La necesidad de un tiempo nuevo
Pérez Llorca tiene el reto de marcar un perfil propio y de impulsar una etapa centrada en la reconstrucción de la zona afectada por la dana, superando la crispación de los últimos meses
El popular Juanfran Pérez Llorca se someterá hoy a la sesión de investidura como presidente de la Generalitat en Les Corts Valencianes. Tras el periodo ... de interinidad abierto a partir del anuncio de dimisión de Carlos Mazón, todo hace indicar que el diputado alicantino obtendrá la mayoría absoluta de los votos de la Cámara autonómica. Vox, cuyo apoyo es imprescindible, aún no ha confirmado su respaldo pero lo que se ha ido conociendo de las negociaciones entre los dos partidos de la derecha confirma que el acuerdo está maduro. Los de Abascal quieren hacer valer su posición, exigiendo que determinados puntos de su ideario se reflejen en los Presupuestos y que no queden como simples declaraciones de intenciones. Y en concreto, se refieren al rechazo de las políticas del Gobierno central en materia de inmigración y lucha contra el cambio climático.
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Con el previsible aval de Vox, Pérez Llorca se convertirá en el octavo presidente de la Generalitat desde la aprobación del Estatuto valenciano en 1982 y de las primeras elecciones un año después. No llega al cargo en un momento fácil. La tormentosa marcha de Mazón y la enorme tarea de reconstrucción de la zona afectada por la dana hipotecan de inicio un periodo en el que necesariamente tiene que marcar un perfil propio que lo distinga de su antecesor. Porque cada día que pasa y conforme se van conociendo nuevos datos sobre lo ocurrido en la tarde noche del 29 de octubre de 2024, la imagen de Carlos Mazon se va deteriorando aún más. Su dimisión no ha acabado con una crisis política que arranca en el momento en que mientras Valencia se inundaba y 229 personas perdían la vida, él no estaba donde tenía que estar. Aunque legalmente no estuviera obligado. Los detalles de su estancia en El Ventorro, las horas en que se produjo, el importe de la comida o los metros cuadrados del reservado del restaurante palidecen en comparación con un hecho irrebatible: el dimisionario presidente no contó la verdad y fue cambiando de versiones a medida que avanzaba la investigación judicial y las informaciones periodísticas daban cuenta de sus contradicciones.
La alargada sombra del 29-O -la mayor tragedia natural sufrida por España en lo que llevamos de siglo- y los efectos políticos que ha originado, han condicionado la agenda valenciana. Desde aquel día y por razones obvias, todo se mira e interpreta en función de aquella catástrofe. El funeral de Estado cerró una etapa de duelo, lo que no significa de olvido. La memoria de las víctimas debe ser el acicate que mueva a los gestores públicos a adoptar las medidas para que algo así no vuelva a repetirse. Pero si los damnificados no pueden caer nunca en el olvido, lo que sí es necesario es inaugurar un tiempo nuevo. En el que las necesidades de los ciudadanos se pongan por delante de los intereses partidistas, de los cálculos electorales, del desgaste de quienes en la noche más oscura no dieron la talla. Empezando por Mazón -ya dimitido- y acabando por Pedro Sánchez -ajeno a cualquier crítica, como si careciera de toda responsabilidad-. No compete sólo a Pérez Llorca este impulso de renovación a todos los niveles, desde su entorno más inmediato y su Consell a la forma de gobernar, con un estilo menos pendiente de las redes sociales y más atento a los problemas reales. La oposición, incluso los medios de comunicación, están llamados a esta exigencia de ventilar un ambiente excesivamente cargado y por momentos irrespirable. De todos los actores políticos y sociales dependerá que la Comunitat Valenciana pueda recuperar la senda de la estabilidad, la única que permite avanzar y crecer en libertad.
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