La vida también nos depara noticias ilusionantes, maravillosas. No una vez, sino dos, hasta tres, también cuatro y finalmente cinco. Porque ese ha sido el ... regalo prodigioso de la vida, la quinta nieta. Catalina cierra, por ahora, una saga iniciada por Lope, Ana, Mercedes 'Tesi' e Iñaki. Cinco soles que nos alumbran de forma prodigiosa a todos nosotros y hacia quienes dispensamos nuestra latría infinita. Una preciosa anáfora, una dádiva impagable. Un quinteto de ángeles para componer una corte celestial única.
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El nacimiento de un bebé es una de las maravillas más profundas a experimentar por el ser humano. No sólo representa la llegada de una nueva vida, sino también el comienzo de una historia aún no escrita, llena de posibilidades, de primeras veces y de un amor que se renueva cada día. La fragilidad y la fuerza que conviven en un recién nacido despiertan en nosotros una aleación única de ternura, esperanza y responsabilidad. Un recordatorio de que, pese a las dificultades, la vida sigue abriéndose paso con potencia inigualable.
Una excelente noticia. Al verla, tan chiquitina, tan tierna, exhalando tanta paz en un mundo tan plagado de echacuervos y rastacueros, nos llena de esperanza para lograr la paz universal, definitiva, y para superar aquellas palabras de Fernández Flórez, «la paz sólo es un periodo de descanso que se conceden los hombres cuando la tarea habitual de matar les fatiga».
Tener hijos, ahora nietos, aunque implica retos evidentes -tiempo, esfuerzo, incertidumbres- ofrece más ventajas que inconvenientes. La maternidad y la paternidad amplían la mirada, enseñan a priorizar, a cuidar y a proporcionar lo mejor de uno mismo. Fortalecen vínculos familiares, generan aprendizajes constantes y aportan una motivación emocional difícil de encontrar en otros ámbitos. La mayoría coincidimos en que el balance final provoca positividad.
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Lo escribo con orgullo, con la satisfacción añadida desde la perspectiva social, la necesidad de bebés en España. La aportación a superar la baja natalidad y el problema que ello conlleva. Favorecer la llegada de nuevos hijos no es sólo una cuestión familiar. Es un reto colectivo que requiere políticas de conciliación, apoyo económico y estabilidad laboral.
La venida de un bebé adquiere en pleno Adviento un simbolismo aún más especial, con la Navidad en el horizonte cercano. Es tiempo de luz, de esperanza y de renovación. Nada encarna mejor esas ideas que el nacimiento de un nuevo ser, que llega al mundo para recordar que siempre hay motivo para creer en el mañana. ¡Bienvenida Catalina! Enhorabuena a todos y en especial a los papás, Iñaki y Ana. Nunca mejor dicho: así es la vida.
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