Un fino y colorido hilo casi transparente une sin remedio África con Valencia. Leticia Valera ha armado un pequeño ejército de tejedoras y costureras que ... crean moda desde un extremo, en el corazón de Senegal, hasta el otro en uno de los módulos para mujeres de la cárcel de Picassent. Son talleres de costura llenos de esperanza y futuro creados para mujeres que han encontrado entre sus máquinas y composturas otro camino posible. Una nueva oportunidad. Una salida.
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Detrás de cada pespunte, entre las agujas y máquinas de coser, tras sus coloridos tejidos para dar forma a trajes o complementos con estilo auténticamente étnicos, está Kassumay una ONG valenciana creada hace más de 20 años por Valera. Todas juntas forman el corazón de Kassumay que impulsa cada año nuevas colecciones de moda «consciente».
Hablar con ella y escuchar su historia es conocer la tenacidad frente al conformismo. Te hace sentir irrelevante. Su historia es la demostración de que es posible dar auténtico sentido a una vida. Completarla más allá de lo establecido.
Gracias a la costura se ven distintas. Miran distinto
Valera es una de esas mujeres fuertes que no se conformó con vivir normal. La conozco hace muchos años. Siempre en el mismo lado de la barrera y currando mucho. Se movía con destreza entre las complejas bambalinas del Palau de les Arts Reina Sofía. Un reto profesional extraordinario que, sin embargo, no era suficiente. Y un viaje a Senegal lo cambió todo. Y Oumar. Y Fatu. En un lugar donde «nada es nada, pero se comparte todo».
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Con ellos, arrancó un proyecto muy personal para dar voz a las voces silenciosas de África, a sus mujeres, la columna vertebral de un continente donde son ellas la que se ocupan prácticamente de todo. Mantienen hijos, familias, comunidades enteras.
Primero fue un microbús -gracias a Miguel-, luego medicamentos, el primer dispensario médico, después otro y así llegaron al primer taller de costura. Hoy ya cuentan con cuatro. Son centros plenamente productivos y rentables, capaces de asegurar una forma de vida a las decenas de mujeres que han encontrado, entre sus vistosas telas, un trabajo estable que les da independencia y seguridad.
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En esta semana dedicada a las mujeres y al compromiso contra la violencia, toca reivindicar también el papel estratégico de muchas personas que, como Valera, deciden dar un paso adelante para cambiar las cosas. La moda, en este caso, es mucho más que moda. Aprender un oficio, recuperar el pulso, volver a sentirse útil cuando te han convencido de que ya no sirves. Mujeres que renacen pese a nacer donde las oportunidades llegan tarde o, a veces, no llegan nunca.
Kassumay es una salida hilvanada para ellas. Gracias a la costura se ven distintas. Miran distinto. Ocupan su espacio sin pedir disculpas y han pasado de sobrevivir a planificar. Una auténtica revolución. Nada que ver con empoderarse a golpe de eslogan. ¿No les parece?
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