Trenes, túneles... y puentes
Con las prisas ante la inmediata convocatoria a urnas, no se rediseñaron con las adecuadas medidas de altura (gálibo), o peso, que se hubiera deseado
La reciente polémica de los trenes que no caben por los túneles en Asturias no es un caso aislado en la península Ibérica. Tenemos otros ... despropósitos en infraestructuras del transporte mucho más cerca. Y yo diría que de mayores dimensiones. Por una sencilla razón: estos modernos convoyes ya están construidos, y se muestran reñidos no sólo con túneles sino también con puentes. Y lo que es peor, sin solución posible. Tanto, que se evalúa el 'desliz' en 600 millones de euros, según el PP. Me estoy refiriendo a la línea Alicante-Denia, allí llamada Línea 9 de nuestros ferrocarriles autonómicos.
Publicidad
En este eje costero se ha repuesto por fín el servicio medio tranviario medio ferroviario, en los últimos 30 kilómetros que restaban entre Calpe y Denia, el pasado 16 de enero. Presentado tras siete años de obras, con tres de retraso sobre lo previsto y trenes a medio estrenar, cuando el AVE Madrid-Valencia apenas sumó cuatro de obras. Pero con todo, se carece de fecha de finalización integral, por dificultades surgidas durante la tediosa modernización. Lo que no ha impedido invertir cifras astronómicas desde décadas atrás. Si bien no ha despertado siquiera una nítida demanda ni ciudadana, ni turística al haberse suprimido el Tren Limón Exprés.
Y es que se cuenta con tres trasbordos, en apenas 94 kilómetros de recorrido, y una duración total de viaje que ronda las 3.30 horas, cuando era de poco más de 2 horas y de un tirón lo que se tardaba en 1958. De ahí el actual chascarrillo en todos los medios nacionales.
La costa norte alicantina está bordeada desde 1915 por aquél ferrocarril que pasaría a depender de nuestro Consell hace casi 40 años. Se trata de un recorrido intrincado repleto de puentes, túneles y contracurvas, debido a las estribaciones de sierras montañosas que llegan al mar, y que enlaza puntos tan singulares como Villajoyosa, Benidorm, Calpe o Altea. Todo lo contrario que la llanura orográfica de interior, asimismo surcada por vías de un metro de ancho, que actualmente completan la red valenciana de idéntica empresa pública: FGV o Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana. En cambio, en aquella sede ha optado por un patrón errático. No como Valencia, que sí mantiene alejados los tráficos de trenes y tranvías.
Publicidad
Esta diversidad geográfica y formidables canales de comunicación que podían vertebrar y ser de gran utilidad para buena parte de nuestro territorio, permanecen separados. Un hecho excepcional para cualquier otra red autonómica española.
Para más sarcasmo, su trecho central, repetido y socorrido reclamo electoralista, el Tren de la Costa, la unión de Denia con Gandía con posible enlace con Villanueva de Castellón, duerme en un cajón sin voluntad por parte de Madrid, se dice. Cuando su competencia es exclusivamente de la Generalitat. Pero aparte de la total duplicación de órganos de gestión ferroviaria, la línea que nos ocupa sufre de unos años acá los constantes vaivenes de geniales avances inservibles.
Publicidad
Ya en 2007, Alicante perdió toda posibilidad de una red de Metro consolidada y de gran capacidad, postulándose hacia una extraña mezcla de tranvía subterráneo, el Tram, que se ha visto seguido por algo similar, de dudosa efectividad como es la línea 10 de MetroValencia.
Pero volvamos al actual debate que tanto divierte al personal. Siguiendo con el modelo Tram, pupurrí de la movilidad que nadie entiende, el cambio de color político tenía que notarse. En 2019 se adquieren seis trenes de similar aspecto al tren-tram con el agravante de ser del tipo dual. Que pueden circular tanto como eléctricos como sin catenaria. Aparentemente para 'ahorrarse' la electrificación de la línea hasta Denia. Aunque no se cae en la cuenta que para mantener el piso bajo tranviario, tanto motor como generador deben albergarse sobre el techo. Una 'modernidad' que eleva el importe de cada convoy de tres coches hasta los 8,8 millones de euros. Y que con las prisas ante la inmediata convocatoria a urnas, no se rediseñaron con las adecuadas medidas de altura (gálibo), o peso, que se hubiera deseado. Consecuencia: túneles que hay que agrandar y puentes metálicos que se tuvieron que reforzar.
Publicidad
Por otra parte, se opta por enviar con urgencia un tramo del viaducto de Ferrandet al banco de pruebas de la Universidad Politécnica de Valencia, el ICITECH. Aunque en paralelo y sin espera de resultado, se reconstruyó enteramente, figurando totalmente operativo. Y finalmente, el más impresionante, el Quisi, en Benissa, que no ofreciendo peligro de entrada, ha contado con 2,5 millones de euros para su remodelación. Y sin embargo al poco, se proyecta un nuevo puente del Quisi, con una inversión superior a 100 millones de euros. Este señero viaducto, dotado de una notable rareza como son sus pilas metálicas al estilo Eiffel, está catalogado como una joya entre las 100 obras de Patrimonio industrial español. Y encima se está elevando junto a él una mole de rabioso impacto que ha destrozado su estética.
¿Por qué no se trabaja por el interés general y únicamente se ocultan los desmanes?
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión