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Andando y viendo

A cuestas con el premio

Martes, 21 de octubre 2025, 23:28

Coincidirán conmigo que tras el título del premio Planeta 'Vera, una historia de amor' no parece haber mucho suspense, ni trampa, ni siquiera misterio. Es ... una declaración sencilla, pensada para gustar sin complicaciones. Y quizá ahí empiece la verdadera historia, la de un premio que cada año se enamora un poco más de su reflejo y que se va transformado al ritmo de los nuevos tiempos de amores mediáticos.

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Cada octubre ocurre lo mismo. La gala, los focos, el hotel y el talón del millón de euros dando forma a una especie de Super Bowl de la literatura española que alimenta -el posible y deseable suspense- con una rima que empieza a ser conocida y que se cuela entre la platea y su espectáculo. Los autores hacen cábalas, los periodistas olfatean polémica y los editores calculan ventas con cara de interés cultural.

Juan Del Val escritor es un tipo mediático, hábil, consciente del personaje que ha construido, pero también del precio y el beneficio que tiene de ser él mismo. Ha entendido que en el siglo XXI la visibilidad también se escribe. Y el jurado del Planeta -que lleva décadas practicando el arte de elegir también lo que da conversación- lo ha premiado por partida doble. Por la novela y por el fenómeno. No se premia solo una historia, se premia saber contarla en todos los formatos posibles, también fuera del papel.

Haya ganado el escritor, el personaje o el fenómeno, al menos por una noche volvimos a hablar de libros

En realidad, ha hecho lo que muchos sueñan y pocos admiten. Ha mezclado oficio y escenario, estrategia y escaparate, literatura y marca personal. No es el primero en hacerlo, pero sí uno de los pocos que ha decidido no fingir que le da vergüenza. Sobre el talento ya se pronunciarán los lectores, que para eso también pagan entrada. Y ahí está la genialidad del asunto. Mientras unos siguen escribiendo en la sombra, él ha aprendido a escribir con luz de plató.

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Llevamos varias ediciones ya que han hecho mover mucho el polvo, pero al día siguiente buscamos el libro en la mesa de novedades. Al final participamos de la misma coreografía, solo que algunos cobran por bailar y otros pagan por mirar. Y en todo este lío, es curioso que nadie pierde de vista al finalista cuya sombra, cada año, es más alargada y coge más cuerpo.

Sea porque el Planeta ya no es un templo de las letras, porque ahora lo que vende es la atención y no la fe literaria, en un tiempo en que se lee con el pulgar, cualquier novela que logre colarse entre tanto estímulo ya merece su respeto. Nuevas dinámicas para tiempos diferentes que dejan en allá por el Paleolítico los orígenes inspiradores del premio.

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Enhorabuena a Juan del Val y a Ángela Banzas por sus novelas, por el eco mediático y por recordarnos que, a falta de revoluciones, todavía nos queda el morbo. Haya ganado el escritor, el personaje o el fenómeno, en el fondo da igual porque al menos, por una noche, volvimos a hablar de libros. Y hacerlo, en los tiempos que corren, también es una historia de amor. ¿No les parece?

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