Urgente La jueza de la dana cita a declarar al jefe de la emergencia 15 meses después de la tragedia

El estado de la Comunidad

Martes, 23 de septiembre 2025, 00:15

A la Comunitat Valenciana le van a hacer hoy un chequeo. El debate político de hoy, sobre el estado de la autonomía, es evidente que ... va a demostrar que andamos con el pulso bastante alterado y la tensión alta. Han pasado once meses, pero es obvio que el golpe, el terrible zarpazo del agua y la enorme cifra de víctimas, además de morder en serio la economía, han causado una huella profunda en el estado de ánimo de la sociedad.

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Por si eso fuera poco, por si no arrastráramos mucho dolor y considerable rabia, los partidos políticos, como es fácil ver, no han conseguido ejercer el doble papel de moderador y estimulante que cabía esperar de ellos. Tendrían que haber calmado la crispación y deberían haber animado la recuperación; pero, aunque se podrían encontrar con lupa algunos intentos bienintencionados, esas medicinas no han sido aplicadas en profundidad a una sociedad que lleva casi un año padeciendo muy hondamente.

No sé si sirve escribir que la cólera no resuelve cuando el daño procede de la fuerza de la naturaleza desbocada. ¿Para qué clamar contra el avance de un glaciar o el estallido de un volcán? Sin embargo, ríos y barrancos son cosa diferente. En una tierra que lleva dos mil año jugando a la ruleta con las riadas, se supone que debería haberse cultivado, a base de palos, una asignatura de previsión, aviso, cautela y alerta. La administración-la de todos los partidos y todos los niveles- debería haber invertido muchos millones en su momento, durante todo el siglo XX. Se tenía que haber hecho didáctica social sobre el peligro y construir muchas obras oscuras, de poco lucimiento y gran eficacia, en lugar de desplegar, en 50 años, el más necio urbanismo que se ha visto nunca.

En la riada de 1897 ya quedó clara la necesidad de una repoblación forestal en las cabeceras de los barrancos. En la de 1957, o en la del 2000, se vio de manera diáfana que los cauces no podían seguir como estaban y que no se debían dificultar obras públicas con tiquismiquis de ecologismo de salón. Lo sabemos: es la rabia de nuestro fracaso colectivo la que hincha las venas del debate en una esfera política que vive de la polarización.

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Si hoy, en les Corts, todo vuelve a girar sobre Mazón, su ausencia y su cronología personal, creo que nos vamos a volver a equivocar. Incluso diría que el debate sobre la gestión administrativa de la reconstrucción -yo he pagado más y más pronto que tú- es banal si no va precedido de un examen muy a fondo de los muchos errores acumulados en el territorio desde hace décadas. Porque reconstruirlo todo, igual y en el mismo sitio, lleva a lo peor: el olvido del peligro. Y no: los juzgados de Catarroja -por poner un ejemplo- están muy mal ubicados, como se vio el 29 de octubre.

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