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La pica

Franco es historia, TikTok no

Sábado, 22 de noviembre 2025, 23:51

La muerte de Franco me sorprendió desayunando en la cocina antes de bajar a por Guillermo para ir al colegio. Tenía once años. La tía Eugenia avisó a mi madre por el patio de luces, el wasap de la época. Tal acontecimiento me supuso cuatro días de vacaciones, poco más. No siento nostalgia del franquismo, pero sí de mi infancia, que coincidió en el tiempo con la dictadura y que, gracias a mis padres, fue feliz. No quisiera que una cosa se confundiese con la otra. Políticamente, rechazo sin matices lo que aquel régimen significó en España: oscuridad, miedo y atraso. Sin embargo, desde un punto de vista sentimental, el especial Nochevieja 75, la sintonía del Nodo, las canciones de Mari Trini o las gafas de pasta de los ministros potrosos me producen añoranza. Las propias imágenes del entierro de Franco me evocan antes la niñez que ninguna reflexión ideológica. Fue mi vida.

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Lo increíble es que todavía haya quien siga alimentando su oposición al Franco histórico sin fijarse en las formas actualizadas del autoritarismo, esas que sí resultan una amenaza viva para nuestra democracia. Los nazis de hoy no necesitan hogueras de libros ni policía política, tienen las redes sociales para asentar sus embustes como verdades, señalar a los discrepantes, mejor, a los culpables, y organizar falanges de exaltados. Como la Nobel de la Paz, María Ressa, nos dijo esta semana a los europeos: «Sus abuelos se enfrentaron a tanques y ejércitos, ustedes se enfrentan a algoritmos y mentiras, la amenaza es diferente, pero lo que está en juego es lo mismo». Cuando una sociedad pierde la confianza en sus instituciones democráticas, y en ese esfuerzo confluyen distintos partidos desde extremos opuestos, se convierte en presa fácil para la narrativa autoritaria, tan seductora por su simplicidad. El debate democrático se ha transformado en una guerra entre universos enemigos en la que sólo cabe dominar o ser dominado. La polarización es el peligro al que se enfrenta la libertad y no la momia de un espadón que lleva medio siglo enterrado, desenterrado y vuelto a enterrar.

Distintas encuestas advierten de que los jóvenes se sienten atraídos por la supuesta eficiencia de los gobiernos nacionalistas de hombres fuertes. Tal deriva suicida no es herencia de Franco, sino brote verde de los totalitarios y racistas de TikTok. Estamos ante un renacer del fascismo, cierto, pero no viene con camisas azules, sino con noticias falsas, opiniones sincronizadas y contra el Estado de derecho. El franquismo presente ya no es el del Franco muerto, y hasta podría ser de izquierdas.

El franquismo presente ya no es el del Franco muerto, y hasta podría ser de izquierdas

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