Está circulando estos días por las redes sociales una noticia de 1998 en la que se informaba de que un grupo de 18 trabajadores españoles ... había tenido que abandonar Alemania como consecuencia de las presiones de grupos neonazis. En aquella ocasión el grupo estaba formado por trabajadores onubenses, que habían sufrido durante tres días presiones xenófobas de los neonazis en el estado de Sajonia.
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Por supuesto la información se recupera a propósito de lo que está sucediendo en Torre Pacheco, tras la brutal agresión de varios jóvenes a un anciano. En la denuncia del agredido este especificó que uno de ellos hablaba en un idioma extranjero. Este dato unido a la importante presencia en la localidad de habitantes no nacidos en Europa ha provocado una lamentable respuesta xenófoba. La concentración el mismo día en la plaza del Ayuntamiento terminó con decenas de radicales gritando frases como «moros hijos de puta», «viva Franco» o «a vuestro país». Ese fue el inicio de varias jornadas en la que el resto de España -y de todo el mundo- miramos con preocupación el efecto llamada de bandas violentas que acuden a tomarse la justicia por su mano, a provocar disturbios y a atacar vehículos y comercios de vecinos de origen magrebí.
Efectivamente uno de los atacantes que ha sido detenido es magrebí. No se sabe todavía por qué lo hizo, ya que al parecer ni siquiera robó al anciano. La delegada del Gobierno de la región desveló ayer además que el agresor ni siquiera vivía en Torre Pacheco, sino que reside en Barcelona y nadie sabe qué hacía allí. Poco importan estas incógnitas a los grupos extremistas que llevan días convocando concentraciones en la zona y que azuzan para que se desaten reacciones violentas. Y tras ellas regresan los mitos en torno a los inmigrantes: «Nos quitan el trabajo», «Colapsan la sanidad pública» y «Vienen a robar». Nadie conoce la motivación real del ataque ni a qué dedican su vida los detenidos, pero su nacionalidad pesa más que nada.
Ahora vienen desde el Norte de África, antes éramos nosotros los que íbamos a Alemania
Los cultivos de regadío en esta zona han generado una huerta que requiere de abundante mano de obra. Esos puestos de trabajo, que muchos españoles no quieren, los han ocupado inmigrantes, la mayoría procedentes del Magreb. Algunos están regularizados, otros no.
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Ahora vienen aquí desde el noroeste de África. Antes éramos nosotros los que íbamos a Alemania en busca de un futuro mejor, con la esperanza de integrarnos en una sociedad con cultura y costumbres diferentes a las nuestras. La triste historia se repite, pero en sentido contrario. A finales de los 90 eran los trabajadores de Huelva los que soportaban las presiones de los neonazis, amparándose en bulos y datos incorrectos. Ahora somos nosotros los que expulsamos, los que olvidamos, los que presionamos, los que odiamos. Algunos han olvidado de dónde venimos.
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