Cada vez me inquieta más la presencia del discurso militarista. Entiendo la necesidad de estar alerta y de prepararse para la guerra teniendo a un ... vecino como Putin. Algunos creen que van a conseguir calmarlo con un acuerdo beneficioso en Ucrania, pero tengo para mí que va a ser todo lo contrario. Comprobada la tácita aceptación del nuevo orden mundial por parte de Occidente a fuerza de drones y bombas en la propia Europa, nada le impide seguir imponiendo sus reales por el mapamundi. Conquistadores sin fronteras. Literalmente.
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Y ojalá fuera solo él, pero la Internacional Autócrata encabezada por Trump no se queda corta en sus amenazas bélicas. Ahora, a cuenta del narcotráfico venezolano. pero lo mismo daría si se empeñara en erradicar la bebida de cola en Cuba sin referencia a la marca roja o los solomillos de la pampa aptos para chimichurri y no para salsa barbacoa cien por cien tejana y no gaucha.
En ese contexto, no es extraña la recuperación del servicio militar en algunos países de nuestro entorno. Francia acaba de aprobarlo, de forma voluntaria, e Italia lo va a analizar en breve. Imagino que, en eso, como tantas cosas, España «will be different». No es que sea, sino que será diferente. Llámenle intuición.
No me imagino a un gobierno de Sánchez proponiendo ni siquiera la opción voluntaria de incorporarse al ejército durante unos meses para formarse. Y mucho menos como oferta a esos jóvenes que pretende camelarse con bonos culturales tapadera o con tarjetas transporte gratuitas hasta para niños pijos con BMW en la puerta de la facultad. No veo a este gobierno intentando inculcar la cultura de Defensa y mucho menos con el compadreo hacia nuestros vecinos del Sur, que se han apropiado del Sáhara en un visto y no visto. Sobre todo, no visto.
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Sin embargo, y aunque me cueste escribirlo, echo en falta que nos den formación básica a todos. No solo a los potenciales soldados de refuerzo en un conflicto sino a quienes por edad o por circunstancias, quedaríamos a priori en la retaguardia. Yo no me veo luchando en el frente, aunque en una situación extrema como una guerra, nunca se puede decir «de esta munición no dispararé». Pero sí quisiera tener nociones de estrategia, tácticas o métodos de supervivencia en caso de conflicto. Ni nos haría más militaristas ni nos abocaría de lleno en una guerra fratricida. Nada de eso está reñido con un servicio militar voluntario ni haría de éste un gobierno asesino. Quizás lo que conseguiría es dotarnos de recursos para sobrevivir en un futuro negro como el que asoma a lo lejos.
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