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Joaquín Sabina

Parirás con dolor

Contaba Benjamín Prado cómo llegó a casa de Sabina a tratar de curar en compañía una tremenda pena de amores que le estaba arrasando el corazón

Juan Gómez-Jurado

Sábado, 19 de julio 2025, 00:08

Contaba Benjamín Prado cómo llegó a casa de Sabina a tratar de curar en compañía una tremenda pena de amores que le estaba arrasando el ... corazón. Contaba cómo no daba crédito al comprobar que Joaquín, mientras él le describía cada herida que la fuga de su ex le estaba provocando, cada escozor que le provocaba su ausencia, cada noche de tortura que pasaba en la cama que, solo hacía unos días, era de ambos, le miraba con una sonrisa feliz, intensa, interesada, vampírica . No pudiendo aguantar más, Benjamín detuvo la letanía de sus miserias para preguntarle de qué se reía y Joaquín, mesándose la barbilla le contestó: «Estoy feliz porque estás sufriendo, y eso es exactamente lo que necesito para mi próximo disco».

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Le contó entonces Joaquín cómo, tras el ictus y la depresión que le produjo asumir que debía tener una vida muy diferente a la de los excesos que le llevaron a semejante, como lo llamaba, «marichalazo», se encontraba vacío de ideas para canciones. Su vida se había reducido, su situación sentimental, gracias a un milagro llamado Jimena, se había estabilizado y hasta había cambiado la cerradura de su casa, esa casa que por la noche tenía más tránsito que la estación de metro de Tirso de Molina.

«Te voy a vampirizar», le dijo Sabina a Benjamín. «Pienso arañar de cada una de tus miserias, de tus nostalgias, de tus arrepentimientos, pienso secarte para que, como en un exorcismo, tus melancolías lleguen a mi manera de escribir canciones». De ahí nació 'Vinagre y Rosas', un disco que raramente gusta a los amantes de Sabina porque es, en realidad, un experimento del Doctor Moreau en el que dos personas, una sufriendo de amor y otra de estabilidad forzada, echan un ajedrez donde las fichas blancas de la monotonía se enfrentan a las negras del desamparo.

Existe un libro que el propio Benjamín escribió sobre este proceso que se inicia en Praga y se acaba en Cádiz. El libro se llama 'Romper una canción' y ojalá tengan la suerte de encontrarlo en alguna librería de viejo porque es bastante complicado de encontrar de otra manera. En él se cuenta cómo fabricaron este ramillete de canciones y se incluye una historia que ilustra perfectamente cómo esta partida de que les hablaba acababa en unas magnificas tablas. Llegó una mañana Prado al desayuno con la letra de una canción que había escrito a aquella que le había partido el corazón y que, sin esconderse, tenía por título 'Virgen de la amargura'. Cuando Joaquín la leyó le dijo que esa colección de reproches no era más que un mal bolero y entre los dos construyeron una letra en la que trataban de ponerse en el corazón de ella. De reconquistarla

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Cuenta Benjamín cómo aquello le sanó, cuenta Joaquín cómo los dolores de su amigo le sirvieron de árnica para los suyos, cuentan ambos que le dieron jaque mate a su tristeza con la del otro.

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