Llegados al mes de diciembre el calendario festivo valenciano contempla, entre otros festejos, dos fechas emblemáticas: el 8 festividad de la Inmaculada Concepción y el ... 13 dedicado a Santa Lucía. La primera de ellas se celebra en la Catedral, con una solemnísima Misa Estacional por la mañana y celebración de las segundas Vísperas por la tarde seguidas de una procesión claustral con una pequeña imagen de la Virgen. Cabe destacar que la Inmaculada es patrona de España, así como del arma de Infantería, de la Real Orden de Caballería, del Seminario Metropolitano de Moncada y de numerosas congregaciones religiosas. Como curiosidad destacar que la imagen de la Inmaculada tiene altar en la mayoría de templos valencianos.
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El segundo de estos festejos es el dedicado a Santa Lucía, patrona de los oftalmólogos y por lo tanto se considera protectora de la vista. La devoción por esta santa nació en el año 1381 en la sede de la antigua cofradía que ocupa una pequeña ermita, situada junto a los jardines del antiguo Hospital Provincial en la que también se venera a Santa Águeda.
El festejo, eminentemente popular, comienza la víspera con una «tabalá», un acto en el que músicos con dolçaina y tabalet recorren las calles colindantes al ermitorio para anunciar la fiesta que congrega a millares de devotos el día de su festividad.
La ermita tiene una curiosa historia de supervivencia, poco conocida por los valencianos. Durante la Guerra Civil civil se destruyeron numerosos templos en el bando republicano; la ermita se salvo gracias a la niña francesa, Claudia Bayo Gaboyard que habitaba el ermitorio. En 1937 un escrito del cónsul de Francia declaró territorio francés el lugar, cuyo escrito se colocó en la puerta y en consecuencia fue respetado. Una historia preciosa que me contó la propia Claudia, personaje extraordinario y encantador, en 2005 en el transcurso de una entrevista para LAS PROVINCIAS.
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