Si hace un año nos llegan a decir que doce meses después íbamos a estar publicando cómo era el reservado donde el ya expresidente Mazón ... estuvo en las horas más críticas de la dana no nos lo hubiésemos creído. A finales del pasado noviembre los colegios arrasados por la riada continuaban cerrados, las carreteras y descampados seguían invadidos por vehículos destrozados y localidades como Chelva, Titaguas, Benagéber y Tuéjar clamaban para que se las incluyese en la lista de municipios afectados por el temporal. Los periódicos narrábamos día tras día las consecuencias del peor suceso que había vivido Valencia en años. La previsión entonces era que iríamos contando cómo se iba reparando todo lo que se quebró aquel día y anunciando soluciones que desde los distintos gobiernos se trazaban para evitar que algo así volviese a ocurrir.
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No ha sido así. O, mejor dicho, no ha sido solo así. En estos meses hemos relatado los pasos que se han dado en torno a la reconstrucción, a ritmos muy diferentes en según qué áreas y dependiendo de las zonas. Hemos apuntado algunas ideas emprendidas por diversos municipios para prevenir a los vecinos en caso de que algo similar se produjese en el futuro. Pero son acciones puntuales, no existe un consenso al respecto, ni un plan de mejora y de prevención de la zona.
Pero sí a algo le hemos dedicado atención los medios es a lo que hizo o no hizo Mazón aquella tarde en que llegó al cecopi alrededor de las 20.30 horas, cuando l'Horta sud estaba ya completamente inundada y el agua había sorprendido a cientos de personas en la carretera, en garajes o en casas situadas en plantas bajas.
Los datos se van sabiendo porque la jueza los requiere a terceros no por voluntad de Mazón
Y no porque nuestro mayor interés resida en lo que el expresidente hizo, sino por la falta de transparencia que ha mostrado durante todo este tiempo sobre su actividad aquel día. En estos meses hemos ido conociendo diferentes versiones, que iban cambiando a medida que se conocían más datos o los testimonios de otras fuentes desmontaban las explicaciones anteriores. Mazón siempre ha tratado de restar importancia a este hecho e iba reajustado sus explicaciones según las horas variaban. Lo que en un principio había terminado a las cinco y media de la tarde finalmente se alargó hasta pasadas las 7 y media.
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Y esto ha ido descubriéndose con cuentagotas, día tras día, como si de los episodios de una serie se tratase. Ahora sabemos la hora de salida del parking, después cómo era el comedor del restaurante y más tarde la cuantía de la factura. Los datos se van revelando porque la jueza los requiere a terceros no por voluntad del exdirigente de allanar el camino, de contar toda la verdad, de despejar dudas y de dejar que la atención se centre en lo que debería ser lo relevante, las víctimas y la reparación. Un año después seguimos atrapados en el Ventorro sin saber bien qué pasó allí.
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