La hora de mirar hacia delante
El recuerdo de la tragedia de la dana debe servir como acicate para trabajar por un futuro mejor y evitar los errores políticos y técnicos que provocaron la muerte de 229 personas
Un año después de la tragedia, el funeral de Estado en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, presidido por los Reyes de España, ... ha oficiado como homenaje póstumo a las 229 personas que el 29 de octubre de 2024 perdieron la vida. Durante toda la semana, Valencia ha vuelto a recordar el mayor desastre natural sufrido por España en lo que llevamos de siglo, con lo que las emociones y los testimonios de quienes padecieron los efectos de la inundación han ocupado páginas de periódicos y minutos de programas de radio y de televisión. Los medios de comunicación se han volcado en la cobertura de un suceso que ha marcado para siempre la vida valenciana. La decisión del Consell de declarar este día como de recuerdo a las víctimas de la dana, representa -para la sociedad valenciana y para su clase política- la obligación moral de colocarlas en primer lugar y de orillar los partidismos a la hora de gestionar.
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A los familiares de las víctimas no se les puede pedir un esfuerzo de superación. Cada ser humano se enfrenta en soledad al reto de vivir un día a día marcado por una pérdida irreparable. Es a la sociedad en su conjunto y a los poderes públicos a quienes cabe reclamar que la emoción no acabe cayendo en un bucle melancólico del que es difícil salir. El recuerdo de las víctimas debe ser el impulso para tratar de construir un futuro mejor. En el que no se vuelvan a cometer los graves errores -tanto políticos como técnicos- que han caracterizado esta gran desgracia que asoló Valencia.
El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, reconoció ayer que hubo «cosas» que debieron funcionar mejor. La prevención de las catástrofes naturales, las obras públicas de encauzamiento de ríos y barrancos, la intervención en las primeras horas una vez producido el desastre, la coordinación entre administraciones... Todo es susceptible de mejora. Algunos de esos errores condenan sin remedio al líder de los populares valencianos, así como a otros dirigentes nacionales que no asumieron el deber que les correspondía. En el día después del primer aniversario de la dana, es la hora de mirar hacia delante y pensar en la mejor solución política para la Comunitat Valenciana. Que pasa, inexorablemente, por resolver una situación insostenible en la que el presidente de la Generalitat no puede ni siquiera saludar a los familiares de las víctimas para evitar reacciones tan comprensibles como no deseadas.
La Comunitat tiene que resolver cuanto antes el embrollo político en el que se ha metido porque la prioridad no debe ser quién ocupa el Palau de la Generalitat sino qué políticas se aplican en la recuperación de las zonas afectadas. Hay que alabar la concesión de ayudas -en forma de subvenciones y créditos- a las familias y a las empresas que sufrieron la fuerza del agua. Aunque queda mucho por hacer en este apartado, hay que reconocer lo que se ha avanzado. Sin embargo, la actividad económica no ha regresado al punto en el que estaba el 28 de octubre de 2024 y los comercios que no han vuelto a abrir se cuentan por centenares. La tarea pendiente en infraestructuras hídricas es inmensa, hasta el punto de que si hoy volviera a llover como aquel día, se encontraría un territorio igual de desprotegido. No estamos preparados para una dana, a pesar de que los expertos advierten de que por el cambio climático van a ser fenómenos cada vez más frecuentes y virulentos. Hay, en definitiva, una misión que cumplir. Inaplazable. La de construir un futuro mejor para Valencia, que garantice su desarrollo y su bienestar sin tener que estar pendientes del cielo. Y siempre, con el recuerdo de los que se fueron.
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