Como un aviador

Impotencia un año después

Miércoles, 29 de octubre 2025, 23:15

Tal día como hoy en Valencia, en la parte que protegió el nuevo cauce del Turia, amanecimos con dos sensaciones difíciles de convivir entre ellas, ... la tristeza infinita por los destrozos que había causado la dana a escasos kilómetros de la capital y la culpa por habernos librado de la furia del agua desbocada. En esas primeras horas -caminando por una ciudad en silencio y sin rastro de barro- resultaba complicado gestionar las emociones. Ni siquiera habíamos podido procesar lo que había ocurrido ni éramos conscientes de la magnitud de la tragedia. Tampoco sabíamos cómo reaccionar, paralizados por el miedo, por la falta de información fidedigna y por los obstáculos que el propio temporal había interpuesto.

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Un año después el panorama ha cambiado, pero no tanto como nos gustaría. Ni mucho menos. El estado de los municipios afectados ha mejorado, pero la mayoría continúa padeciendo carencias y deficiencias graves, todavía quedan cuerpos de fallecidos sin encontrar y las víctimas claman justicia por unos acontecimientos sobre los que no están todas las explicaciones dadas.

Un año después el debate político está encallado en el recorrido que hizo Mazón para llegar al Palau de la Generalitat. O a otro lugar. A estas alturas no nos sorprendería saber que ni siquiera pasó por allí, teniendo en cuenta la cantidad de versiones que ha dado sobre lo que hizo la tarde del 29 de octubre. Lo que sí sabemos es lo que no hizo. La conversación y la negociación deberían estar en la reconstrucción y en las medidas que hay que tomar para que una situación así no se repite nunca más. Porque la sensación generalizada es que el territorio sigue siendo extremadamente vulnerable y que cada vez que llueva vamos a mirar hacia los barrancos con temor.

Un año después el panorama ha cambiado pero no tanto como nos gustaría

No solo es que no se hayan buscado soluciones temporales -entiendo que no es algo sencillo- es que a estas alturas no existe un plan consensuado para modificar las zonas en peligro y, sobre todo, para instaurar un modo de construir que tenga en cuenta las peculiaridades geográficas.

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A las medidas que ya se implementan para avisar ante temporales son necesarias también otras para prevenir, así como protocolos de actuación en casos de emergencia. Es que hace doce meses que sufrimos la mayor catástrofe de este siglo en España. Parece de perogrullo que un año después los políticos deberían estar volcados en estas tareas y no en descargar responsabilidades y en buscar excusas para justificar sus modos de actuar.

El sentimiento que sigue intacto es el de la impotencia. Hace un año la sentía ante el horror desatado a escasos kilómetros de donde vivo y al que se habían tenido que enfrentar mis vecinos. Y un año después la siento cuando observo la inacción de nuestros gobernantes, instalados en una batalla que solo les beneficia a ellos.

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