El periodista y director de la Cadena Ser en la Comunitat, Bernardo Guzmán, entrevistó esta semana, en un encuentro organizado por la emisora, al ex ... presidente Ximo Puig. El anterior jefe del Consell reivindicó de forma reiterada la necesidad de acuerdos y lamentó la falta de grises en la política actual. «La importancia de los matices», destacó. Sin embargo, él mismo los aparcó al abordar la acción durante la dana de quien es, en la actualidad, el jefe del Consell. «Tengo respeto; pero hay opciones que no son respetables. No es si debería aguantar; sino, si puede dormir», espetó en referencia a quien le sucedió en el Palau.
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La realidad, le guste o no al actual embajador de España ante OCDE, es que no sabemos cómo ha dormido Carlos Mazón, pero sí que ha resistido. Y, posiblemente, que diez meses después de la riada, se encuentra en un escenario en el que la presión de la oposición, de su propio partido y hasta de la calle, se ha destensado. Al menos, de momento. De hecho, el escenario actual rompe muchos de los esquemas que algunos habían trazado (de antemano) sobre su futuro. Dentro y fuera del Partido Popular. Porque lo que el líder conservador vaya a hacer a lo largo de los dos años de legislatura que quedan es incierto. No lo sabe ni él. Y, además, está repleto de matices. Entre otras cosas, porque la actualidad, el día a día, hace que estemos en una metamorfosis constante. Esa que Rafael Argullol define en su certero 'Breviario de la aurora' como «carnaval permanente».
A Mazón, esto es una realidad, el verano le ha colocado en una nueva pantalla. Y se le nota en su imagen y en la contundencia del discurso. Más relajada, la primera; en batalla constante, aunque quizá menos beligerante, en lo segundo. Pero, ¿qué ha ocurrido para llegar a esta situación?
Primero, se ha encontrado con un inesperado argumentario que le proporcionan los desalentadores incendios que azotaron España en agosto. Por un lado, el propio jefe del Consell observó cómo varios de sus compañeros y, al tiempo, presidentes de otras autonomías tardaron días en ponerse al frente de la catástrofe. Algo que a él, de puertas adentro del PP, le sirve para frenar a aquellos que cuestionan que tardará cuatro horas en incorporarse al Cecopi. Por otra parte, que la actuación del Gobierno ante la emergencia vuelve a estar sembrada de dudas, con un paralelismo muy contundente con lo que pasó durante la dana.
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La segunda evidencia, que la situación del presidente Pedro Sánchez ahora es muy distinta a la que vivía hace diez meses. Porque el enjambre de escándalos dentro de su partido, los casos judiciales que afectan a sus familiares, la propia acción política -con hipotecas con sus socios de Gobierno muy cuestionables y de un calado hiperbólico- y la incertidumbre que rodea su futuro y el de su Gobierno, hace que ese foco mediático y la beligerancia de los socialistas respecto a Mazón, haya aflojado hasta, incluso, diluirse. Algo que, además, cuesta revertir cuando, quien es la secretaria general del PSPV, la ministra Diana Morant, no alcanza a descolgarse de todo ello ni a abanderar una oposición fructífera frente al Consell. Como dijo el propio Ximo Puig: «Hacen lo que pueden». Que no deja de ser una frase esclarecedora. En especial, si la repite en dos ocasiones. «Hacen lo que pueden».
Tercer hecho relevante, que algunas informaciones -informes de la Guardia Civil señalando a la CHJ, declaraciones controvertidas de responsables de AEMET...- han ido trascendiendo durante estas últimas semanas, desestabilizando el relato que mantuvo el Gobierno y que intentaba acarrear toda responsabilidad de lo ocurrido el 29 de octubre en exclusiva al Gobierno valenciano.
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Y cuarto y último aspecto, que los trabajos de la reconstrucción comienzan a dar sus frutos. Aunque con muchas sombras en algunas acciones y sin dejar de tener en cuenta que las víctimas jamás podrán perdonar lo ocurrido -como nadie perdonaríamos-. El Consell comienza a desplegar una estrategia de cuestionamiento de lo que está haciendo Sánchez frente a lo que está haciendo él. Algo que va calando, en especial cuando llega acompañado de decisiones trascendentales como el último paquete de ayudas directas que anunció Mazón esta misma semana.
Todo esto, claro está, es a día de hoy. Porque también es una realidad que la inestabilidad sobre su futuro permanece. Su horizonte se llena, de hecho, de mucha incertidumbre si miramos hacia las próximas semanas. De entrada, nos encontramos a puertas de un otoño extraordinariamente delicado, donde Mazón vivirá un 9 d'Octubre en el que, como él mismo es consciente, su presencia en la calle seguirá generando protestas. Espontáneas u organizadas, pero protestas. Y en un acto tan emblemático como el traslado de la Real Senyera, la situación puede ser muy tensa. Y no acudir a la ceremonia sería simbólicamente letal. Junto a ello, se adentra además en el aniversario de la desgarradora tragedia que nos dejó 228 muertos. La revisión de lo pasado, el recuerdo de lo vivido y la vuelta de los focos sobre su acción, implicará momentos convulsos.
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Y por otra parte, queda el frente judicial. Queda saber si la jueza eleva o no la causa al TSJCV. Un aspecto extremadamente delicado para él. Por lo que supone a nivel personal, pero también porque ésa podría ser una de las líneas rojas que se marcó Núñez Feijóo para respetar su continuidad.
Ésta es la realidad que vive el jefe del Consell hoy. Llena de matices, pero que hace que el presidente mantenga su convencimiento de permanecer en el cargo y de dejar la puerta bien abierta a presentarse a la reelección. Un dilema que, a nivel personal, aunque no lo admita abiertamente, parece que lo tiene claro. La remodelación del Consell que hará, aprovechando la marcha del vicepresidente Gan Pampols, demostrará que los cambios estarán diseñados para batallar por la continuidad. Reforzado y más político. En el plano familiar, eso sí, pueden existir más dudas. Tremendamente lógicas. Y a nivel de partido -Francisco Camps al margen-, no se ven movimientos claros para plantar cara a su liderazgo. Aunque muchos, de reojo, estén esperando lo que digan al final las encuestas. No ahora. En unos meses. Porque ellas serán, en todo caso, las que decidan el desenlace final. Que será, de un sorbo y sin azucarillo.
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Es domingo, 7 de septiembre. Volvemos al breviario de Argullol. Dos definiciones. «Conciencia: la línea de sombra». «Fin: una habitación con vistas sobre la nada».
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