Estamos a punto de dar carpetazo al programa de la Feria de Julio, y lo haremos el domingo con la Batalla de Flores, uno de ... sus festejos más atractivos, en el que Valencia, año tras año, despliega en el paseo de la Alameda un río esplendoroso de clavelones de varios colores, cuyo aroma permanece en el ambiente tras el divertido combate.
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Cabe recordar que la Batalla de Flores se incluyó en la Feria de Julio en 1891, gracias a la iniciativa del entonces presidente de Lo Rat Penat, Pascual Frígola Ahís, barón de Cortes de Pallás, quien adaptó para nuestra ciudad una batalla floral que tenía lugar en Niza durante las fiestas de Carnaval. La imitación superó a la original y su faceta lúdica fue espléndida.
La actual confrontación floral dista mucho de la creada inicialmente. Sin embargo, lo que siempre ha permanecido inalterable ha sido el trabajo artesano de nuestros artistas. Desde entonces, esta batalla incruenta ha tenido que soportar muchos cambios, entre los más destacados, la desaparición de los pabellones que se situaban en el paseo de la Alameda. A pesar de ello, este singular evento continúa siendo una espectacular fiesta de arte, flores y alegría, en la que la mujer valenciana es la protagonista indiscutible.
El arte y el ingenio de nuestros artistas se han mantenido, a pesar de los mermados presupuestos económicos que en ocasiones han tenido que afrontar. Nuestros artesanos, los especialistas en carrozas, han estado siempre en primera línea. La historia nos recuerda los magníficos trabajos de la talla de Cebrián, Llácer, los hermanos Fontelles, Coret, Desfilis, Julián Puche, Modesto González, Regino Mas y Carrero, junto con Martínez Mollá, Azpeitia, el inolvidable y buen amigo Vicente Roda «Tinín», Martínez Canuto y el laureado Salvador Guaita, sin menospreciar los realizados por las nuevas generaciones de artesanos que, desde hace unos años, compiten.
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