahí sabemos cuál es la solución, que al parecer está en marcha. Más autobuses de la EMT, mejores frecuencias de paso. De la calzada se pueden retirar motos (bien hecho, aunque como apunta Paco Moreno, nadie se queja porque los motoristas no tienen un lobby que los defienda) y coches. Pero sacar personas de las aceras más concurridas de Valencia es imposible. Salvo que hagamos cirugía urbana y social y convirtamos este eje comercial en otra cosa. Como ha ocurrido con Poeta Querol, que de la milla de oro ha pasado a ser un arroz con cosas, no sé si me explico. En todo caso, reconozco que tal vez sea imposible, que hoy por hoy no quepa otra reforma que la anunciada, que el tráfico ya está bastante complicado como para entorpecerlo aún más reduciendo la anchura de la calzada de Colón para hacer más grandes las aceras. Pero echo en falta algo más de debate, de participación ciudadano. Hablo de arquitectos, claro, de urbanistas y paisajistas, de ingenieros de Caminos, comerciantes, taxistas y ciclistas, conductores de la EMT, vecinos y compradores habituales de la zona. Y hablo también del Colegio de Arquitectos y del Consell de Cultura (¿aún existe?), de la Cámara de Comercio y de la CEV. Esta 'nueva' calle Colón de las figuraciones no me parece nueva sino remozada, aseada. Un lavado de cara necesario que, sin embargo, me temo no acabe con los problemas de movilidad que arrastra. Más bien me recuerda aquella operación, de corte similar, que Rita Barberá acometió en la plaza del Ayuntamiento cuando no se atrevió a peatonalizarla.
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