Tofu o morcilla
A la última ·
Mi nieta fue el miércoles por primera vez a la escuela infantil y hoy comienza una semana loca en la que cada día entra y sale a una hora diferente y ha de estar acompañada por un familiarMi nieta fue el miércoles por primera vez a la escuela infantil y hoy comienza una semana loca en la que cada día entra y ... sale a una hora diferente y ha de estar acompañada por un familiar. Lo llaman periodo de adaptación, pero quienes verdaderamente debemos adaptarnos somos los abuelos, que hemos de ceñirnos a su horario desquiciado porque ella, habiendo niños, se adapta a lo que le echen. Así que no podré escribir cuando me apetezca, sino cuando me lo permita el periodo de adaptación.
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Seré antiguo o quizás poco pedagógico, pero tanta adaptación infantil y tanta precaución me parecen un exceso. Los niños no toman sal, no prueban el azúcar, sus proteínas son de soja texturizada y cada vez que voy a ver a mi nieta, he de descalzarme en la puerta de su casa. Y qué decir de los cumpleaños infantiles. Las hamburguesas son de vegetales comprimidos, en lugar de patatas fritas, sirven barritas de zanahoria y las tartas saben a nada. No es normal que mi nieta se pirre por el brócoli soso y las tortitas de trigo sarraceno. Eso no es una niña, eso es un dogma andante.
El primer año que mi mujer fue a la escuela, tenía que cruzar las vías del tren cada mañana, no la acompañaba nadie y el profesor era un taxidermista que enseñaba las cuatro letras en una habitación llena de zorras, comadrejas y cabezas de jabalí disecadas. Nuestras comidas infantiles serían hoy pecado dietético y aberración: sesos rebozados, purés con sal, papillas azucaradas… Solo nos quitábamos los zapatos para dormir y aquí estamos, viviendo en perpetuo periodo de adaptación, resignándonos a comer tofu en lugar de morcilla, cuidando a nietos y a padres y aguantando que nos culpen de los problemas de los jóvenes.
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