El pasado 29 de octubre me fui de Valencia. Puse tierra de por medio, como si eso aliviara, como si la distancia sirviera para mitigar ... la presión de los espectáculos que uno no quiere ver en su tierra. El lunes tuve la misma sensación: algo que se ubica en el estómago y dice que lo que está pasando, lo que hoy se sirve en el menú, es especialmente insoportable.
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Congreso de los Diputados. El de la Transición, el que trajo la democracia y el que mostramos profanado por Tejero. El presidente Mazón comparece, porque quiere, para ser crucificado una vez más en ese calvario de expiación que se procura quizá para mitigar la mala conciencia de sus errores. Dice a no sé quién que se debería aprovechar la ocasión para escrutar los fallos que tuvo toda la estructura de avisos y alertas; es decir, el Estado Español entero y verdadero. Pero es obvio que no le hacen ni el más mínimo caso. Van a los minutos en blanco; al morbo machista del tiempo que dilapidó con una señora.
El diputado Gabriel Rufián nació en febrero de 1982. Tenía ocho meses de biberón cuando ocurrió la riada de Tous; y cuando el partido de Felipe González ganó las elecciones gracias a los esfuerzos que, una generación que él desprecia, hizo en favor de la democracia. Para entonces, con todas las libertades conquistadas, limpias y recién, Jordi Pujol, el anciano del andador que han procesado por presunta corrupción después de años de demora, llevaba ya tiempo en el pescante de la Casa dels Canonges. Y allí siguió, veintiún años más, trasegando pasta para su familia, millones, mientras preparaba una Catalunya polarizada, segregadora, vengativa y radical, donde es posible un caldo de cultivo tóxico que cría bichos como el diputado de Santa Coloma de Gramanet.
No me puedo quitar de la cabeza una obsesión. Si en vez del Poyo hubiera sido el Gállego, el Tormes, el Sil o el Ter, el presidente de turno estaría siendo tratado con dureza menor y con mejor respeto. Si la dana, en vez de ser un espectáculo valenciano fuera una desgracia catalana, andaluza o vasca, sería tratada con una dignidad que yo no veo aquí. El espectáculo que no soporto -directivos de La 1, mandamases de la Sex(c)ta- es la chacinería que se intenta hacer con nuestra desgracia sin que se vea un atisbo de esperanza o un mínimo de esa reconciliación que dicen que usamos hace 50 años.
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Es como una tormenta perfecta: los intereses del gobierno y los que lo sostienen, han encontrado filón en Mazón y «lo de Valencia». Pero en Twitter, en la cuenta de Rufián (443.441 likes), leo el primer comentario, de una tal María: "Sois todos una panda de asesinos. Cárcel para todos los políticos". Para todos. Si eso es lo que quería en búnker de Girón; si es lo que quería el troskismo y el terrorismo... ya lo tenemos instalado.
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