Francisco Mora Berenguer: un arquitecto de su tiempo
Con motivo de la exposición por el 150 aniversario de su nacimiento, el autor analiza la figura de un arquitecto clave para Valencia
Francisco Mora Berenguer nació en Sagunto en 1875. Estudió en la Escuela de Arquitectura de Barcelona y en 1901 obtuvo la plaza de Arquitecto Municipal ... de Valencia.
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En 1930 fue nombrado presidente del Círculo de Bellas Artes; en 1934, presidente del Consejo Superior de Arquitectos de España y, finalmente, en 1945 obtuvo el cargo de presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos.
En 1961, cuando regresaba del Liceo de Barcelona, donde había asistido a la audición de una Ópera Wagneriana, encontró la muerte en un accidente automovilístico...
Francisco Mora fue, sin duda, uno de los arquitectos más influyentes de Valencia en la primera mitad del siglo XX y tuvo la oportunidad de construir algunos de los edificios más importantes de la ciudad: el nuevo Ayuntamiento de Valencia (proyectado en 1905 y terminado en 1929), el Palacio de la Exposición Regional (1909) y el Mercado de Colón (1916), serían tan solo una pequeña muestra de la calidad de algunas de las obras que podrán verse en la exposición que ha organizado el Ayuntamiento de Valencia conmemorando los 150 años de su nacimiento (1875-2025).
Sostengo que esta exposición monográfica sobre su figura y su obra se justifica por la necesidad de dar a conocer a este arquitecto que, incomprensiblemente, ha estado demasiado tiempo en el olvido. Es necesario, por tanto, reivindicarlo poniendo en valor la importancia que tuvo en la configuración urbana de la Valencia actual.
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En efecto, el primer cuarto del pasado siglo XX fue el periodo histórico en el que se llevaron a cabo las principales reformas -arquitectónicas y urbanísticas- que hicieron de Valencia una ciudad cosmopolita y moderna. Francisco Mora, como Arquitecto Municipal, fue uno de los impulsores de la Valencia que se empezó a gestar en ese periodo a caballo entre los siglos XIX y XX, haciendo posible que la estructura urbana de la moderna ciudad de Valencia, tal y como la conocemos hoy, se llevara a cabo bajo la atenta mirada de este ilustre arquitecto.
Sin embargo, Francisco Mora no fue un arquitecto revolucionario ni vanguardista; sostengo que ni siquiera podríamos considerarlo como un arquitecto moderno: tan solo, y no es poco, fue un gran arquitecto de su tiempo... Uno de aquellos arquitectos españoles que, con sus proyectos y obras, contribuyeron al desarrollo urbano de nuestras ciudades al margen de las vanguardias.
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Efectivamente, en 1907, siendo ya Jefe del Ensanche, realizó el nuevo plan de expansión de la ciudad titulado: 'Proyecto de ensanche de Valencia y ampliación del actual'. Es decir, fue una planificación urbana continuista que, apoyándose en las dos grandes vías ortogonales (Marqués del Turia y Fernando el Católico), heredadas del ensanche anterior -proyectado por los arquitectos Calvo, Ferreres y Arnau en 1884 -, proponía una cuadrícula isotrópica de manzanas cerradas similar al realizado en otras ciudades que, como Valencia, buscaban el desarrollo ordenado de sus tramas urbanas.
Por otra parte, Mora fue el arquitecto de la burguesía valenciana. Es por eso por lo que a través de diferentes estilos: neorrenacentistas en la fachada del nuevo Ayuntamiento, neogóticos en el Palacio de la Exposición Regional, o, incluso, modernistas -más próximos a Domènech i Montaner que a Gaudí- en el Mercado de Colón, Mora intentó utilizar la «arquitectura oficial» como vehículo transmisor de determinados valores de la clase social dominante.
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Sin embargo, esa no fue su única aportación a la arquitectura valenciana. Existe «otra arquitectura», no tan conocida, pero mucho más interesante que, desde su racionalidad constructiva, se alejaba de aquellos lenguajes ampulosos y retóricos utilizados en sus proyectos institucionales.
Esa «otra arquitectura», más modesta, estuvo basada en la utilización de materiales que, como el ladrillo cerámico visto, le permitieron profundizar en determinados conceptos constructivos que darían lugar a lenguajes más «racionales y austeros». Esa sinceridad constructiva le llevaría a entender los aspectos decorativos como resultantes de la propia expresión tecnológica del proyecto: «El detalle decorativo surge casi por sí solo, de su propia forma constructiva"
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Sería en ese terreno donde se evidenciarían las conexiones con la obra de uno de sus maestros: Lluís Domènech i Montaner. El Domènech de la Editorial Montaner i Simón (1885), o el del Café-Restaurante para la Exposición Internacional de Barcelona de 1888. En estos edificios, que por otra parte evocaban formas entresacadas del gótico civil valenciano (concretamente de la Lonja), encontró Mora la base para esa «otra arquitectura» menos conocida pero más interesante por su racionalidad y compromiso constructivo.
Las obras que con mayor claridad expresaron ese compromiso fueron: el Hospital de San Juan de Dios en la Malvarrosa (1907), y la Escuela Industrial (1917-1934) en la Av. del Antiguo Reino, siendo este edificio el que, a mi juicio, se podría considerar como una de las manifestaciones más coherentes de su arquitectura racional. No obstante, el neomudejarismo sutil de sus fachadas, nos remitía a esas ideologías dominantes que proponían la recuperación de formas arquitectónicas pertenecientes a tradiciones genuinamente nacionales.
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Francisco Mora fue, sin duda, un arquitecto de su tiempo; un hombre culto y de profundas convicciones artísticas, de gran rigor constructivo y de una excelente profesionalidad. Fue un arquitecto de formación académica y gran defensor de la arquitectura clásica de raíces vitruvianas. Sin embargo, su arquitectura no fue deudora de ningún estilo preestablecido, porque Mora ¡Don Paco Mora! -arquitecto ecléctico-, transitó sin problemas por diversos estilos, utilizándolos en función de circunstancias y conveniencias...
Finalmente, como tantos otros arquitectos de principios del pasado siglo, intentó afrontar los retos de la Arquitectura Moderna... En 1935, siendo Presidente del Consejo Superior de Arquitectos de España, participó en el Congreso Internacional de Arquitectura celebrado en Praga con la ponencia: 'Architecture, Art et Tradition', y tuvo la oportunidad de conocer, de primera mano, la «moderna» arquitectura europea del momento... Sin embargo, a su regreso y con cierta ironía sentenció:
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«Seamos de nuestro tiempo, tenemos que evolucionar... pero sin despreciar los estilos de las más puras tradiciones nacionales...».
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