La cafetera rusa que vengo usando para escribir ha sido sometida a una pregunta difícil: averiguar si algún teatro valenciano ha programado 'Don Juan Tenorio' ... para estos días finales de octubre, como antes era costumbre. Y, cosa maravillosa, la tradición se cumple un año más, y además en doblete. En efecto, la Casa de la Cultura de Sagunto tiene en su cartel, para mañana mismo, la singular obra de Zorrilla; en una función que estará a cargo nada menos que de la Compañía Lírica Nacional. En cuanto a Valencia, según el oráculo de la IA, se ocupa de cumplir con la tradición una pequeña sala de barrio, el Teatro Carolina, situado en la calle de Rugat, en Camins al Grau.
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Es un consuelo, si les digo la verdad. La búsqueda me ha liberado del pesimismo con el que inicié las averiguaciones; y me ha permitido comprobar que el mito antiguo del Burlador, el romance de don Juan y doña Inés, y ese nudo, casi teológico, de la condena, el arrepentimiento y el perdón del seductor a través del amor, encuentra todavía cobijo y comprensión en una pequeña sala, poco conocida y sin duda llena de vocación. La obra clásica de José Zorrilla no ha muerto y su vinculación a la fiesta de los difuntos tampoco. Además, cuando enfoco la noticia como un íntimo guantazo de la cultura española a todas esas memeces importadas de Halloween, todavía me divierto más.
Valencia ha sido muy del Tenorio. La obra hizo que su autor viniera en Valencia en noviembre de 1878, y le retuvo un mes entero, de función en función, en una cadena de homenajes con inmejorable taquilla. Valencia ha sido una ciudad de intensa tradición teatral y la presencia en el céntrico Olympia, hoy mismo, del infatigable José Sacristán, que trae una obra basada en textos de Fernando Fernán Gómez, va a certificar, en la apertura de la temporada de otoño, que el espectador valenciano sabe dónde está la calidad y que nunca rehúye el atractivo de las grandes firmas.
Musical, Rambleta, Talía y los siempre achacosos Principal y Rialto se aprestan a abrir la temporada. Hay un gran esfuerzo de las tres instituciones -Generalitat, Diputación y Ayuntamiento-por animar y sostener la vida teatral valenciana con generosas aportaciones. Con todo, déjenme hablar con admiración de las salas de menos relumbrón como esa Carolina que repone el Tenorio en nuestra ciudad, y que programa la obra nada menos que tres días. Les hablo de Flumen, Russafa, Off Teatre, Carme, Círculo y de muchas más que siento no haber anotado. El teatro, siempre antiguo y siempre en renovación, no se rinde en Valencia: sigue dando batalla y se alimenta del esfuerzo sacrificado de unos profesionales y de una afición que tampoco quiere olvidar
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