Esta semana, la Comisión de Investigación en el Congreso ha empezado a escuchar a algunas de las víctimas, pero lo que se percibe con claridad ... es que el juicio público ya ha dictado sentencia: Carlos Mazón es el nombre en mayúsculas. El resto, de momento, parece solo decorado. Sin embargo, reducir toda la cadena de decisiones, o indecisiones, a un solo cargo político es simplificar una tragedia compleja. No porque Mazón no tenga responsabilidad institucional, sino porque hay mucho más. Si hablamos de errores, no pueden quedar fuera la CHJ, ni los técnicos del Cecopi, ni quienes debían haber activado las alertas con rapidez.
Publicidad
Pero la presión política ha hecho su trabajo y la izquierda ha logrado su objetivo prioritario desde el inicio de la tragedia: tumbar a un presidente autonómico del PP, el valenciano, ni más ni menos. Por regla de tres, si la cabeza de Mazón ha sido el pago por la responsabilidad autonómica de la dana, la de Sánchez debiera serlo por la responsabilidad nacional. Y no se oyen esas voces de las víctimas en el Congreso, así como se escucharon alto y claro en el pseudo funeral de Estado. Allí el Gobierno puso en bandeja a Mazón para que lo lincharan frente a las víctimas mientras Sánchez se protegía bajo el paraguas del Rey. Una jugada maestra en la que, para que la mayoría lo entienda, hay que saber que la organización del funeral dependía del Gobierno de Sánchez ¿O creía alguien que todo sucedió por casualidad?
Agárrense, ahora que todo indica que el sucesor será Juanfran Pérez Llorca, portavoz del PP en Les Corts, es donde el calendario judicial vuelve a parecerse sospechosamente al político. La jueza que instruye la causa sobre la gestión de la dana acaba de llamar a testificar a Pérez Llorca ¿Casualidad que cuando el posible sustituto de Mazón empieza a sonar con fuerza, se activa esta nueva fase judicial que no solo parece buscar claridad, sino también reforzar un relato?
Reducir toda la cadena de indecisiones a un solo cargo político es simplificar una tragedia compleja
Parece más una estrategia de desgaste político que un camino imparcial hacia la verdad. Si se quiere depurar lo que ocurrió, hará falta mirar en todas las direcciones, sin excepciones. Se trata de no simplificar lo que fue una cadena de errores. El dolor de las víctimas exige verdad, no solo dimisiones. Justicia, no solo gestos. Y si esta investigación se cierra con un único nombre tachado, entonces no habremos entendido nada.
Publicidad
La verdad, a veces, también se ahoga. Y lo que debería ser un proceso para que no se repita corre el riesgo de convertirse en un espectáculo que solo busca cerrar heridas en falso.
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión