Con la IA jugarán al tute en clase
La inteligencia artificial en el aula está de actualidad. Tranquiliza pensar que en su día también fue polémica la incorporación de las mesas planas y aquí seguimos
Participé la semana pasada en un encuentro en el que distintas perspectivas académicas, tecnológicas y de la administración debatieron sobre Inteligencia Artificial y educación. Solo ... tuve que escuchar y resumir, y de entre las conclusiones me quedo con tres ideas: reeducación, porque ahora nos ponemos a pensar cómo incorporar la IA a la escuela cuando ya su uso está extendido; adaptación de los adultos, porque la disrupción es para nosotros que, y es la tercera idea, somos quienes ahora tenemos que construir esa nueva educación.
Publicidad
Fue impactante la toma de conciencia de que la disrupción tecnológica es para quien la vive, no para los que tienen que llegar. Somos los adultos los que recordamos rebobinar un casete con un boli mientras escuchamos a Rosalía en Spotify. No hay disrupción musical para aquellos que no usaron el walkman.
Muchos miedos del futuro se me fueron al recordar un artículo antiguo de Magisterio. Hay un lugar común que dice que las aulas de hace un siglo eran como ahora, pero no es exacto. Sí, entonces había sillas, pupitres y pizarra como ahora, pero si les llega alguna imagen de una clase antigua vislumbrarán pupitres diferentes.
En enero de 1930 publicaba Magisterio el artículo Renovación pedagógica: los equipos de trabajo. En él, su autor, G. Manrique, escribía: «Con el fin de transformar en lo posible la vida de efectividad pedagógica en las escuelas, pensamos en ir creando un material apropiado a este fin. Nuestro primer paso en esta obra tan necesaria fué (sic) encargar la construcción de mesas planas de cuatro plazas». Según el autor, «creímos que la mesa plana es lo más normal, la mesa más semejante a la que el niño utiliza en su misma casa».
Publicidad
Así que este equipo de docentes motivados encargó «la construcción de mesas planas con asientos movibles para empezar nuestros ensayos». La idea era crear equipos de trabajo, «ordenando la labor por grupos pequeños de alumnos, nada mejor que una mesa plana, donde el grupo de niños trabaje con libertad y estímulos creadores».
Nada que hoy en día no encontremos en cualquier clase de infantil o Primaria, una reorganización de los pupitres que distribuya al alumnado en pequeños grupos de cuatro o cinco. No es algo que podamos pensar que cause rechazo.
Publicidad
No era así entonces: «Vino el primer choque con la realidad», explicaba el autor. «Algunos pueblos acogieron nuestra propuesta con entusiasmo y confianza». Eran tiempos de escuelas municipales y no de competencias autonómicas. «Otros, se negaron en rotundo a que en sus escuelas se instalaran las mesas planas». La demoledora crítica de los que veían con buenos ojos esta innovación: «Frase textual de los protestantes: la mesa plana es útil para que los niños jueguen al tute. La férrea disciplina escolar es necesaria dentro de la escuela».
El tiempo, casi un siglo ha pasado, nos ha dicho que «el resultado es excelente», lo que ya intuía su autor. No obstante, entonces solo pudieron introducir sus mesas planas «en las escuelas donde fueron admitidas de buen grado».
Publicidad
No sé si la incorporación de la inteligencia artificial será más o menos disruptiva en las escuelas que lo de las mesas planas. La IA no comenzó por el tute pero sí con el ajedrez cuando la supercomputadora Deep Blue fue capaz de derrotar a Garri Kaspárov. Lo que sí tengo claro es que ambas comparten lo que ya en 1930 vaticinaba aquel artículo, que «la labor del maestro cambia por completo, de cómo era en la escuela tradicional, a cómo es en la actualidad». Cuánto se reirán de nosotros los que lean este artículo dentro de cien años.
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión