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Espadas

Rebeldes fluviales

Los instrumentos para acelerar la gigantesca tarea son escasos

Miércoles, 16 de julio 2025, 23:31

Es una tautología que no falla. Siempre que ocurre igual sucede lo mismo. Por eso el comportamiento de los afectados por las barrancadas del día ... de San Narciso no difiere demasiado del mostrado por los damnificados por el desmoronamiento de la presa de Tous. Las variaciones sólo son cuantitativas. Se ha multiplicado por seis el número de asociaciones de perjudicados, se han incrementado en igual proporción los quebraderos de cabeza de las autoridades del momento y, lo que aún puede alterar más la planificación territorial, han empezado a detectarse los primeros casos de rebeldía urbanística. Unos brotes de indisciplina, mi casa, mi reino, que amenazan con trastocar cualquier reordenación del territorio por pequeña que esta sea. Como Gan Pampols no se ponga serio, y no se va a poder poner del todo porque ahora es conseller y los políticos no actúan 'manu militari' corremos el riesgo de que queden sin despejar buena parte de los problemas que suponen las infraestructuras, los obstáculos, los estrangulamientos y las edificaciones situadas en o junto al dominio público hidráulico. Porque los instrumentos jurídico-urbanísticos de que disponemos para acelerar esta gigantesca tarea son escasos, como subraya V.Gª Nebot en un magnífico artículo sobre derecho y catástrofes naturales publicado a raíz de la dana. La historia nos enseña que lo que la dictadura hizo con Domeño, Loriguilla y Benagéber por la construcción de embalses y con Marines por una catástrofe natural, reubicar a sus habitantes en pueblos de nueva planta, no se arriesgó a completarlo la democracia en Gavarda. La negativa de 19 familias a abandonar sus casas llevó al Consell de Joan Lerma a adoptar una decisión nada salomónica, rayana en punto a efectividad con otra portentosa intervención exterior en la Vall de Càrcer: «Sant Antoni de Gavarda/ va fer un miracle en Antella./ Va caure una dona al riu/ i si no la trauen, s'ofega». Trasladar a los demás vecinos a una cota segura y dejar a los empecinados como únicos moradores de un pueblo fantasma, fuente inagotable de conflictos para su longevo alcalde, el hoy presidente de la Diputación Vicent Mompó. Una claudicación administrativa que podría repetirse 'ad nauseam' ahora toda vez que la Consejería de Vivienda fijó en 305 los edificios que tendrán que ser demolidos total o parcialmente y en 1.458 los inhabitables. Y ya ha aparecido quien se ha pronunciado acerca del derribo de su hogar como Aznar sobre la seguridad viaria y el consumo de alcohol: «¿Quién te ha dicho a ti que quiero que conduzcas por mi? Déjame que beba (o me quede) tranquilo...». Obviando que si a ellos les pasara algo, Dios no lo quiera, tendría que ser la sociedad, y no su libre albedrío, la que se hiciera cargo de su rescate y hospitalización.

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