Urgente Largas colas en la V-30 entre Mislata y Vara de Quart en la mañana de este viernes

Foto finish

Tienes la constatación de que has estado fuera unos días, fuera de ti, de tu uniforme de ir a trabajar

Te encontraste con un famoso en una terraza, le sacaste una a ese helado tan tragaldabas que os pusieron en el chiringuito, hiciste un selfi ... con el brazo estirado a toda la familia y tú sales en primer plano, tratando de encajar el ángulo y enseñando los pelos de la nariz. Tienes la de ese atardecer en la costa que ni se acerca a lo que de verdad era, dos de los niños jugando en la playa que te pillaron con la lente sucia, y esa que te pidió tu pareja en el malecón y que os supuso una bronca porque «nunca se las sacas bien». La que te decidiste a colgar en Instagram con una cerveza a medias en primer plano y el mar al fondo y, vaya por Dios, lleváis 15 míseros likes, ninguno del envidioso de Cifuentes. Tienes fotos, tranquilo, has veraneado. Puedes entrar en la galería de tu móvil y ver las de la medusa esa azul que apareció en la arena una mañana y que os dejo sin bañaros ese día porque los niños tenían miedo. Están también las de ese pueblo típico que visitasteis cuando ya no sabíais como llenar las tardes, los vídeos de ese personaje tan gracioso que paseaba entre las toallas ofreciendo cervezas con frases divertidísimas y hasta dos o tres de esas que se hacen sin querer y que no apuntan a nada, que son como borrones de tus días libres, como una ráfaga que simboliza, también, lo rápido que se te han pasado. Tienes, por tanto, la constatación de que has estado fuera unos días. Fuera de ti, de tu uniforme de ir a trabajar, de las llamadas que dan pereza, de las reuniones que te provocan sopor y una mirada con ansia de fuga por una ventana con persianas de aluminio. Mañana vuelves a eso. A los chistes recurrentes en la máquina de café, al partido del domingo con la cabeza puesta en lo que debes hacer mañana, a quedarte un rato sentado al borde de la cama antes de estirar las rodillas hacia la ducha.

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Tendrás, si sabes buscarlas en el jaleo de tu móvil, las fotos. Da igual si este ha sido un verano bueno o malo, ni siquiera tú lo sabes ahora mientras vuelves con todos dormidos en el coche rezando porque no haya lío a la entrada de Madrid; pudiste estar fuera de ti unos días. Del tipo afable que no ve la hora de apagar el ordenador y salir al parking, del que vuelve escuchando las noticias a su casa y aprovecha un semáforo para poner un tuit sobre eso que te ha indignado tanto que ha dicho tal político. Tendrás esas fotos como repesca de estos días, como resopón de aquellas siestas pantagruélicas y esos cigarrillos en la terraza del apartamento. Si eres listo, cuando te aplaste el invierno, irás a ellas y te dirás que ya queda menos. Y no se las enseñarás a nadie, ni siquiera al imbécil de Cifuentes. Bueno, igual la de la medusa sí.

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