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Arsénico por diversión

La hija del «boomer»

María José Pou

Valencia

Jueves, 30 de octubre 2025, 23:11

No sé si la princesa Leonor llama a su padre «boomer» en la intimidad, como hacen miles de jóvenes para indicar a sus progenitores que ... están anclados en el pasado. Es su forma de mostrarse condescendientes cada vez que espetan ese «vale, boomer» que, traducido, significa: «estás fuera de onda, pero no quiero discutir». En principio «boomer» no era despectivo sino la forma de referirse a los nacidos en los 50 y los 60, los hijos del «baby boom», de ahí el nombre. Sin embargo, los más jóvenes han acuñado esa expresión para llamar «carroza» a su «viejo», como diría un «boomer».

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Ahora bien, en los Premios Princesa de Asturias, Leonor no lo dijo tanto con ese sentido como con el de referencia generacional, pues habló de su padre como «boomer» y de su madre como «equis», es decir, de la Generación X.

El momento fue muy aplaudido por su capacidad para hacer un guiño generacional e introducir un toque de humor en un discurso tan institucional. No seré yo quien reniegue del humor, pero tengo mis dudas. No me parece descabellado humanizar a la institución, sobre todo, tratándose de una mujer joven que debe marcar su propio estilo y diferenciarse de su padre. Son otros tiempos, viene a decir la broma sobre las generaciones. Y es cierto. Otros tiempos exigen otro lenguaje en especial para conectar con su propia generación. Lo que me pregunto es hasta dónde debe llegar esa aproximación.

Hace muchos años que España no tiene una reina y la última no fue, precisamente, un modelo de virtud, a juzgar por algunas crónicas y no pocos chascarrillos de la época. Isabel II vivió tiempos convulsos, sin duda, en los que, además, la mujer cargaba con una desconsideración intrínseca por su género. Incluso siendo reina. Así, pues, las referencias de Leonor a ese respecto se remontan a figuras antiguas que no siempre se ajustan al presente. En éste es su padre, el rey, el espejo en el que mirarse, con la prudencia, la seriedad y la austeridad que ha impuesto a su reinado. Así lo reivindicó Felipe VI en su discurso al exigir que «seamos capaces de inculcar en quienes vienen detrás de nosotros los principios y valores por los que hemos luchado».

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En ese contexto, no es fácil echar mano del humor. Ha de ser muy sutil e inteligente para no herir ni cuestionar. Lo mismo sucede con el lenguaje juvenil. La princesa no está hablando en un contexto informal, y al formal le cuesta impregnarse de esas tendencias, de modo que dejar caer alguna expresión, como en este caso, es oportuno, pero tendrá que mesurarse para no abusar de los coloquialismos.

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