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EFE

Descifrar a Vox

La posición del partido de Abascal frente a Feijóo guarda pocas similitudes con la que mantiene en la Comunitat con Mazón. El próximo capítulo serán los presupuestos

JC. Ferriol Moya

Valencia

Sábado, 20 de septiembre 2025, 23:41

No siempre resulta sencillo descifrar a Vox. El partido de Santiago Abascal es un proyecto mucho más complejo que esa reducción simplista que le sitúa ... en ocasiones en la extrema derecha y en otras en posiciones populistas de carácter transversal. Vox también mide sus decisiones, analiza los espacios y modela sus iniciativas a partir de las coyunturas políticas. Diríase, por ejemplo, que el partido ha encontrado en clave nacional una hoja de ruta en la que su posición de fuerza arranca de la proverbial tibieza del PP de Feijóo, y que crece aún más gracias a la polarización que propicia Pedro Sánchez. Pinza, lo llaman algunos observadores, que consideran que el líder del PSOE ha encontrado en la posibilidad de 'engordar' a Vox la mejor herramienta para cortarle el optimismo a los populares. Es una estrategia. También habrá quien piense que Feijóo podría hacer mucho más por cohesionar el voto de derechas, o al menos el entendimiento en esa franja política, exactamente tal y como hace Sánchez por su izquierda -a ver si sus declaraciones jaleando los incidentes que provocaron el bochornoso final de la Vuelta fueron casualidad-.

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En todo caso, uno encuentra alguna diferencia no menor entre la estrategia de la formación asesorada por Kiko Méndez-Monasterio a nivel nacional y el papel de Vox en el arco parlamentario valenciano -discrepancia que muy probablemente esté pactada-. El Vox de Les Corts es un partido mucho más cercano al PP, en discurso y en posiciones políticas, de lo que lo es el del Congreso de los Diputados. Vox, primero, propició la investidura de Carlos Mazón como president de la Generalitat, y después se incorporó al Consell -presencia que se prolongó hasta que la irrupción del partido de Alvise obligó a los de Abascal a endurecer su posición en todas las CCAA-. Tras la dana del 29 de octubre, lo fácil habría sido concluir que Vox pondría proa contra el president del Consell, tocaría a rebato para poner el foco en la gestión de la emergencia, a la búsqueda obvia del voto de derechas cabreado con lo ocurrido. Pero no. Vox no sólo no apretó al jefe del Consell, sino que le aprobó los presupuestos para 2025 y dirigió sus cañones contra la inacción de Pedro Sánchez, primero con la flagrante falta de información de la Aemnet y la CHJ. Después, con el inexplicable retraso en la llegada de ayudas. Vox ha mostrado un nivel de beligerancia con la gestión del Gobierno el día de la riada y los meses posteriores que ya habría querido ver Mazón en muchos de sus compañeros de partido.

Hay quien concluye de esto que lo que Vox hace en la Comunitat, en realidad, es ayudar a sostener la pieza más débil de Feijóo, que vendría a ser el jefe del Consell. Y que lo haría, además, para perjudicar al líder nacional de los populares. Como si Abascal y sus colaboradores hubieran decidido entregar la plaza valenciana a cambio de disparar sus expectativas nacionales. La conclusión, no obstante, no tiene en cuenta el enorme granero de voto de derecha que representa la Comunitat, y que se ve mucho más cohesionado en la crítica al Sánchez más atrapado por las causas judiciales, que en el ataque a un dirigente popular. Vox tiene ahora sobre la mesa el anteproyecto de presupuestos de la Generalitat para 2026, que Mazón ya ha anunciado que va a presentar -no puede hacer como Sánchez, que ni lo intentó-. Tendría mala explicación justificar que se hubieran apoyado los de 2025 y que, con objetivos y prioridades similares, no se aprobaran ahora los de 2026. La calle Bambú tiene la palabra, pero votar en contra desconcertaría al más pintado.

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