El fracaso del urbanismo táctico
Dos años después del fin del experimento Ribó, ¿qué queda de aquella forma 'low cost' de reformar los espacios públicos de Valencia? Apenas nada
Ahora que han pasado más de dos años desde que la coalición de Compromís y PSPV dejó de gobernar Valencia al perder las elecciones municipales ... de 2023, conviene analizar con desapasionamiento lo que nos vendieron como un gran avance, una nueva forma de hacer ciudad. Un 'low cost' en plazas y ciudades eufemísticamente denominado «urbanismo táctico». Y que, en síntesis, venía a ser una forma barata de reacondicionar los espacios públicos gastando poco dinero y haciéndolo rápido para rentabilizarlo lo antes posible. ¿Qué queda de aquello, qué nos ha legado el Ayuntamiento de Ribó? Paso a diario por la esquina de la calle Jesús con Pérez Galdós, una isleta mitad aparcamiento mitad zona verde en la que se puso en práctica el «urbanismo táctico». Es decir, unos banquitos por aquí, una pérgola con mucho diseño y escasa eficacia por allá y mucha pintura amarilla por todas partes. (Los fabricantes de pintura son los que deben de haber hecho el agosto con esta moda). Muy pocos días he visto a alguien sentado en esos bancos, disfrutando... del sol inclemente y del ruido ensordecedor del tráfico. Tampoco la actuación ha ganado metros de verde, puesto que se dejó el asfalto y se pintó sobre él. Una mayor superficie de tierra, con césped o hierba, serviría para absorber agua de lluvia en caso de fuerte tormenta, un sistema que se está extendiendo en muchas ciudades del sudeste asiático, donde los temporales son frecuentes. La calle San Vicente, entre plaza de España y San Agustín, es otro ámbito donde el «urbanismo táctico» dejó su huella. En este caso, con pintura verde en vez de amarilla. Pero con idéntico pobre resultado. Esta vía necesita una reforma -que parece que por fin va a llegar- para ensanchar sus aceras y reducir una calzada excesiva. La propia plaza de San Agustín, una chapucilla a base de maceteros y que dejó las marquesinas de las paradas de la EMT, el horror de la plaza del Ayuntamiento, con el muestrario de maceteros, y la «supermanzana» de la Pechina son las otras aportaciones de un modelo agotado y fracasado. El 'low cost' puede estar bien para viajar (a cierta edad) pero no para hacer ciudad. La dignidad del espacio urbano, donde las clases sociales se igualan porque todos disfrutan de él, obliga a intervenir sobre el mismo con mimo y con todos los recursos públicos disponibles. Nuestras plazas y nuestras calles exigen un tratamiento muy diferente, unos proyectos con ánimo de perdurar y de cubrir las necesidades de una población variada. Lo llamaron «urbanismo táctico» pero en realidad fue electoralismo chapucero.
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